Emiliano Huergo desde hace años que dejó de ser “el hijo de” y tiene nombre propio como divulgador de todo el universo que ofrece la biotecnología agrícola y los innumerables productos bio que puede generar, empezando por los biocombustibles. Como director del sitio especializado Bioeconomía, conoce al dedillo todo lo que sucede en ese universo que surge a partir de la transformación de vegetales en otras cosas. Y como gran conocedor, también sufre con la parálisis actual que muestra la Argentina, ya que se han estancado los emprendimientos para producir combustibles renovables y se demora la llegada de nuevas tecnologías.
De todo eso hablamos con Emiliano, que es consultor en bioeconomía:
-¿Cuándo empezó tu vocación por buscar lo bio?
-Uf… Yo estaba en la facultad en ese momento, sería fines de los 90, lo conocí a Claudio Molina. Y bueno, mi viejo había estado en el INTA, había conocido el biodiesel, me habló del biodiesel, me había puesto a investigar, armé una web que en ese momento era muy básica.
-Tu viejo es Héctor Huergo, el histórico editor de la sección rural de Clarín.
-Él me dijo ‘che, esto puede está bueno’. Yo tendría 20 cortitos. Ahí arranqué y después apareció Claudio Molina, que venía de la industria aceitera. Claudio fue director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles desde su fundación.
-Fue uno de los grandes promotores de la primera Ley de Biocombustibles de 2006.
-No hubiéramos tenido ley sin Claudio. Claudio fue quien fue a visitar diputado por diputado, senador por senador, les explicó lo que era, con la paciencia que él tiene, lo importante que era. Y bueno, ya desde aquel momento vengo trabajando con todo esto. Arranqué con los biocombustibles y después fui ampliando a todo lo que tiene que ver con la transformación de vegetales o subproductos animales, o incluso microorganismos, todo lo que tenga que ver con productos que puedan servir para la vida de las personas.
-¿Hay un mundo que se nos está escapando a los argentinos?
-Sin duda. La comparación con Brasil duele, duele mucho. Porque Brasil arrancó (salvo con el etanol hace 40 años) con el biodiésel después que nosotros y ya nos pasaron por arriba. Hoy tienen un mandato de corte que es el doble que el nuestro, con un mercado muchísimo más grande. Y han pasado diferentes gobiernos, con diferentes ideologías políticas, y la política a favor de los Bio se sigue manteniendo. Yo recuerdo, debe hacer más de 10 años, un evento que se hizo en el edificio de YPF, organizado por la Secretaría de Agricultura, donde vino un brasilero. Ellos estaban muy por debajo que nosotros con biodiesel, recién arrancaban. Y dijo: “Nosotros dentro de 10 años vamos a ser los mayores productores de proteínas del mundo y necesitamos colocar los subproductos. Los subproductos de las proteínas son los biocombustibles”. Ellos van a fondo con los biocombustibles y por eso nosotros exportamos el grano y ellos exportan el biocombustible o lo procesan en el mercado interno.
-Mientras perdemos el tren, nosotros seguimos importando combustibles no renovables, fósiles.
-Exactamente. Exportamos petróleo e importamos gasolina y diésel. No tenemos capacidad de refinación y no hay proyectos para aumentar la capacidad. Ha habido por ahí inversiones en mejorar la calidad del combustible, sobre todo el diésel, pero es algo que todavía estamos atrasados porque nuestro diésel es de mala calidad respecto a lo que hay en Europa o en otras partes del mundo. Y más teniendo en cuenta que nosotros usamos motores que generalmente vienen de Europa. Estamos muy por debajo de la calidad y así y todo preferimos importar combustibles fósiles que integrar los biocombustibles a nuestra matriz energética.
-¿Y eso es culpa de los lobbies? ¿Es culpa de nuestra propia idiotez colectiva?
-Yo creo sin duda que hay lobby. Esto es muy marcado, uno todavía sigue escuchando argumentos que quedaron obsoletos 10 años atrás sobre los biocombustibles. ¿Qué dicen los lobbistas anti-crecimiento? Por ejemplo, te van a decir que atenta contra la alimentación del mundo, que no se pueden quemar alimentos. Como si los médicos nos recomendaran comer fritos, o como si el aceite fuera un alimento, cuando la soja es 80% harina con cuarenta y pico por ciento de proteína. O sea, si vos haces una tonelada extra de soja para ser biocombustible se genera más alimento. De la soja sacás solamente 20% a 25% de aceite, que es lo que vas a usar para el biocombustible, y tenés el 80% que podés convertir en carne. ¿Y qué es lo que el médico te dice? Que no consumas tanto aceite.
