Jorge Ramayon, ingeniero agrónomo Matrícula 5445, es un experimentado profesional que sabe de siembras y cosechas, ha pasado muchas y bravas. Pero en la campaña que se está iniciando 2023/24 ve un escenario bastante especial y complejo, vinculado a la salida de una de las peores sequías de la historia. Aquí los comentarios que envió a Bichos de Campo y que decidimos compartir con nuestros lectores:
El panorama que vislumbro para el ciclo agrícola 23/24 se presenta complicado. Alquileres, cuotas de equipos, malezas, deudas bancarias, contaminaciones, regulaciones y demás malas yerbas están a la espera para reaparecer ni bien se quiera dar el puntapié inicial.
Si se me permite la metáfora, es como si su médico le dijera que para anotarse en una carrera pedestre tiene que hacerse operar de la cadera, las rodillas, su pie derecho, y que incluya un tratamiento con rayos en su hombro, para así poder participar, agregando que probablemente le va a ir mal y eso subestimando el efecto negativo que todo esto seguramente tendrá sobre su corazón.
Si por casualidad deben hacer un aterrizaje de emergencia, todos los aviones que llevan a los competidores extranjeros, que ya están preparados y en vuelo, y a usted le llega a ir bien, tenga en cuenta que el organizador le retendrá un tercio del premio y el resto tiene la obligación de vendérselo a la mitad de lo que vale.
Con eso tendrá que pagar todas las cuentas médicas pendientes, mientras escucha que las fórmulas de los remedios que recibió se han acumulado en sus tejidos y probablemente sean trasmitidos también a los de sus descendientes.
Podemos hacer como siempre y emprender la huida hacia el futuro cautivados por cantos de sirenas y venidas de Niños. O más sensatamente pensar antes de actuar.
Salvo que su objetivo de vida sea fundirse y que esto le produzca alegría, lo cual para el filósofo Spinoza era indicio de que estaba bien, lo ideal para una persona común no dada a esa disciplina sería evitarlo y tratar de obtener un rédito razonable de la aplicación de sus recursos y trabajos.
Me parece que vale la pena calibrar bien las fuerzas y diseñar un plan de acción que le permita navegar tranquilo aún en medio de esta maraña. Para eso podemos recurrir a las enseñanzas de otro antiguo personaje, el monje inglés Thomas Bayes, quien tuvo la buena idea de confrontar las decisiones a tomar en relación a la ocurrencia de distintos “estados de la naturaleza” y decidir eligiendo las que mostraran las menores pérdidas posibles, debido probablemente a que en la campiña inglesa para los años mil setecientos pasaban cosas parecidas a las de acá.
Por otra parte, desaprovechar la enseñanza que dejó el ciclo pasado, en cuanto a que con magras cosechas nuestro sector pasó de la irrelevancia política a empezar a tener vos y voto en algunas decisiones gubernamentales, es no aprender ni siquiera con la experiencia propia.
Ser prudentes, no lanzarse en masa a sembrar y consumir planteos de alta intensidad, evaluar bien las consecuencias de las decisiones a tomar, diversificando actividades y riesgos, podría consentir que no tenga necesidad de simular alegría al fundirse y paralelamente ayudar al sector a salir de su irrelevancia política, no permitiendo que los estamentos gubernamentales se sirvan de nuestros productos como “hacienda de finado”.