El ministro de Economía, Sergio Massa, no maltrató a la cadena ganadera por la suba de los precios de la carne como bien podían haber hecho en otros tiempos Néstor y Cristina Kirchner, o el patán de Guillermo Moreno. No tildó a los productores de especuladores u oligarcas. Más bien, Massa justificó el último aumento, de casi 30% a lo largo de la cadena, por el impacro de la sequía y el atraso que venían registrando los precios de la carne desde 2022.
Pero a la hora de apelar a soluciones para ese problema, recurrió a una vieja receta del kirchnerismo vernáculo: el regreso de las compensaciones a los feedlots.
En concreto, con la ilusión explícita de poder lograr un crecimiento del 25% en la oferta de carne vacuna en los próximos 120 días, es decir cerca de mitad de año, el gobierno se comprometió a financiar gran parte de los costos de los alimentos que necesitan esos establecimientos de engorde a corral. Es decir, subsidiará la soja y el maíz que se utilizan para dar de comer a los animales unos tres meses antes de que se los envíe al matadero.
“A fin de morigerar los efectos de la sequía, los productores podrán acceder a subsidios por hasta el 40% del alimento necesario para la terminación de los animales en feedlot. Esto permitirá a los productores tener una mejor alternativa de terminación y engorde, y también recuperar el estado corporal de las vacas madres. Se estima un ingreso de 180.000 animales por mes, ingresando unos 5000 nuevos productores”, exageró Economía en su informe sobre el paquete de medidas que prepara para la carne vacuna.
Aunque habrá que analizar la letra chica de la medida cuando se publique en el Boletín Oficial, vale recordar que entre 2008 y 2011, de la mano de Moreno y de Ricardo Echegaray, desde la ex ONCCA se armó un sistema de subsidios a los feedlots que terminó en grandes escándalos de corrupción, pues o se inventaban establecimientos para desviar dinero público o bien se exageraban las cifras consumidas de granos por dichos engordes. Los pagos recién se destrababan cuando los privados aceptaban dejar 15% de comisión a los funcionarios de ese organismo, que fue disuelto por Cristina Kirchner en 2011, para acallar las sospechas.
Quizás por ese antecedente, hasta ahora en Economía el equipo de Massa venía esquivando una definición sobre compensaciones a los feedlots, que también se vieron perjudicados, como otros muchos sectores, por la implementación de los sucesivos operativos del “dólar soja” tanto en septiembre como en diciembre, ya que son grandes consumidores de pellets de soja. La Secretaría de Agricultura sí avanzó en subsidios a los productores de cerdos y pollos, pero había dejado afuera a unos 4500 feedlots registrados, que estuvieron, en su mayor parte, soportando grandes pérdidas a lo largo de casi todo el año pasado porque los bajos precios de la carne no llegaban a compensar los costos de producirla.
Estas pérdidas, que llegaron hasta los 30.000 pesos por animal engordado, provocaron que hacia octubre pasado los feedlots cayeran en su nivel de “llenado” (capacidad ocupada) hasta poco más del 60%, uno de los pisos históricos de la actividad.
Ahora, el gobierno aspira a que recuperen niveles de actividad con unas 180.000 cabezas adicionales en engorde, que no solo se venderán más caras, sino que tendrán el alimento subsidiado en buena medida. Adicionalmente, la relación compra/venta por el momento se mantiene favorable para los invernadores.
Una cosa a revelar es cómo se pagará el subsidio, ya que la pretensión oficial es que no sean las empresas responsables de dichos establecimientos las que cobren el subsidio, sino directamente los productores que les envíen los animales y contraten sus servicios de “hotelería”.
En ese caso, una aclaración de las autoridades era que “cada productor (CUIT) podrá ingresar hasta 100 animales al programa, el cual solo podrá tener como destino al consumo en el mercado interno”. Los detalles de la instrumentación de la norma serán conocidos en el transcurso de esta semana.