“De chico corría atrás de una pelota, ya sea en fútbol o tenis, y, la verdad, hasta que empecé con el running hace unos años, sentía que correr por correr era un embole, después me fui enganchando y hoy siento que es terapéutico, mientras entrenás vas mirando el paisaje, también organizando la semana laboral, imaginando cosas para hacer con la familia, es buenísimo”, dice Jerónimo Sellanes en el último capítulo de El podcast de tu vida (el número 111 publicado la semana pasada).
Hijo de mamá paisajista y papá médico cirujano cardiovascular (“hasta el día de hoy con 77 años sigue laburando”) cuando Jerónimo tuvo edad de decidir qué estudiar se inclinó por ingeniería en producción agropecuaria. “Me gustaba la biología, en algún momento pensé en ser biólogo o antropólogo, me gustan los dinosaurios”, dice. Esa pasión se la transmitió a sus hijas, Delfina de 10 y Trinidad de 8.
Es asesor del CREA Alberti-Pla, en la región norte de Buenos Aires, también hace asesoramientos particulares y siembra en sociedad en campos alquilados.
Pero lo convoqué para hablar, además de algunas pinceladas sobre su camino profesional, sobre su pasión por el deporte, en particular, desde hace unos años, por el running, y más en particular todavía, por las carreras de montaña. ¡Este año ya corrió 4! San Martín de los Andes, La Falda y Villa Yakanto, además de la emblemática “El Cruce” de los Andes que son 100 km en 3 días.
¿Cuándo hay de mental hay en las carreras largas? “Lo físico, el entrenamiento es clave, porque hay que arrancar el motor, pero lo mental te ayuda después”, dice Sellanes. También hablamos de música, series, películas, viajes en el tiempo y mascotas. ¿qué tal le va con la cocina? Pasen y lean…
-Contame de tu infancia, ¿Qué te gustaba hacer?
-Se me vienen muchos recuerdos de la primaria. Un Bella Vista de jugar al fútbol en la calle, andar en bicicleta para todos lados. La primaria la hice en un colegio en Pilar, entonces de lunes a viernes estaba casi todo el día en el colegio pero volvía y aprovechaba el tiempo libre. Bella Vista sigue siendo una ciudad chica, de casas, pero en ese momento era de pocas calles asfaltadas, poco urbanizada. Y mucho con la pelota, de chico el tiempo libre lo dedicaba a jugar al fútbol.
-¿Qué hacían tus viejos? Más que nada para ver cómo un pibe que nació en capital y se crió en Bella Vista termina eligiendo el campo para su carrera o profesión…
-Mi viejo es médico cirujano cardiovascular, sigue laburando a los 77 años. Mi vieja ama de casa, no laburó desde que nacimos. Era paisajista pero cuando tuvo hijos se dedicó a la crianza. Pero por el lado de mi mamá, mi abuelo tenía campo en Rauch y esa familiarización con el campo y lo rural existía. Siempre en contacto con el campo más por diversión.
-Llegó el momento de estudiar, elegiste Ingeniería en Producción Agropecuaria. ¿Por qué la elegiste? ¿Era tu plan A o tu plan B?
-Eso de ir al campo de chicos, también mi tía tiene campo en General Belgrano y nos pasábamos el tiempo ahí. Toda esa vinculación, siempre en ese momento a partir de jugar, no había generado una mirada laboral. Para nosotros era ir a jugar de chicos. Pero a medida que avanzás en el secundario apareció como una opción. No es algo que dije, voy a ser agrónomo o ingeniero de siempre. Aunque sí, me gustaba la naturaleza, las ciencias naturales, la biología… si querés, cosas voladas de chico, quería ser paleontólogo o biólogo de animales salvajes. Siempre me gustaron los dinosaurios. Pero de ninguna de esas actividades me veía trabajando y en el último año de secundario, ayudado por un test vocacional terminé definiendo por agronomía.
-¿Qué es lo que más te gusta de lo que hacés hoy? Que cuando te despertás sentís, ¡Qué bueno que me va a tocar hacer esto?
-Una versión más ampliada es que hoy hace diez años que estoy laburando como asesor de Grupo CREA y desde que conocí el Movimiento se me puso como objetivo y hace ya unos años que lo estoy haciendo. Y es muy lindo porque toma varias cosas de la profesión. El asesoramiento en particular, que no sólo es técnico, involucra todos los aspecto de la empresa agropecuaria. La vinculación con todos los sectores, de las empresas en sí, los líderes de las mismas, la capacitación permanente, el contacto con otros colegas. Y eso tiene un valor enorme, porque genera una motivación extra que hace que no te aburras. Y dentro del día a día, me gusta ir al campo, pero también sentarme a analizar una empresa para ver por dónde se puede hacer más eficiente. También me gusta recorrer los campos donde tengo una pequeña participación, un sueño del estudiante que no tiene campo y con vaivenes pero puedo hacerlo.
