Como en tantas economías regionales, en el sector de peras y manzanas la producción se sigue concentrando. A contramano de un discurso que durante años dijo tender a ayudar a los productores más chicos, éstos son los que van desapareciendo y con bastante rapidez.
Juan Oller es vicepresidente de la Federación de Productores de Peras y Manzanas de Río Negro y Neuquén y presidente de la Cámara que agrupa a los chacareros independientes del Valle Medio, una región que va de Villa Regina a Conesa y donde él tiene su chacra. “En esa zona hace 7 años contábamos con 500 productores y hoy quedamos 127”, estableció.
Luego indicó que esa ´misma tendencia se sigue en toda la provincia, es especial en el Alto Valle, donde está el grueso de la producción: “Hoy tenemos no más de 1.500 productores cuando hace 10 años éramos 10.000, la cantidad se redujo al 15%”.
Contó que del total de la oferta de esas frutas, “antes el 70/80% era de productores y el resto de empresas (integradas con las tareas posteriores de empaque, comercio y hasta exportación). Ahora la relación es la inversa, pero la cantidad de hectáreas dedicadas a peras y manzanas es la misma, cerca de 45 mil hectáreas de frutales”.
Escuchá la nota a Juan Oller:
Según el productor y dirigente, faltan políticas de Estado que permiten revertir o al menos detener esta tendencia, que hace tiempo está afectando a esta y a muchas otras actividades regionales. “Hay que segmentar y tratar al pequeño y mediano productor de forma especial para que no sigan desapareciendo. Se habla mucho de generar mano de obra primaria local, pero cuando llegamos a los hechos dejamos que se pierda”, se lamentó.
El mayor problema por el que desaparecen los productores chicos en estas actividades tiene que ver con el precio que se les paga y que en la mayoría de las veces no cubre el costo de producción. Es una situación que podría volver a repetirse esta campaña que se está iniciando, pese a las múltiples promesas en contrario que se escuchan.
“Este año todavía no hay números reales respecto del precio. La semana pasada se presentó el costo de producción (se trata de un trabajo timoneado por el INTA) para peras y manzanas, que este año es de 32 centavos de dólar, y que se presenta todos los años pero nunca se cumple. El año pasado fue de 26 centavos y por la manzana se pagaba 30 pesos y por la pera 17 pesos. Siempre estamos un 30% abajo del costo”, comentó Oller.
Las empresas integradas tienen más chances de sobrevivir porque manejan otros números y pueden bajar costos comerciales, además de que sumaron volumen de producción en los últimos años. En ese contexto se pueden dar el lujo de pagar menos al agricultor independiente, que pasa a ser la variable de ajuste del negocio.
“Para eso el más grande se termina comiendo al más chico. No entendemos cómo es que algunas empresas venden en el Mercado Central fruta a 22 centavos de dólar. ¡Bah! Si lo sé… Es porque venden en negro y luego la AFIP nos viene a controlar a nosotros y no a ellos, controlan a los que tienen menos recursos”, estableció el productor rionegrino.
Oller agregó que entre las políticas diferenciales que requieren estas actividades está la vinculada al tema laboral. Por un lado explicó que se complica contar con personal para las cosechas “porque cobran planes o porque hay plata de la política”. Pero además dijo que no se pueden firmar paritarias que afectan a estas actividades que dan mano de obra intensiva como si fueran una producción extensiva.
“Cuando hablamos de mano de obra intensiva significa que por cada hectárea tenés de 5 a 6 empleados, pero desde Nación no se entiende ese. Desde UATRE (el greio de trabajadores rurales) se negocia una paritaria cuando en la pampa húmeda tenés en empleado cada miles de hectáreas”, indicó el fruticultor.
Pero así como hay malas noticias y sobran también hay alguna señales positivas en este rubro. Desde la Federación de Productores, y en conjunto con el gobierno de Río Negro, hace tres años funciona un programa para que los pequeños productores vendan su fruta directamente el Ministerio de Educación, para los comedores escolares, respetando el costo de la actividad.
“Es la única solución que le vemos. Educación nos compra mucha fruta y nos respeta el costo de producción y creo que en un futuro se va a replicar en Neuquén y vamos a ver si podemos llegar a Buenos Aires. Si se empieza a replicar esa sería una buena alternativa para el pequeño productor”, evaluó Oller.