Hoy en la Argentina la principal dificultad a la hora de hacer agricultura a gran escala son las malezas resistentes a los herbicidas, un fenómeno agronómico que puede llegar a complicar los rindes de los principales granos y a elevar mucho los costos. Hay más de veinte especies y biotipos que toleran determinados principios activos muy usados en el país y que, en algunos casos, hasta ofrecen resistencias a múltiples productos. Sea glifosato, inhibidores de ALS o ACCasa, o a los hormonales: 2,4-D y Dicamba.
Los yuyos más temibles, y por ello populares, en toda el área agrícola van desde las latifoliadas (hoja ancha), como el yuyo colorado (Amaranthus) y la rama negra (Conyza), hasta las gramíneas, que varían un poco más por zona, pudiendo aparecer poblaciones de sorgo de alepo, raigrás, Chloris, Eleusine, Digitaria, Echinochloa, entre otras.
En este entorno cada vez más complejo, “el principal foco de investigaciones de las empresas aquí este orientado a este tema”, según mencionó el director de marketing de Corteva, Julián Sudera. “En Brasil, por ejemplo, ponen más énfasis en las enfermedades, ya que allá tienen la roya asiática que incide gravemente en los cultivos”, contó a Bichos de Campo.
Mirá la entrevista completa con el director de marketing de Corteva para la región Cono Sur:
Frente al avance de las malezas resistentes, “aquí tenemos muy buenas herramientas”, mencionó Sudera, quien recordó que su compañía el año pasado lanzó el maíz Enlist. Con esta tecnología incorporada a la semilla el cultivo soporta aplicaciones de Enlist Colex D (un 2,4 D, de acción sobre hoja ancha) y Galant HL (Haloxyfop, un graminicida). “Antes si había problemas de gramíneas el productor desistía de hacer maíz y pasaba a soja”, recordó el especialista.
Ver: Rafael Frene, de Corteva, explica para qué sirve el flamante “Maíz Enlist”
En cuanto a la llegada al país de la variedad Enlist para soja, el directivo mencionó que la demora se explica en que todavía no existe “captura de valor de la tecnología”. En otras palabras, la demora obedece a que no existe un marco normativo (la famosa y demorada Ley de semillas) que asegure al obtentor un retorno justo por sus investigaciones.
En cambio, esa variedad de soja “se lanzará en Brasil, Uruguay, Paraguay, mientras que aquí quedamos a la espera de este marco para la captura de valor”, determinó Sudera. Todo dicho.