-Bueno, hablemos de deportes, running, carreras de montaña. Me dijiste del fútbol de chico, pero ¿Cómo fue evolucionando tu vínculo con el deporte?
-De chico jugaba mucho el torneo infantil del Club Regatas de Bella Vista, que se sigue jugando pero cuando era chico esperaba todo el año para jugarlo. Y cuando éramos chicos, el tiempo libre lo usaba para el deporte. Futbol como principal, y si abro el abanico, he practicado paddle, tenis, he tomado clases. Y más chico he hecho algo de equitación, porque mi mamá daba clases en un club, porque hacía ella.
-¿Y al fútbol de qué jugadas?
-Jugué hasta hace muy poco. Hoy se cortó porque se complica seguir juntándose. Cuando terminamos el secundario quedó un equipo de 11 que duró como 14-15 años. Tengo 42 pero duró hasta hace 10 años. Después seguí jugando picados. Y siempre jugué de la mitad para arriba. Mediocampo o delantero. Tuve una época que hacía goles… después menos.
-¿Y cómo apareció el running en tu vida?
-De grande. Uno cuando empieza con este deporte ve que mucha gente grande corre. Hoy, por lo que he visto estos años que estoy en el deporte, cada vez más gente joven arranca pero también ves que hay gente grande que sigue corriendo. Masivamente es un deporte relativamente nuevo. Yo nunca corría por correr, porque me parecía un embole. Corría atrás de una pelota y más allá de salir cada tanto para entrenar algo la verdad no corría. Y surgió en la pandemia, que estaba sin hacer cosas en equipo, se hace complicado comprometerte y no tenía qué deporte hacer con 30 y pico de años. Y hace tres años empecé a correr con un amigo, 8-10 kilómetros, una vez por semana, después dos. Te enganchás un poco más, te medís con una aplicación del teléfono, después te compras un reloj… y así al año de estar así, saliendo cada tanto, me anoté en un 21 k, de calle. Que lo corrí bastante bien y me anoté en un grupo. Ahí empecé a generar una disciplina, para mí que me toca viajar todas las semanas es fácil: te hacés un bolsito y podés correr en cualquier lado y en cualquier horario. En general es de noche o bien temprano. Dependés de vos mismo. De la garra que le pongas si estás cansado. Y el fin de semana trato de hacer un entrenamiento grupal, que son bien divertidos.
-¿Y las carreas de montaña?
-Cuando empecé en el grupo de running yo pensaba en las carreras de calle, ir mejorando y anotarme cada tanto en un 21 k. Pero el grupo entrena para carreras de montaña, si bien es un grupo del llano, les gusta la montaña. Hay un circuito de desnivel al que vamos a entrenar en el acceso oeste, a la altura del peaje Ituzaingó. Y el año pasado corrí mi primera carrera de montaña, corrí 27 kilómetros, en Bariloche. Y después de esa carrera, que fuimos un montón de gente… porque uno piensa que el running es solitario y no, la verdad todo lo contrario. Es espectacular. Vas en grupo. Te hacés amigos. Compartís la emoción de terminar una carrera de superarte. Y a diferencia de la calle requiere de ganar fuerza en las piernas. Yo soy recontra flaco, por ahí soy liviano pero tenés que complementar con algo de preparación física. Porque además de la parte técnica de la pisada está el tema de la fuerza.
-¿Cuánto creés que hay de físico y de mental, sobre todo en carreras más exigentes como puede ser la de El Cruce de Los Andes?
-La parte física es clave. Tenés que hacer arrancar el motor y después tenés que sostenerlo. Lo físico va acoplado a lo cardiovascular. Porque cuando empezás a entrenar vas ganando aire, tus pulsaciones se mantienen más parejas a lo largo de la corrida. Mientras mejor entrenado llegues mejor la vas a pasar. Y lo mental supongo que también empieza a jugar su papel más en las carreras largas. Lo más largo que corrí fue 42 kilómetros en San Martín de los Andes y fueron 5 horas y media, pero gente del grupo que corro ha hecho 75, 110 y hasta 160 kilómetros. Es una locura pero cuando estás en esto empezás a creer que se puede. Al principio no podía creer que yo iba a poder correr 42 kilómetros. Y lo corrí. Lo mental ahí debe jugar muchísimo. Si te puedo decir que si hacés las cosas mal en la carrera misma te podés acalambrar como me pasó a mí en mi primer carrera, porque me hidraté mal. Y fue en el kilómetro 9. Yo me acordaba que cuando me acalambraba un gemelo jugando al fútbol no podía jugar más y bueno, de alguna manera, ahí la cabeza, sales y algunas cosas me ayudaron. La cabeza, cuando ya no podés más, tenés que mentalizarte de que vas a poder terminar. Vas chipeado en la distancia y capaz termina y te desplomás, pero llegás.
