El agro nos provee de cosas para comer y vestir, pero desde hace rato que el agro también produce energía.
La generación de bioenergía a partir de subproductos de las actividades agropecuarias se plantea como una alternativa de negocio más que interesante en la Argentina. Ahora, ¿de qué hablamos cuando hablamos de bioenergía?
Según José María Méndez, jefe de la Agencia del INTA Totoras, en Santa Fe y coordinador nacional del tema en ese organismo, esta energía de la naturaleza “no es más que la energía contenida dentro de la biomasa”.
“La biomasa nace y se almacena básicamente en los vegetales, los cuales a través de la fotosíntesis almacenan energía. Es decir que estos actúan como una especie de pila o batería. A su vez, dentro de la cadena trófica todos los que consumen vegetales son acumuladores de energía, y cada vez en mayor cantidad. Es así de sencillo o de complicado”, dijo Méndez en diálogo con Bichos de Campo.
Mirá la entrevista completa a José María Méndez:
Méndez cuenta con mucha experiencia en capacitación, transferencia y adopción de tecnología en el territorio, y desde el año 2007 trabaja en el en el Proyecto Específico Agregado de Valor en el Módulo de Bioenergía (PNAyAV).
Para el especialista, es clave trabajar en el territorio de la bioenergía para desarrollar aún más las empresas del interior y que no dependan tanto de las energías convencionales. “La Argentina tiene un territorio muy extenso. Al estar los centros de producción tradicional de energía tan distantes unos de otros, eso obliga a tener una red de distribución importante, tanto de energía eléctrica como de gas natural. El problema es que esa red no llega a muchos lugares, o bien es obsoleta y no da un buen servicio”, explicó.
Incluso Méndez comentó que muchas veces esa energía tradicional no es suficiente para alimentar a las industrias, establecimientos y centros urbanos. “Muchas industrias del interior tienen que dejar de funcionar en determinadas horas del día porque esa energía que utilizan necesitan dirigirla a determinados centros urbanos, lo que limita la producción en muchos territorios del país, sobre todo agroindustrial”.
Una alternativa a la energía tradicional es la llamada Energía Distribuida, que, según el jefe de la Agencia del INTA Totoras, “es aquella que podemos proveer a través de biomasa producida o biomasa residual. La primera se produce para hacer energía, y la segunda es la que toma residuos o desechos, que muchas veces son un vacío ambiental, y los transforma en un activo económico o en otra forma de energía”.
A modo de ejemplificar los tipos de biomasa para generar bioenergía, María Méndez dijo “el cultivo de maíz puede destinarse a biomasa producida, o bien algunos cultivos forestales, el sorgo y el rastrojo De hecho, se están instalando plantas que funcionarán a base de biomasa de origen leñosa en el NEA. Mientras que para generar biomasa residual se pueden utilizar los desechos que vengan de un frigorífico, o bien los de una empresa láctea, o efluentes de la producción pecuaria: cerdos, bovinos de carne y leche, o aves”.
-¿Qué busca el INTA en materia de bioenergías?
-El objetivo fundamental del INTA es generar energía distribuida como un soporte para la agroindustria en origen. Creemos que apoyar el agregado de valor en origen trae arraigo, demanda de mano de obra y una mejor calidad de vida. Pero también, y aunque no sea objetivo del INTA, esto aporta a la matriz energética, y permite no depender solo de un combustible o de energía fósil. Yo digo que la energía distribuida reúne tres ejes claves: es viable en lo económico, porque permite que la agroindustria funcione, en lo social porque demanda puestos de trabajo, y en lo ambiental, porque genera una menor emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Ver: Una pequeña empresa juguera de Río Negro quiere producir biogás a partir del orujo de las frutas
-¿Cuál debería ser la prioridad de Argentina entonces? ¿Ponerse a producir cultivos o bosques para producir energía, o la prioridad está en aprovechar los residuos?
-Yo creo que es fundamental aprovechar los residuos de la agroindustria y de la producción pecuaria, por varios motivos. Por lo general, la producción pecuaria tiende a intensificarse o a aumentar el número de animales por superficie, y el problema es: qué hacemos con los efluentes que se generan en un espacio muy reducido; si los tiramos a la cuneta, al canal, o bien los gestionamos de modo correcto y los utilizamos como biofertilizantes. Ahí entra el concepto de Economía Circular que está tan de moda.
-¿Qué es la economía circular?
