Si a un sector le cae de lleno la exigencia de la Unión Europea (UE) de una nueva certificación para que los commodities que importa no provengan de zonas deforestadas ese es el sojero, que siempre está sospechado de haber desmontado en exceso durante los primeros años de este milenio en las provincias del norte del país, justamente para ampliar la frontera agrícola.
Por eso alguien que tiene mucho para decir sobre esta medida, que forma parte de la famosa y controvertida Agenda 2030, es Rodolfo Rossi, el presidente de la cadena de la soja en la Argentina (Acsoja).
“Yo soy un crítico de aceptar todas las regulaciones que vienen en forma directa, que no son negociadas, que después se quieren copiar como política espejo a todos los países del mundo, aunque salgan de algún solo país o de alguna sola región, como es el caso de la Unión Europea. O sea, son legislaciones que ellos a lo mejor necesitan para seguir manteniéndose, pero que nos imponen a los países que necesitamos desarrollarnos”, definió de entrada el decano de la soja en la Argentina.
Según esta visión, las imposiciones de la Unión Europea sobre deforestación y otras del mismo estilo “se nos meten a veces en la manera de producir, en cómo debemos explotar nuestros recursos”.
“Nosotros aceptamos temas importantes en los que la comunidad internacional está de acuerdo, como es reducir la huella de carbono, los gases efecto invernadero. Pero después hay políticas que se aplican y que realmente los gobiernos argentinos han aceptado a lo mejor sin tanta discusión interna. El caso más evidente en los últimos meses es el de que te van a exigir para comprarte soja o carne que venga de áreas libres de deforestación”, explicó luego el titular de Acsoja.
-¿En ese caso les toca directamente a ustedes?
-Sí, directamente, están la soja, la ganadería argentina y la actividad forestal. La harina de soja es la principal exportación en la Argentina, y el 30% va a Europa. Entonces es un compromiso muy grande cumplir con esa reglamentación. Nosotros lo que estamos trabajando es separar lo que es el tema privado, que es lo que hoy por ejemplo se conoce como VISEC, que es una plataforma ideada por la Argentina, probablemente pionera a nivel del Mercosur e incluso Estados Unidos, que trata de alguna manera de trazar toda la cadena de la soja y cumplir con esta legislación.
–¿Y el aspecto público de esa normativa europea?
,-Todavía no están todos los puntos claros cuando faltan tres o cuatro meses para empezar a exportar o un mes para empezar a hacer el crushing (de la soja que se exporta a partir de enero). Que no estén los puntos claros es un riesgo porque capaz que te cambien las reglas de juego y son más exigentes. Aparte de que cuando esto empieza, después no sabés dónde termina. Hoy son los bosques, mañana son los humedales, que ni siquiera sabemos cuáles son en la Argentina… Por eso separamos lo privado, que tiene que adaptarse de alguna manera porque acá la penalidad es para el importador, de lo público.
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Para Rossi está claro que, más allá de la implementación puntual del sistema VISEC, el conflicto pasa ahora por “la acción gubernamental, la acción política en la Argentina. Desde nuestro punto de vista (esa gestión) estuvo media lenta, medio dormida, por lo menos hasta hace unos días que algo cambió comparado con los otros países de Mercosur e incluso con Estados Unidos. Entonces tenemos que ir a discutir, a negociar”.
-¿Qué es lo que hay que negociar entre gobiernos?
-Primero, el tema de que es una decisión unilateral, que tenemos un país que prácticamente produce un 85% de su soja y carne en zonas que han sido desmontadas hace muchos, muchos años. No se le puede pedir a cada productor la misma exigencia, y que un productor del Chacabuco que certifique como un productor del Gran Chaco. Lo que nosotros decimos es que los europeos, por un lado, hicieron oídos sordos a los reclamos que hubo también en parte del gobierno argentino. Deberemos seguir insistiendo en ese tipo de cosas.
-Cambiaron las autoridades en Agricultura. ¿Cambió la actitud argentina?
-Estuvimos conversando el otro día y es como que va a haber una acción un poco más potente, aunque ya se venía manejando una acción dentro de la OMC respecto de este tema.
-Ahora hay un pedido concreto de todos los países de la región Mercosur de que se prorrogue, para justamente encarar la discusión.
-Exactamente. Hemos visto como los delegados y ministros de los distintos países a los que se sumó la Argentina, por fin pide una prórroga. Capaz que esa prórroga no se dé, no sabemos. Pero probablemente se dé porque también hay países dentro de Europa, como Alemania, que están pidiendo una prórroga. Ahora, ¿qué es pedir una prórroga? Que esto venga un año después. Algunos brasileños dicen learning by doing, o sea ir aprendiendo mientras lo vamos haciendo, como para ir adaptando. Esa puede ser una posibilidad. Y la otra, como muchos opinan, es patear un poco la pelota lejos y ver qué pasa.
-Pero igual, de todos modos, la agenda de la sustentabilidad está y hay una demanda, incluso de consumidores argentinos.
-Por supuesto. Por eso hablamos a veces de una tercera posición, en el sentido de destacar la calidad y sostenibilidad de la producción argentina, Hoy es líder en el mundo, basado en lo que es la siembra directa y las buenas prácticas, etcétera. Podemos mostrar al mundo que tenemos productos diferentes, que los podemos trazar, que tenemos tipo de certificación. Si estamos tan bien, tenemos la oportunidad también de poder demostrarlo. Aprovechemos ese tipo de oportunidades.