El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, se reunió esta tarde de modo virtual con la cadena de ganados y carnes para intentar acercar posiciones en torno a un plan ganadero que permita incrementar la producción de carne en el mediano plazo. Allí volvió a repetir la misma promesa que hizo en las últimas semanas a varios dirigentes del sector: que esta misma semana se conocerá el decreto que flexibilizará algo el cepo a las exportaciones de carne vigente desde el 20 de mayo.
Kulfas, está visto, repite la carne.
Ya lo hemos contado y por eso sintetizaremos en un solo párrafo en qué consistiría esa mayor apertura exportadora: se liberarían los cortes de vacas viejas que no tienen cabida en el mercado doméstico porque ningún argentino en su sano juicio los comería. Por ejemplo, el asado de una vaca de descarte, que está dentro de la lista de siete cortes prohibidos junto al vacío, el matambre, la cuadrada y otros cortes.
Además se buscaría un mecanismo para destrabar los envíos de cortes kosher para Israel, que siguen prohibidos porque no forman parte de ninguna de las cuotas arancelarias -como la Hilton o la 481- que sí quedaron totalmente habilitadas y a salvo del recorte del 50% en los volúmenes, dispuesto para todo el resto de las exportaciones.
Nadie entiende bien por qué razón desde hace un par de semanas Kulfas repite ante diversos interlocutores de la cadena la misma promesa: que la publicación de ese decreto es inminente. Lo volvió a hacer este lunes en dos o tres ocasiones, mientras los diferentes eslabones de la extensa cadena de ganados y carnes volvían a repetir -por enésima vez ante los diferentes gobiernos- que medidas hay que tomar para fortalecer la oferta para que esta supuesta crisis de oferta no se repita.
Kulfas repite la carne. Por eso mejor desconfiar y esperar el decreto para ver qué dice la letra chica.
Una explicación a la ya visible demora de esta flexibilización del cepo a las exportaciones es que Kulfas y el vicepresidente del Senasa, Carlos Milicevic, están poniendo a punto el sistema de control de los cupos que se aplique en el futuro, pues si se libera la vaca manufactura deberán ser los técnicos del organismo sanitarios los que deberían controlar de qué categoría bovina proviene tal o cual corte vacuno antes de autorizar su exportación.
Otra explicación es que Kulfas, que ha quedado como solitario interlocutor ante los privados, no ha recibido todavía el aval de sus mandos superiores, léase especialmente como Cristina y Máximo Kirchner, quien por estos días están muy abocados al armado de las listas de candidatos.
La explicación más sensata, sin embargo, parece ser que el gobierno está haciendo tiempo para comprobar que los precios de la carne vacuna han detenido su fuerte escalada de los últimos meses. Esta tendencia, si bien no cumple con la baja prometida por el gobierno cuando cerró las exportaciones, le permitiría a los funcionarios una salida elegante, pues atribuirían esta mayor calma a la “exitosa” medida que tomaron.
Kulfas repite la carne.
Pero la posibilidad de montar un relato exitoso parece muy remota. El IPCVA (Instituto de Promoción de la Carne Vacuna) acaba de publicar su informe sobre los precios correspondiente al mes de junio y el resultado sigue siendo catastrófico: Mostró “subas significativas, del 7,7% en junio de 2021 con
respecto al mes de mayo”, mientras que “con respecto a los valores de junio de 2020, los precios promedio de la carne vacuna del sexto mes del
corriente año se ubican un 90,3% por encima”.
Así las cosas, el mes pasado el promedio del kilo de carne argentina elaborado por el IPCVA quedó en 719,49 pesos.
¿Repite? No gracias, paso.