Jorge González Montaner es “el señor orquesta” del campo. Egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires en 1975, tardó solo cuatro años para recibirse de ingeniero agrónomo en la UBA y solo una década más le tomó convertirse en doctor en Ciencias Agronómicas en Paris, Francia. Hoy no se sabe cómo hace, pero reparte su tiempo entre asesorar productores que manejan unas 900.000 hectáreas, ofrecer unas 120 charlas y cursos al año, y dirigir una red de ensayos que parece inagotable de la que abrevan luego toda la cadena agrícola. Por suerte cuenta con el apoyo de uns 30 ingenieros agrónomos y sus dos hijos.
-¿Cómo sos capaz de sostener una red de ensayos tan grandes?- le preguntó Bichos de Campo luego de escuchar su presentación en el semillero Buck de Necochea.
-Nosotros tenemos acá en Mar y Sierras una red muy grande, es cierto. Pero ahora tenemos 30 ingenieros agrónomos que son coordinados por mis hijos, básicamente por Fermín en la parte de investigación y en la parte de producción por Mateo. La verdad que me han dado una capacidad de laburo a la que antes no podía llegar nunca- responde con orgullo sincero. Luego agrega que sus hijos son mucho mejores que él y atribuye ese mejoramiento genético a “los genes de la madre”.
Pero al propio González Montaner habrá que concederle ciertos atributos: no solo sabe muchísimo de agricultura sino que le apasiona compartir esos conocimientos con todo el sector, y los comunica de manera franca y locuaz -no ahorra en metáforas, humoradas o malas palabras de ser necesario-, pero además se moviliza por causas nobles, como lograr una producción mucho más sustentable, que utilice bioinsumos (“hace treinta años que trabajo con ellos”, nos dirá) y adopte mucho más rápidamente los cultivos de servicio, una de sus grandes obsesiones en estos momentos.
Mirá la entrevista:
“Vos sabes muy bien que yo me eduqué en Francia y trabajé mucho para el INRA, y luego quise armar un instituto de investigación en Argentina. Nosotros trabajamos con todo el movimiento CREA. Tenemos relaciones con todas las zonas y además con los pooles de siembra y además con todas las compañías. Entonces hay una red enorme de gente, y están nuestros ingenieros. Entonces todo se multiplica”, explica el agrónomo director de orquesta.
¿Y cómo hace para elegir los temas de investigación? “Yo voy tirando ideas, sugerencias. Ellos mismos me proponen cosas. Entonces no hay fronteras, porque si hay una buena idea hay mucha gente que la quiere probar. Por el otro lado, con las compañías hacemos lo mismo”. Así le llueven decenas de propuestas de ensayos agronómicos, para cientos de productos y tecnologías. Lo que hacen en el estudio González Montaner es tratar de validarlas a campo.
Luego Jorge comparará los resultados de todas y no esconderá la sentencia. “Todos me conocen, todos saben que yo estoy más allá del bien y el mal, Por eso lo valora. Yo voy a una charla organizada por Nidera y hablo de lo que se me canta. Nadie me pone límite porque sabe que soy eso”.
González Montaner sabe que este trabajo lo gratifica no solo porque es creíble sino porque siente que está creando ciencia. Nada menos. Como hizo su padre, que fue un gran investigador. O su hermano, que trabajó para desarrollar los cócteles contra el SIDA. “Tenemos la cabeza puesta en otra cosa, en trascender y generar cosas que le sirvan a todo”, define. En otro podría sonar petulante. Pero, una vez más, en Jorge suena creíble.
-En la charla que acabas de dar, más allá de los dilemas de esta campaña, las heladas, las sequías y todos los condimentos, vos decís que en hay una apuesta visible a los cultivos de servicio, como gran innovación de la agricultura argentina en los últimos años. ¿Es tan así?
-Totalmente. O sea, después de la siembra directa vino el maíz de siembra tardía, que cambió el escenario del maíz. Inventamos gracias al conocimiento un maíz defensivo que no existía. Los cultivos de servicio son otra gran innovación. No es solamente el cultivo, es el concepto de cómo incorporar biodiversidad a los sistemas y ver qué servicios querés incorporar. O sea, no es que que pusiste una vicia y bla bla bla. En cada lugar hay que ver qué servicio querés, cómo lo querés. Pero lo que está claro, cuando yo tengo estos experimentos donde vos estás aumentando 3000 kilo de trigo simplemente por venir de un cultivo de servicio, es que esto viene en serio.
-¿Es decir que ya le estás discutiendo con cultivo de servicio a los fertilizantes?
-Si, pero también los vamos a necesitar. Lo que no queremos es tener que aplicar 400 kilos de úrea Yo en los 80 viajé a Francia a hacer mi doctorado para resolver el problema de la polución por el exceso de fertilizante. Y lo mismo que aprendí ya lo usé para usar los fertilizantes acá racionalmente. Pero a nosotros nos agarran con 400 kilos de úrea un año seco y todo eso a la napa. Y nos van a putear por los insecticidas, por los herbicidas, pero sobre todo porque no pueden tomar el agua. O sea que la realidad hay que comprenderla en todo un conjunto. Si nosotros levantamos nuestros niveles con una nutrición orgánica y después la apoyamos con precisión química, la cosa es mucho más equilibrada. Pero hay que meter todos esos ejes dentro de la balanza.
González Montaner nos llena de ejemplos de cómo los cultivos de servicio, a la larga y bien hechos, dentro de un esquema de rotaciones más adecuados, aportan mayor fertilidad y sanidad a todos los sistemas. Algunos hablan de una agricultura “regenerativa” de los suelos, pero el director de orquesta nos corta el mambo de inmediato: “El lenguaje me chupa un huevo”,dirá, y fustigará contra los que sin ser de la profesión agronómica se apropian de palabras y rótulos con demasiada fácilidad y exceso de ideología.
“A la agricultura regenerativa la estamos haciendo muchos en muchos lugares, pero sin título”, define.
Gonzalez Montaner siempre fue una persona con gran personalidad y deseos de estudiar más y progresar.
Lo felicito. Hacía rato que no sabía por dónde andaba.
Un abrazo de un ex asesor CREA