Jorge García tiene una mirada privilegiada sobre la cadena de algodón de la Argentina porque justamente actúa como secretario técnico de la Mesa Algodonera, que es una instancia de discusión entre todos los actores públicos y privados vinculados a ese cultivo y a su industria derivada.
“El algodón es un gran universo, donde hay actividad a campo hay actividad industrial, Hay un montón de procesos intermedios y cada uno de esos procesos tiene su representante” en la Mesa Nacional, nos explicó García. Se trabaja al amparo de la Ley 26.060, que es la que determinó que todos los años la actividad deberá ser apuntalada con recursos públicos. Para la campaña 2022/2023, el presupuesto disponible es de 320 millones de pesos.
Pese a que la discusión es intensa por el reparto de esos recursos entre las diversas provincias con presencia de algodón, la comunión en general viene siendo armónica porque el cultivo viene atravesando una expansión empujado por buenos precios, y eso siempre disimula los problemas.
“La verdad que venimos teniendo ya un par de campañas buenas y entonces las políticas van desde cuestiones que tienen que ver con meramente lo productivo, cuestiones sanitarias, por ejemplo, como la estrategia del SENASA a nivel nacional para lo que es el picudo del algodón, la plaga más importante del cultivo, hasta cuestiones que tienen que ver con la comercialización, como por ejemplo la creación de un sello de calidad de fibra de algodón argentino, que nos diferencie como país”.
Mirá la entrevista con Jorge García:
-¿En eso están trabajando? ¿En un sistema de trazabilidad desde el campo para poder identificar el algodón argentino en el mundo?
-Sí. O sea, hay cuestiones que ya se vienen trabajando hace muchos años, por ejemplo en un programa que data del año 2008 se trabaja sobre la calidad de fibra a nivel de campo, con protocolos de producción en el campo, en el desmote, en el transporte. Hoy queremos ir un pasito más adelante y decir este algodón que se puede trazar y que se puede hacer mediante estos protocolos, que se identifique a nivel nacional e internacional a aquel productor que lo hace con un sello de calidad que lo diferencia y que pueda obtener algún beneficio.
Existen lotes implantados con algodón en nueve provincias, pero solamente tres de ellas concentran el 90% de la producción: Santiago del Estero, Chaco y Santa Fe. Después hay presencia del cultivo en Salta, Formosa, Córdoba, San Luis y más recientemente en Catamarca, donde se había dejado de producir hace muchos años. Entre Ríos también sigue haciendo algo de algodón en el norte de su territorio.
-¿Cómo define la etapa actual del algodón? Estas últimas campañas se dio un salto muy importante en lo que hace a la productividad, aumentaron los rindes promedio.
-Eso es tecnología, eso es manejo, es genética, es unos cuantos factores que se combinaron para que se pudiera llegar a eso. La situación climática ayudó porque los años fueron más bien secos. Los años Niña son años en general buenos para el algodón.
-¿Y es cierto que hubo buenos precios porque después de la pandemia estalló también el mercado del algodón?
-Sí, la verdad que fue impresionante el recupero de los precios a nivel internacional después de la pandemia. A mediados del 2020 ya se empiezan a recuperar, hasta mediados del 2022. Ahora estamos en una etapa bastante volátil en cuanto a precios internacionales, pero la demanda interna sigue siendo muy firme.
La mayor parte del algodón que produce la Argentina va a atender la demanda local, a las hilanderas locales y cerca del 30%, en los promedios históricos, es el saldo exportables.
-¿Cómo te imaginás a la Argentina algodonera? ¿Consolidando esta posición en la que las exportaciones son complementarias o explotando en algún momento en materia comercial?
-Nosotros tenemos una historia. Si nos remontamos a la historia del algodón, nosotros llegamos a sembrar como país 1 millón de hectáreas en el año 1996/97, pero fue una burbuja. Duró un par de años y después, por cuestiones climáticas y de mercados, porque vino la soja, por un montón de circunstancias, bajamos a menos de 200.000. Eso es lo que no queremos volver a repetir.
-Ahora estamos recuperando, a mitad de camino, en medio millón de hectáreas…
-Como sector me parece que estamos lo suficientemente maduros como para trazarnos entre todos un objetivo, trazarnos un plan y decir cuánto queremos crecer, cuánto podemos crecer, qué capacidad tenemos como país. Hay desmotadora, hay cosechadoras, hay capacidad instalada. ¿Y qué queremos hacer con ese algodón? Queremos mejorar la calidad, queremos mejorar el rinde, queremos aumentar la productividad. Son un montón de cuestiones que como sector hay podemos proponérnoslo y que podemos lograrlo.
-Si tu rol es propiciar esa discusión en el sector, ¿vos qué querés?
-Primeramente me gustaría que la industria textil se haga un poco más fuerte. Nosotros todavía como país dependemos muchísimo de la importación de productos textiles.
-¿Ahí tenemos una buena porción de mercado que reemplazar?
-Exacto. O sea, todo lo que producimos va a la industria nacional, pero a su vez, como país importamos muchísimo producto textil terminado de otros lugares. Por ahí tenemos espacio como para este reemplazar esas importaciones. Mi visión personal es que podemos tener un crecimiento sostenido hacia, no sé si hacia el millón de hectáreas o por ahí, pero que se mantenga, que sea realmente sostenible.
-De 1 a 10, ¿estamos muy lejos de cumplir ese sueño?
-Estamos más cerca, mucho más cerca. Hay organizaciones intermedias del sector privado que están trabajando bastante en en el cultivo y se nos está viendo a nivel nacional también como una producción que puede aportar al país. Tenemos ventajas muy buenas respecto de otros países, tenemos uno de los costos de producción por kilo de fibra de algodón más bajos del mundo. No usamos todavía muchísimos fertilizantes o enmiendas como usan Brasil u otros países que si no hacen enmiendas, si no fertilizan, si no hacen diez o doce aplicaciones de insecticidas por campaña, no lograrían ese rendimiento. Nosotros tenemos un rinde más bajo, pero pero de manera mucho más eficiente. Podemos hacerlo mucho más todavía si metemos más tecnologías y si metemos más genética. Porque estamos un poco bastante atrasados en genética. Con un poquito más de cohesión de esa cadena tan larga y tan dispersa, yo creo que lo podemos lograr.