Desde hace 32 años que Juan Manuel Alberro administra un establecimiento ganadero en cercanías Villa Minetti, en una de las zonas más ásperas donde se hace ganadería, en el noroeste de Santa Fe, carca de Chaco y Santiago del Estero. Por eso tiene muy claro que las formas de hacer ganadería en el norte del país han cambiado mucho en las últimas dos décadas, particularmente por la incorporación de genética, como la que el representa desde la Asociación de Criadores de Braford. De todos modos, cree que todavía la región está lejos de su potencial de producción ganadera. Cree que explotará cuando se apliquen muchas de las herramientas de producción que se emplean en otras partes del país, por ejemplo la cuenca del Salado.
En esta zonas, sometidas a extremos climáticos (sequía o altas temperaturas) y con alta circulación de ectoparásitos ,el productor se ha visto obligado a incorporar genética y conformar un rodeo más aguantador. De ahí el desarrollo y expansión de dos razas sintéticas, como Brangus y la Braford, que tienen mezcla de sabgre cebuína con razas británicas. Esta última, con presencia en las ocho norteñas, ha demostrado tener cualidades adaptativas para formar parte de los distintos planteos ganaderos.
Sin embargo, como presidente de los criadores de Braford, Alberro está convencido que falta mucho por hacer, para explotar el gran potencial ganadero que tiene el norte. “Ojalá tuviéramos la mayor cantidad de certidumbre posibles para poder invertir. Hay que invertir para desarrollar los campos, para hacer alambrados y solucionar el tema del agua. En muchos lugares no tienen agua y están a menos de 100 kilómetros del río Paraná. Pero bueno, la película es que el norte se viene desarrollando fuerte”, dijo Alberro en su diálogo con Bichos de Campo en el marco de la reciente exposición ExpoBra.
A pesar de estas y otras limitaciones, los ganaderos del norte han logrado una gran difusión de estas razas. ” En el caso puntual de Bradford se ha transformado en un biotipo de animal muy eficiente en la conversión de materia seca en carne. A eso se suma que son animales más rústicos, que no tienen problemas con los excesos de temperatura. Por ejemplo, como pasa el verano, un ternero Bradford feedloteado, realmente le saca ventajas a las herramientas tradicionales ya probadas”, explicó el ganadero.
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En este sentido, el presidente de esa asociación de criadores contó que el desafío de su gestión es esparcir la mayor cantidad de genética Braford por el territorio nacional, aprovechando estas características y las posibilidades que ofrecen las nuevas formas de remates electrónicos y de la comercialización de la ganadería en general.
En cuanto a la transformación del rodeo del norte , Alberro asegura que todavía queda mucho camino por recorrer. Pero confía en que la aceleración de este proceso está al alcance de los más jóvenes. “El cambio más grande se va dando con los cambios generacionales. Cuando aparecen los hijos que pudieron estudiar, que son veterinarios, agrónomos o técnicos, formados en las escuelas agrotécnicas. Eso se ve muy claro, sobre todo cuando las las generaciones anteriores dan lugar a que a que se incorporen los los jóvenes. Eso también es parte del desarrollo del norte de de la Argentina”, destacó.
-Además de la genética, ¿qué otras tecnología de proceso se van implementando para seguir profesionalizando el manejo ganadero en esta región?
–Acá hace unos años atrás no se hablaba de las todas las herramientas que se utilizan en la cuenca del Salado. Hoy te sorprende ver la cantidad de esas herramientas que se fueron adoptando. Por ejemplo, el rodeo estacionado, el destete anticipado, el mover el ganado en el momento del destete de acuerdo a la oferta forrajera y al clima. Todos esos procesos en el norte se han ido incorporando muy fuerte, pero todavía falta un porcentaje grande de productores que lo tienen que ir haciendo.
-¿Cuántos criadores y cuántas cabañas de Braford hay?
-Nosotros estamos en 600 socios y cabañas alrededor de 500. Realmente un número importante. Tenemos muchas cabañas pequeñas de productores pequeños pero que que trabajan también los cambios tecnológicos. Todo ese grupo de criadores chicos impacta mucho porque le da mucho dinamismo al mercado y compiten en las exposiciones de igual a igual con las cabañas más grandes.
“Esto es pasión. O sea, la genética es un pasión. Obviamente todos apuntamos a que sea un negocio. Pero tenés que tener un poquito de locura por la ganadería. En el caso nuestro, la Bradford, te exige un nivel de meticuloso y de trabajo y de constancia que si no lo tenés es muy difícil lograr un objetivo”, concluyó Alberro.