En este artículo para Bichos de Campo, Alejandro Larroudé, director de Impuestos de la firma especializada BL&Cia, analiza el alcance de las promesas de reducción del 90% de los impuestos nacionales, realizadas durante la cadena nacional por el primer año de gestión del presidente Javier Milei el 10 de diciembre pasado.
Un fuerte impacto generaron las declaraciones del presidente de la Nación, durante un mensaje en cadena nacional el pasado 10 de diciembre, especialmente cuando mencionara que el equipo económico trabaja en una reforma fiscal que implica “eliminar el 90% de los impuestos nacionales” y devolver “autonomía tributaria a las provincias”.
Lo primero que debemos considerar es que el gobierno prevé una reducción de la cantidad de tributos (90%), pero esto no necesariamente implicaría una disminución directamente proporcional en la carga tributaria que deberán enfrentar las personas y las empresas.
Recordemos que, en el sistema tributario argentino, conviven aproximadamente 160 gravámenes según lo informado por el IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) de los cuales algo menos del 8% de esa cantidad, recaudan casi el 95% del total.
Por eso sería muy importante una reforma integral del sistema tributario argentino.
Las consecuencias que derivarían directamente de esta reforma se entienden que apuntan a concentrar la recaudación en unos pocos gravámenes, al aumento de la base de contribuyentes y a la mayor facilidad en el control del cumplimiento de los tributos (reducción de la informalidad fiscal).
Esta idea anunciada por el presidente de los argentinos sobre fines del año pasado se pondría en práctica a lo largo del corriente año 2025.
Es posible también que esta reforma integral genere una menor carga impositiva en las empresas, ya que la disminución del gasto público y la baja sostenida de la tasa de inflación, podrían dar margen al gobierno para implementar un menor costo impositivo. Esto mejoraría los resultados de los contribuyentes en forma directa.
También podría cambiar todo el sistema de coparticipación tributaria ya que, dentro de la idea de la reforma integral, serían las provincias quienes recaudarían, por ejemplo, el impuesto a las Ganancias. Esto podría generar una suerte de pugna (en el buen sentido de la palabra) entre provincias ya que, si las tasas del tributo son distintas en cada una, habría empresas que podrían radicarse en la aquellas donde la carga impositiva sea menor pues el impacto del tributo en el resultado del ejercicio podría ser muy significativo.
Muchos gobiernos de turno han “prometido” reformas impositivas integrales, pero hasta ahora las mismas nunca llegaron a concretarse o simplemente se cumplieron en forma muy parcial.
Es de esperar que, de concretarse la reforma integral prometida por el presidente, las empresas podrían aumentar su rentabilidad y el gobierno se habrá anotado un gran punto.