-Los nutrientes que se generan en un proceso agroindustrial, que provienen de determinadas materias primas se transforman en energía y en digeridos. Los digeridos son los subproductos de un biodigestor. Los residuos que pasaron por allí, capturan biogás y nutrientes que pueden volver al origen de donde vino la materia prima que produjo maíz, soja, trigo y alimentó a determinada actividad pecuaria. Eso viene de la biogiestión anaeróbica.
Méndez cita como ejemplo el caso de una cooperativa ubicada a 40 kilómetros de Totoras, donde él trabaja. Es la cooperativa de Monje. “El sur de Santa Fe tiene prácticamente una cooperativa por pueblo. En el caso que cito se trata de una cooperativa con una visión muy importante, y brindan no sólo asesoramiento técnico, acondicionamiento y comercialización de granos, sino que también tienen una planta de alimento balanceado, una planta de extracción de aceite, otra de biodiésel, tienen criadero de cerdos, y a su vez los residuos que se generan en cada uno de esos procesos van a una planta de biogás que genera energía para alimentar al 40% de la planta de extracción de aceite, y así esos digeridos vuelven al lugar”, relata.
-Por lo general, las noticias sobre emprendiomientos ligados a la bioenergía todavía provocan cierto asombro. ¿Cuánto faltará para que esto se vuelva cotidiano?
-Ese es nuestro objetivo porque hay mucho para contar y mostrar en esto. Se puede transferir tecnología en bioenergía. Por eso empezamos una serie de seminarios. De hecho en agosto presentamos la oferta tecnológica que tiene el INTA en forestales para bioenergía, apuntada sobre todo en el NEA. El INTA tiene tecnología para trasnferir y es uno de los objetivos que me he planteado, la transferencia de lo que hay y marcar presencia en los territorios.
-A veces las cosas no son difíciles si están ya probadas, pero suelen ser costosas. ¿Cómo puede aprovechar el productor esta ventaja?
-Siempre hay ventanillas de dinero público que traen a veces subsidios interesantes. Te doy el ejemplo concreto de la cooperativa de Monje. Su planta de aceite la hicieron con un crédito de la provincia de Santa Fe, el biodigestor con el Banco Municipal de Rosario, la planta de biodiésel con aporte de un grupo de socios.
Ver: Un tambo de San Juan comenzó a generar biogás y biofertilizante con el desecho de sus vacas
-¿Y se recupera rápido la inversión?
-Tengo presente un ejemplo típico. Para hacer el biodigestor la cooperativa de Monje tomó, en su momento, un crédito de 2 millones de pesos, y ellos gastaban cerca de 500 mil pesos por año en gas, con lo cual en cuatro años se pagaban la inversión. Y hay otra cosa: no es lo mismo dar un servicio que tener un abanico de posibilidades. La diversidad también hace al negocio. Esta cooperativa hace biodiésel, o bien lo canjean por soja como biocombustible con sus socios. Además, el día que no hacen biodiésel hacen aceite metilado, que es una de las materias primas que usan las plantas formuladoras de agroquímicos como coadyuvantes. Eso les permite a ellos cambiar aceite metilado por productos fitosanitarios. El principal beneficio se da en el ahorro de transporte, porque a la biomasa y la agroindustria las tenemos ahí, lo que da acceso a una energía a la cual, de otro modo sería muy caro acceder, y tener energía por 24 horas, y no sólo determinadas horas del día.
-¿Cuánto podemos crecer en el desarrollo de la bioenergía en Argentina?
-Podemos crecer muchísimo y un golpe grande lo dio el programa Renovar a partir del 2015- 2016 donde aparecieron muchas plantas. El Renovar I tuvo mucho impacto en su momento sobre algo que en el INTA no trabajamos, que son las energía fotovoltaivcas y eólicas, que también son energías renovables. En el INTA trabajamos más con las bioenergías, energía a partir de la biomasa, por capacidades, por estar en nuestra disciplina y porque da trabajo a mucha gente.
-¿Pero se han ido incorporando las plantas de biomasa al programa Renovar?
-Si. En el último Renovar hubo 36 adjudicaciones a plantas a partir de biomasa. Muchas están en construcción y otras estarán en funcionamiento desde el año entrante porque son plantas muy grandes. En muchos casos se trata de generar energía para mandar a la red, que es energía sobrante o bien energía canjeada. Es energía verde que puede ir a la red. A su vez, hay una ley que colabora con este marco, y así desde el 2024, se establece que del porcentaje total de la energía que consuman los grandes consumidores, un 20% sea energía renovable, y si no la tienen, no pasa nada, pero deberán pagar un diferencial.