-¿En qué vas pensando mientras corres? Sobre todo en los entrenamientos… ¿Es cierto que son momentos de “iluminación” mental?
-Si, es verdad que en los entrenamientos podés volar un poco y vas liberando. Es terapéutico. Cuando tenés un plan de entrenamiento tenés que salir sí o sí. Incluso si estás cansado, porque volvés renovado. Es realmente terapéutico. Te libera tensiones. Te ayuda a tener claridad. Yo voy pensando, más que nada temas de organización, voy organizando la semana, el mes, pienso cosas de laburo, cuestiones de familia, de hacer tal o cual cosa. Y también vas mirando el paisaje.
–Bueno, llegamos el pin-pong de El Podcast de tu vida y la primera pregunta tiene que ver con la cocina. ¿Cómo te va como cocinero?
-(Mueve la cabeza de un lado a otro)… No… la verdad que la cocina nunca me gustó. Parrilla si, hago asados y me gusta. Soy aceptable, un asador clásico, vacío, colita de cuadril… pero un cordero, algo más difícil, ya no. Siempre hay un amigo que toma la posta. Cocina en casa, lo básico. Lo peor es que me gusta comer bien. Entonces, bueno, las comidas se rotan más pensando en proteína, hidratos, verdura, y sobrevivimos.
-¿País, lugar o ciudad que conociste y te volverías?
-Ciudad que me gustó, París. Es una ciudad increíble para volver a recorrerla. Muy pintoresca. Con el Sena. Y recomendaría a cualquiera que conozca la Patagonia. El país que tenemos es increíble.
-¿Y a uno que te gustaría conocer?
-Siempre tengo pendiente algún país de Africa. Un viaje que involucre un safari. Sea Sudáfrica o Kenia y Tanzania.
-Despuntar el vicio del biólogo frustrado… ja… ¿Series y películas que mirás?
-Series sólo miro en casa con mi mujer y elegimos un poco de todo. Pero lo que más me gustó de lo que he visto son series con historias épicas como “Vikingos”, Game of Thrones” pero también “Breaking bad”.
-¿Tenés alguna mascota o tuviste en tu infancia? ¿Qué vínculo tenés o tenías?
-Si, de chicos en Bella Vista, perros. El emblemático es el primer perro que tuvimos a cuando nos fuimos a los tres años para allá y nos acompañó toda nuestra infancia, vivió por lo menos doce años, un ovejero alemán que se llamaba Black. Ese es el perro recordado de mi vida. Después hubo otros perros que estuvieron en la casa de mis padres, pero ese fue creciendo con nosotros. Y ahora mis hijas quieren tener, y nosotros viviendo en ciudad de Buenos Aires se hace complicado. Pero les prometimos que en el corto plazo, cuando nos vayamos a Bella Vista, van a tener perro.
-Si pudieses tener algún super poder cuál te gustaría tener
-Hacer llover sería interesante para el rubro en el que estoy… sería glorioso.
-Si te pudises subir al Delorean, el auto de Volver al futuro y viajar a algún momento en la historia de la humanidad o de tu propia historia. ¿A dónde viajarías?
-Quizás que haría un viaje largo y otro corto. El largo a un rato más en la infancia esa que te contaba más temprano, yendo al campo de mi abuelo de chico, que era espectacular. Andar a caballo, hacer cualquier cosa, compartir con mi abuelo, que me acuerdo que lo ayudábamos porque él nos marcaba qué cordero iba a carnear y había que agarrarlo. Alguna yerra. Y el viaje más corto a cuando mis hijas eran más chicas. Tienen hoy 8 y 10 años, son chicas todavía, pero ¡cómo pasó el tiempo! Hay una etapa espectacular de 2 a 5 de los chicos que es hermosa. Lo aproveché, pero me gustaría un ratito más de esos momentos.
-Bueno, llegamos al final de todo esto y quizás la pregunta más difícil, la pregunta musical. ¿Qué tema elegís y dejás sonando?
-Aprovechando que hablamos de running, una de las bandas de rock que más me gustaba cuando era chico, era una banda que tenía mucha proyección y después tuvo pocos discos, los Guns and Roses. En algunas carreas de calle han puesto este tema que te voy a decir porque te levanta y es “Sweet Child O´Mine”.