Los bancos de alimentos de Mar del Plata, Balcarce y Tandil unieron esfuerzos para disminuir el desperdicio de frutas y verduras en el cinturón frutihortícola marplatense. Se estima que este sector tira el 50% de lo que produce al no poder comercializarlo, ya sea por falta de demanda, pudrición o por mala apariencia comercial. El alimento reunido en buen estado es entregado a instituciones que trabajan con personas en situación de vulnerabilidad.
“La génesis de los bancos de alimentos es rescatar aquello que por alguna cuestión no llega a la góndola y que se tira. En general estamos entregando una gran mayoría de alimentos secos: arroz, polenta, fideos, azúcar, yerba. Hace un tiempo vimos la necesidad y la importancia de incorporar frutas y verduras”, explicó a Bichos de Campo Javier Fornieles, presidente del Banco de Alimentos de Balcarce.
Cuando se habla de descarte de frutas y verduras no hay que pensar en una banana madura al punto de tener hongos o de un tomate abollado y roto. En la mayoría de los casos se trata de cuestiones cosméticas que nada afectan la calidad: una zanahoria torcida, una naranja con cáscara manchada o una cebolla demasiado pequeña. Aunque no sean atractivas para el mercado, su valor nutricional está intacto y son el objetivo de estas organizaciones.
La Argentina cuenta con 25 bancos de alimentos distribuidos entre todas las provincias y nucleadas en una red nacional. La unión de estos tres bancos en Buenos Aires representa el primer trabajo de colaboración realizado en el país.
La primera estrategia conjunta se llevó adelante hace unos años pero no tuvo éxito. El plan era rescatar frutas y verduras de los tres mercados que concentraban la venta en Mar del Plata. Sin embargo aquello que se conseguía estaba en un estado de pudrición avanzado, o si era viable no tenía gran durabilidad.
“Los puestos de los mercados tenían dos opciones a final de la semana, tirarlo a los contenedores o dárnosla a nosotros. Rescatábamos pocos alimentos y de mala calidad porque era el descarte. Había que traerla a los galpones de cada ciudad, distribuirla, y en uno o dos días esa mercadería ya no se podía aprovechar”, recordó Fornieles.
El foco viró luego a la otra punta de la cadena: los productores. El rescate aumentó no sólo en proporción sino en calidad.
¿Y por qué los cultivadores descartarían su propio producto? Porque al no cumplir con los estándares comerciales muchas veces los empaques se los rechazan. O incluso por falta de demanda.
Los bancos, que facilitan el retiro de esa mercadería en forma gratuita de las chacras, ofrecen a cambio capacitaciones para los productores interesados, que se realizarán de la mano del INTA y de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Mar del Plata. Se espera que pronto se sume a este proyecto el Senasa.
Ante la escalada de alimentos recuperados -se recuperan alrededor de 20 mil kilos mensuales y esperan llegar a 40 mil el próximo año-, los tres bancos alquilaron un predio de 11 hectáreas, perteneciente a la Sociedad Rural marplatense, donde cuentan con galpones para guardar los alimentos y oficinas.
“Es beneficioso para nosotros y para el productor. Las capacitaciones serán en materia de Buenas Prácticas Hortícolas, para lograr una horticultura más sustentable sin dañar el ambiente”, contó el directivo del banco de Balcarce. A eso se le sumarán cursos para preparar al personal que trabaje en ese cordón productivo, con el fin de aumentar la tasa de empleo.