El nivel de actividad de la industria oleaginosa argentina se recuperó luego de experimentar un bajón a mediados del presente año. El último dato oficial disponible indica que en octubre pasado fue un 0,3% superior al del mismo mes de 2024, mientras que el acumulado de los primeros diez meses del año arroja una suba del 5,1% (por encima del promedio del 3,0% del rubro de alimentos y bebidas).
El dato, reflejado en el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) medido por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), evidencia que el sector pudo hacer frente de manera satisfactoria a la enorme competencia del sector exportador, que en el presente ciclo comercial 2024/25 declaró embarques por 12,1 millones de toneladas, una cifra que contrasta con los 4,6 millones exportados de poroto en 2023/24.
En julio se registró una auténtica “sequía comercial” luego de un aumento de las retenciones agrícolas, luego de lo cual el gobierno nacional se vio forzado a reintroducir en el mes de agosto una rebaja de alícuotas, que derivó a fines de septiembre en el régimen de suspensión de derechos de exportación, cuyos efectos en el sistema de formación de precios de la soja persisten hasta la actualidad.
Adicionalmente, a mediados de año el factor geopolítico comenzó a jugar a favor de la exportación de soja sin procesar, que ganó protagonismo como producto de la agresiva demanda china de poroto en el Mercosur para así evitar compras originadas en EE.UU., las cuales recién fueron retomadas –a cuentagotas– en el pasado mes de noviembre.
Buena parte del “bache” de oferta de la soja argentina pudo ser compensado por el poroto importado, mayormente de Paraguay, lo que representó una ayuda importante para mantener el nivel de actividad en niveles adecuados.
La demanda aceitera ciertamente siguió activa gracias a la recuperación del precio internacional de la harina de soja, que comenzó a entonarse de manera pronunciada a partir de octubre pasado.
Parte de la recuperación del sector oleaginoso se explica además por el crecimiento de la molienda de girasol. Datos oficiales indican que en enero-octubre de este año el procesamiento de esa oleaginosa fue de 4,06 millones de toneladas versus 3,31 millones en el mismo período de 2024.
Por su parte, en octubre pasado la actividad de la industria molinera argentina procesadora de trigo creció un 2,2% respecto del mismo mes de 2024 y acumula en el año un crecimiento del 8,4%. Parte de ese crecimiento quizás se explique por un proceso de formalización sectorial que está emprendiendo el gobierno nacional.
El IPI manufacturero incluye un exhaustivo relevamiento de todas las actividades económicas que conforman el sector industria manufacturera y la cobertura geográfica es para el total del país.
Es un indicador de coyuntura que mide la evolución del sector, con periodicidad mensual, tomando como variables para su cálculo la producción y ventas de unidades físicas, la utilización de insumos, el consumo aparente, la cantidad de horas trabajadas del personal afectado al proceso productivo y las ventas a precios constantes. En total los técnicos del Indec relevan más de 5000 empresas industriales.







