En este columna del contador, Alejandro Larroudé, que es socio y director de Impuestos del estudio Barrero y Larroudé (BL&Cia) afirma que es necesario tener en las empresas agropecuarias un abordaje integral del planeamiento fiscal, ya que el mismo otorgará una optimización en su cumplimiento impositivo y un impacto positivo en el flujo de fondos, en la línea de resultados financieros y finalmente en la rentabilidad.
En las empresas agropecuarias existen dos o tres momentos o etapas fundamentales para realizar una excelente planificación fiscal.
Y cuando hablamos de planificación fiscal nos referimos al aprovechamiento de las distintas herramientas legales para que la carga tributaria sea la correcta (menor valor, valor diferido en el tiempo o ambas alternativas).
Muchas veces, las empresas no utilizan todos los beneficios que se encuentran en las Normativas (Leyes, Decretos, Resoluciones, etc.) que regulan los distintos impuestos.
Una de las consecuencias directas de esta falta de planificación, es el incremento del valor del tributo a abonar impactando negativamente sobre la rentabilidad en el negocio en su conjunto.
Hay una primera de las etapas que es muy importante: es la relativa al nacimiento de la empresa. Es decir, su constitución. Esta comienza con el trámite de obtención de la cuit y el resto de las inscripciones necesarias en los distintos organismos de contralor (AFIP y ARBA) y /o Registros necesarios.
En esta etapa de inicio, es necesario que se planifique fundamentalmente el tipo societario a adoptar SRL, SA, SS, SAS, Empresa Unipersonal, etc.) y la fecha de cierre de ejercicio.
Los beneficios impositivos que puedan lograrse de acuerdo con el tipo de actividad a desarrollar dependerán de bajo qué formas se desarrolle el emprendimiento y de la fecha elegida de cierre de ejercicio fiscal.
No será indistinto el monto a tributar por ciertos impuestos (por ejemplo, impuesto a las ganancias) con una sociedad anónima o de responsabilidad limitada que con una sociedad simple. Tampoco será igual el costo de constitución de una sociedad regular (SA o SRL) que el de una sociedad simple o de una empresa unipersonal.
La fecha de cierre elegida puede que tenga fundamental incidencia en el monto del impuesto a las ganancias a tributar en ese ejercicio, de acuerdo con la actividad que desarrolle.
Si es una empresa ganadera, tal vez un cierre anterior al momento de mayor parición sea conveniente frente a un cierre posterior al mes de mayores nacimientos.
En una empresa agrícola, con preponderancia de siembra de trigo, por ejemplo, tal vez un cierre oportuno sería noviembre y no diciembre.
La segunda etapa, que por lo general dura “para toda la vida”, es la que consiste en desarrollar la actividad de la empresa año a año. Esta etapa es lo que se conoce como planificación del ejercicio, donde la aplicación oportuna de las herramientas fiscales que convengan en cada año se traducirá en beneficio directo para la empresa, ya sea con una menor carga impositiva y/o con diferimiento en el pago de los tributos.
Tal vez, en un ejercicio es conveniente realizar contratos de leasing y en otros no; en algún ejercicio formalizar contratos de pastaje y en otros de capitalización; analizar si las personas que ocupan los cargos de dirección están en relación de dependencia o no y tantas otras herramientas de planificación fiscal del ejercicio.
En esta etapa a diferencia de la de inicio, la planificación impositiva va variando año a año al ritmo de los cambios en la Leyes impositivas y en las distintas situaciones económicas financieras por las que va atravesando la empresa. Por eso, es fundamental en esta etapa, la cercanía entre la empresa y su asesor. Cuánto más información provea la empresa a sus asesores impositivos, ellos tendrán la posibilidad de analizar cuáles herramientas aplicar para lograr el objetivo deseado.
Por último, puede existir una planificación de cierre. Esta tercera etapa no siempre sucede, ya que hay empresas que tienen una continuidad por décadas e incluso trasciende varias generaciones (en las empresas familiares). Pero también hay empresas que por distintos motivos pueden concluir su actividad.
Para esta etapa, también existen algunas herramientas de planificación al efecto de morigerar la tributación. Por mencionar alguna, las escisiones impositivas donde no hay impuestos a tributar.
Un abordaje integral de estas herramientas de planeamiento fiscal otorgará a la empresa una optimización en su cumplimiento impositivo y un impacto positivo en el flujo de fondos, en la línea de resultados financieros y finalmente en su rentabilidad.
Este abordaje requiere prestar atención a la hoja de ruta aquí propuesta mediante tres etapas. Las tres etapas tienen fundamental relevancia. No hay una más importante que otra y será muy importante, que se planifiquen adecuadamente las cuestiones trascendentales de cada una de ellas.