-Ese argumento de biocombustibles versus alimentos sigue escuchándose cada tanto…
-Por un lado tenés esa discusión que todavía hay gente que te la dice. Pero por otro lado, creo que es lo más grave, hace años que no tenemos un secretario de Energía que sea secretario de Energía, es decir que tenga una visión integral de hacia dónde va el mundo de la energía. Tenemos secretarios de Energía que vienen de la industria del Oil y Gas. Y desde mi experiencia, no hay persona más cerrada que la que viene de Oil y Gas.
-Están cerrados, obstinados en Vaca Muerta como única clave.
-Fíjate que tenés RIGI para Vaca Muerta, no tenés RIGI para agroindustria. Más claro que eso creo que no hay. Ahora nos enteramos del problema con YPF, que de alguna forma vamos a tener que pagar todos los argentinos… Pero llevamos 20 años postergando los biocombustibles en favor de Vaca Muerta.
-Igual la de los biocombustibles es una pequeña parte de la discusión. Hay otro universo enorme de lo Bio que está sucediendo en todo el mundo Biogás, biomasa, microorganismos utilizados para transformar cosas, hacer productos industriales nuevos… ¿Todo eso también está detenido en la Argentina?
-Yo creo que sí. Lo más fácil y lo más natural es decir vamos con los biocombustibles. Es como el primer paso, es la tecnología más conocida, todo lo otro es más novedoso y si querés de más riesgo. Hubo y están habiendo proyectos de biogas que tienen que ver también con una forma de solucionar un pasivo ambiental a través de algo que genera renta. Entonces, aquellas industrias que tienen residuos orgánicos se encuentran con el biogás. Pero después mucho más que eso no hay. También sucede que tenemos dificultad de acceso al financiamiento, y es difícil que ante marcos inestables las empresas o las industrias hagan inversiones de riesgo.
-¿Qué pasa en otros lugares?
-En Brasil están pensando ya en hidrógeno a partir de etanol, hay varios proyectos pensando en cultivos funcionales hacia la nutrición, o sea, mejorar a través de la biotecnología las cuestiones nutricionales de cultivos para hacer mejores alimentos. Bueno, nosotros en los últimos años nos hemos estancado mucho. Veníamos muy bien y nos fuimos estancando. Europa siempre vio a la bioeconomía como algo ambiental pero defensivo: certificación, trazabilidad, no queremos transgénicos. Ahora están pensando lanzar el año que viene una nueva estrategia de bioeconomía ya no vista por el lado ambiental sino vista a partir del desarrollo industrial.
-O sea, todo esto bio está dejando de ser algo ambiental para hacer algo económico. Para meterlo en la matriz productiva de los europeos.
-Exactamente, viene por ese lado y eso está en discusión ahora. Europa no tiene mi admiración para nada, Pero ellos se han dado cuenta, por ejemplo, de que las barreras a la biotecnología los frenaron en el desarrollo. Ahora están viendo la biotecnología desde otro modo.
-¿Qué fue lo que más te sorprendió para decir ‘qué lindo sería que esto suceda en Argentina’?
-Difícil, porque hay un montón de cosas que son divertidas, de nicho… Si vos me decís por magnitud, por volumen, me encantaría tener un marco regulatorio de biocombustible como tiene Brasil, porque ahí tenemos un montón de oportunidades. Exportamos muchísimos granos de maíz sin procesar, tenemos todos estos cultivos nuevos, estas oleaginosas invernales de servicio, que tienen un potencial enorme para biocombustible para aviones… Somos el mayor exportador mundial de aceite de soja, pero tenemos las plantas de biodiésel más modernas del mundo cerradas. Entonces, bueno, con una ley tendríamos un marco y todo un sector bio funcionando a full.
-¿Y de innovaciones divertidas? ¿Qué te gustaría que se hiciera en la Argentina?
-Hay muchas cosas divertidas. Una empresa en Alemania está haciendo juguetes sexuales con maíz. Esas cosas son divertidas. La imaginación de la gente, que te dice para empezar que en un lugar tan íntimo, un material biológico es mucho más noble que cualquier otro material fósil.
-Y lo peor es que tienen razón.