A fines de 2018, a Jorge Ingaramo, el principal asesor económico de Asagir (la entidad de cadena del girasol), le comenzaron a arder las orejas. Muchos productores del Chaco y Santa Fe lo criticaron duro por informes previos en los que recomendaba sembrar la oleaginosa, pues había buenos precios en el mercado internacional. Sucedió que en el momento de la cosecha en el norte del país esos precios comenzaron a desplomarse.
En el reciente congreso de Asagir, el economista no le esquivó al bulto y habló largo y tendido con Bichos de Campo sobre lo que sucedió. Insistió en que a futuro “vemos una muy buena oportunidad” para el cultivo, aunque reconoció que habrá que reconstruir confianza, pues “tuvimos el porrazo del año pasado”. Así calificó lo que sucedió.
“En el comienzo de la campaña en Chaco y Santa Fe nos agarró una combinación atómica”, describió. Los factores que jugaron en contra de los productores del NEA fueron, según Ingaramo, una caída de más del 12% en el precio internacional del aceite, el regreso de retenciones que impactan en 8% en el valor del girasol, y la fuerte reducción de reintegros, de 3 a 1%.
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“Esa combinación dio la friolera de una baja del 24% en los precios justo cuando entraba la cosecha primicia de este año”, lamentó Ingaramo. Los valores ofrecidos a los chacareros norteños cayeron de los 280 dólares por toneladas a unos 220 dólares. De allí tanto malestar.
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De entrada, el asesor económico de Asagir reconoció que los productores “tienen razón” en quejarse por esa situación, pero insistió en que las causas de tan fuerte baja deben buscarse en las combinación de factores adversos más que en problemas de transparencia en el mercado, como muchos denuncian. “La producción mundial pasó de 48 a 51 millones de toneladas y fue un zapallazo para los precios”, graficó.
-¿Pero la Argentina tienen un mercado transparente?- le preguntamos.
-Tendríamos que tener mercados a término. Para eso hace falta mucho más volumen y abastecer a una industria que pueda descalzar el riesgo de precios. En soja y maíz uno lo puede hacer operando a la noche en Chicago. En girasol, en cambio, tenemos que esperar a ver como le va a la cosecha de Rusia y Ucrania. De ahora hasta octubre puede pasar de todo. Por eso es muy difícil para la industria poder largar futuros.
-¿Y no hay un problema de concentración de la demanda?- insistimos.
-Nuestra industria por supuesto se ha concentrado, Nosotros tuvimos la desgracia de perder a dos grandes jugadores. y ahora nos quedaron cuatro compradores en el norte y cinco en el sur, aunque curiosamente dos son los mismos y compran en el norte y en el sur. Entonces hay pocos compradores y los productores sospechan que se ponen de acuerdo.
-¿No es lo que sucede?
-No es lo que veo. A mi me consta que los compradores del norte no se ponen de acuerdo, y que compiten por al mercadería. Tienen una cuestión muy simple: el girasol del norte va al mercado interno, a la botellita. Y solo el 20% del valor final de ese producto es el aceite crudo, con lo que muy poca capacidad de fijar los precios tiene el sector industrial. Del dólar y medio que paga Doña Rosa, solo 30 centavos son del aceite crudo.
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Ingaramo agregó que los indsutriales del norte, por otro lado, “tienen que comprar el girasol desde el 15 de diciembre hasta -a más tardar- el 1 de abril, porque tienen que limpiar su capacidad de almacenamiento ya que después viene el aluvión de la soja, el maíz y el maní en Córdoba”. El mercado interno entonces, absorbe la cosecha de girasol del norte, que alcanza a cubrir apenas 37 puntos del 51% que representa el mercado interno para la cosecha total del cultivo.
“Quedan 14% del girasol. Necesariamente se ven obligados a competir, porque tienen que salir a comprar lo que les falta al sur con la friolera de 25/30 dólares de flete”, subrayó Ingaramo,
Para el especialista, lo ideal para evitar que se repitan estas situaciones sería llegar a acumular volúmenes suficientes para dar vida a un mercado de futuros. “Ya hubo una experiencia en los años noventa en el Matba, Había una firma, que se llama Molinos Río de la Plata, con planta en Avellaneda, que hacía el mercado, es decir le daba la liquidez que el mercado necesita. En esa época nosotros eramos líderes en el mercado mundial. Ucrania no existía. Había un montón de circunstancias distintas”, relató.
En rigor, luego de tocar 2,6 millones de hectáreas sembradas en la campaña 2006/07, por diferentes circunstancias el girasol se desplomó a un mínimo histórico de 1,3 millones de hectáreas hacia los finales del kirchnerismo. “Ahora estamos en 1,9 millones. Recuperamos 600 mil hectáreas de las perdidas. Estamos mejor que en 2014, pero mucho peor que en 2006 o 2007”, describió Ingaramo.
-¿Y hasta dónde puede llegar esa recuperación?
-Nosotros aspiramos a que si aprovechamos la oportunidad del acuerdo Mercosur-Unión Europea, y si Ucrania se sigue estancando en materia de área y rinde, y si sigue teniendo la competencia ilegal de transgénicos de soja y maíz, esperamos que se manque y no siga acaparando el 56% de las exportaciones totales de aceite (de girasol). Nosotros somos menos del 7%. Por eso esperamos que eso siga ocurriendo y captar ese mercado que va a dejar libre Ucrania- se ilusionó el experto.
Según el economista, el volumen mínimo de girasol que se necesitaría para dar vida a un mercado a futuro no debería bajar de los 5 millones de toneladas, que es además la capacidad instalada que tiene el sector industrial. “Si nosotros en vez de 3,9 millones de toneladas tuviéramos esas 5 millones de toneladas, me parece que otro gallo cantaría. Y por lo menos podríamos hacer una posición futuro a marzo, que es cuando se solapan las dos cosechas, la del norte y la del sur”, añadió.
¿Y qué sintió usted, Ingaramo, asesor económico de Asagir, cuando muchos productores del norte dijeron ‘Asagir nos traicionó?
-Sentí el mismo embole que el productor, con la diferencia de que yo no tengo ni una maceta.