Las empresas argentinas de maquinaria agrícola están pasando por un buen momento comercial, aunque en términos productivos no paran de tener grandes dolores de cabeza.
La empresa de sembradoras Cele nació en 1976 como consecuencia del desprendimiento de otra firma (Celva) de maquinaria agrícola. Desde siempre estuvo radicada en Armstrong, “corazón” de la metalmecánica argentina
EL padre de Hugo Leguizamón, actual presidente de la firma, fue el pionero. “Venimos de haber hecho todo tipo de herramientas de labranzas; mi viejo quería hacer pulverizadoras autopropulsadas, que en esa época no existían, pero nos faltaba el dinero para comprar partes como motores o cajas que no conseguíamos, así que nos dedicamos a herramientas de labranzas, arados de rejas o rastras de discos y con la venida de la siembra directa nos reconvertimos de un año para el otro”, contó Hugo a Bichos de Campo.
La empresa vive un muy buen presente. Las ventas crecieron el año pasado y en este pegaron otro salto importante: “Estos dos años se trabajó ‘a full’ por el elevado valor de los granos. Además, el productor argentino sabe que tenemos tecnología y calidad de nivel mundial aunque nos falta cantidad”, aseguró.
El empresario dijo que este año las ventas “crecieron fácilmente 30% y, si hubiésemos tenido más capacidad de entrega, se hubiera vendido más, lo que se complicó fue el tema provisión de insumos”.
Por eso decidieron invertir en una planta nueva enfrente de la actual. “Estamos hacienda una nueva planta de 7200 metros cuadrados que duplica a la que ya tenemos”. La buena noticia es que actualmente Cele tiene 50 empleados directos y planea duplicar esa cifra próximamente.
Pero también hay complicaciones para el sector. La falta de las materias primas como el acero y de piezas, como neumáticos, consecuencia de las crecientes restricciones oficiales generadas por la crisis cambiaria, están impidiendo un mayor desarrollo del sector y demoras en la entrega de equipos.
Leguizamón explico que “siempre tuvimos como premisa ser puntuales con la entrega, nos podíamos demorar uno o dos días, pero en esta coyuntura los clientes nos tuvieron mucha paciencia porque le erramos por un mes o dos meses por factores externos que no manejamos; sin esos inconvenientes, habríamos podido vender toda la producción completa del año 2023”.
“La gente tiene miedo: el que vende acero, te vende si lo puede reponer, entonces mi proveedor no es culpable por querer cubrirse y lo mismo le decimos a nuestros clientes; no nos gusta perdernos operaciones, pero quedar mal por no tener entregas y no poder cumplir es difícil”, indicó, para luego agregar que se comprometieron a realizar entregas solamente hasta el mes de abril de 2022 al no poder prever cómo evolucionará la provisión de insumos más allá de mayo del año que viene.
El incremento en la venta de maquinaria no tiene sólo que ver con el buen resultado productivo y comercial de la campaña, sino también con la necesidad del productor y contratista de no quedarse con pesos en la mano, cuyo valor se licúa semana tras semana por efecto de la inflación.