Jorge Solmi es el director por el distrito VII de la Federación Agraria Argentina (FAA), que ocupa el norte de Buenos Aires y el sur de Santa Fe, donde se produjeron las movilizaciones chacareras que dieron origen a esa entidad hace más de cien años. Se trata de una región plagada de pequeños pueblos y que hasta hace no mucho tiempo contenía a mucha gente viviendo en el campo.
-¿Cuándo fue que el Estado desertó de trabajar para que la gente pudiera vivir en el campo?- le preguntamos a boca de jarro.
-Al principio la corriente inmigratoria no contemplaba el acceso a la tierra, la gente venía solo a trabajar. Después hubo algunas etapas de posibilidad de acceso. Durante el gobierno de Perón (se refiere a los dos primeros) hubo posibilidades, en los ’70 también hubo posibilidades y mucha gente volvió al campo. Pero a partir de 1976 fue cada vez peor, no solo por la Dictadura sino con este proyecto de apertura de las fronteras en condiciones desfavorable para los propios argentinos. Por eso sucede lo que sucede.
Solmi dice que cuando él era chico, antes de aquel giro de la historia, la gente en el campo producía muchas cosas y eso le permitía mantenerse en el medio rural. Pone al cerdo como síntesis de una política agropecuaria que promueve el arraigo de la gente en el campo, el agregado de valor a los granos y la creación de trabajo. “La tradición chacarera era producir en el patio de la casa. En muchos países se entiende así, en Brasil o en los países nórdicos se ve que el Estado está acompañando a los productores. Acá no”, lamenta.
Mirá la entrevista completa con el director del Distrito VII de FAA:
Contradictoriamente esta etapa de despoblamiento en el área rural coincide con un espectacular salto de la producción, ya que las cosechas se multiplicaron por cuatro, de 30 a 120 millones de toneladas de granos. “Sí, pero se reprimariza la economía. El productor produce granos sin transformarlos en desarrollo local”, replica.
“Cuando yo era pibe, todos los chacareros tenían gallinas ponedoras y vendían huevo, pollos, pavos, Hoy entre la inseguridad y la concentración, todas esas cosas se dejaron de hacer. Si vos no estás todo el día en el campo, esas cosas te desaparecen. Y además son tan erráticas las políticas que con esas producciones ya no te podés mantener”, describe.
Pone el ejemplo más dramático en la actualidad: “Hoy un tambero todos los días se levanta a perder pata. Un tambero de 1.000 litros pierde pierde 1.000 pesos por día. Es un tambero chiquito, de los que había en esta región, en el sur de Santa Fe. Ese es el problema: por cada vaca vas a perder veintipico de pesos dos veces por día. Eso es lo que hace que el productor no se pueda quedar, ni arraigar”, insiste el dirigente de FAA. Luego agrega que a eso hay que sumarle los problemas de comunicación, de conectividad y la falta de caminos adecuados.
“Cuando había gente en el campo también había clubes y escuelas. La mayoría son taperas hoy”, se lamenta.
-¿Y cómo se podrían revertir estos procesos?
– Hay una discusión casi filosófica entre el ‘dejar hacer’ o ‘hacer política’. En los Estados Unidos, la Farm Bill (la ley agrícola que se discute cada cuatro o cinco años) tiene 1.006 páginas, se habla de los problemas, se trabaja y se logran consensos. Acá, en cambio, con el tema semillas te encontrás con un legislador que a los empujones quiere aprobar cuatro artículos de una nueva ley. Allá el voto lo van a buscar a los pueblos y no como acá, que lo van a buscar a la tele. Acá el voto está en las horas de pantalla que tiene un político. Y la lista sábana ayuda a todo esto porque detrás de una figura aparece de todo.
Para Solmi, la clave para que la Argentina comience alguna vez a revertir este proceso está en trabajar fuertemente en el denominado desarrollo local. “Por ejemplo, en Pergamino tenemos el INTA, la Unnoba (universidad), las entidades del agro, un parque industrial con mucha agroindustria, el cluster semillero. Son todos títulos, algunos funcionan muy bien individualmente. pero nunca la política los junto a todos para proponer: ‘¿qué podemos hacer por el empleo local y el arraigo de los pibes que salen del campo?'”.
Es decir, “se requiere de gente que tenga voluntad de hacer política, y que esa política esté enfocada hacia el desarrollo local. que es lo que va a generar empleo de calidad”, explica Solmi, que diferencia muy bien este tipo de política de la que actualmente hacen muchos intendentes. “Asfaltar una cuadra no es hacer política, eso lo hace cualquier empresa constructora”, resume.