En la Granja Inteligente que se encuentra dentro de la Universidad de Olds, en la provincia canadiense de Alberta, numerosos proyectos, desarrollados por investigadores de carrera y estudiantes en conjunto, encuentran vía libre para implementar innovaciones tecnológicas para el agro. Dentro de los 3600 acres (1400 hectáreas) de superficie que tienen a disposición, se destacan distintas iniciativas, tanto agrícolas como ganaderas.
Bichos de Campo tuvo la oportunidad de visitar las instalaciones de esa casa de estudios de punta a nivel mundial, en donde un grupo de científicos se encuentra trabajando en una tecnología que podría significar un antes y un después en el tratamiento de los residuos de los feedlots.
La misma gira en torno a las capacidades naturales de filtrado que tienen ciertas especies de plantas riparias, que crecen en humedales o en las riberas de los cursos de agua.
“Lo que intentamos hacer con nuestro proyecto de investigación es explotar procesos naturales para poder hacer del agua que se desecha en el feedlot una más utilizable. Para eso usamos islas flotantes de plantas que limpian el agua sucia. Es un concepto que ya se aplicó en otras áreas pero que no había llegado al sector agropecuario”, explicó el hidrólogo Dan Karran, uno de los investigadores principales del proyecto, durante nuestra visita.
De acuerdo con ciertas regulaciones que posee Canadá en materia del manejo operativo de los feedlots, todos los efluentes obtenidos de los corrales de engorde, que se recolectan a través de una zanja pluvial, deben ser depositados en un aliviadero o estanque de tormentas, que debe estar previamente impermeabilizado y alejado de cualquier curso de agua natural.
Dado que el agua recolectada posee una alta carga de minerales, microorganismos y patógenos muy dañinos para la salud (tanto humana como animal), como la Escherichia coli, la misma carecía de un uso práctico hasta hace unos años.
“Los animales en los corrales comen y defecan. Cuando llueve, esa agua debe ir hacia alguna parte. Sin embargo, sus condiciones hacen que aparezcan algas que le quitan todo el oxígeno al sistema, por lo que son devastadores para toda la vida que allí se desarrolle. Es agua que no se puede reutilizar para darle de beber a los animales, ya que haría que estos se enfermen y pierdan peso, ni para el riego por su contenido de sales. Se trata de un gran problema en Canadá, donde tenemos al lago Winnipeg como ejemplo de contaminación”, indicó Karran.
En efecto, ese lago en que el terminan muchos sistemas de ríos que nacen previamente en las Montañas Rocosas, posee desde 2013 el título de la Global Nature Fund (GNF) de “Lago Amenazado”. Es por eso que este proyecto recibe tanta atención por parte de los investigadores.
“En las orillas del estanque tenemos desarrollo de muchas plantas riparias. Ellas están cumpliendo la función de quitar algunos de los contaminantes del agua para que el sistema tenga más oxigeno. Quitan nitrógeno, fosforo, metales pesados, sulfitos y sales, entre otras cosas. Todo depende de qué especie de planta se trate. Lo que nosotros estamos haciendo es aumentar el área donde pueden crecer esas plantas, a través de islas flotantes. El objetivo es que el agua tenga más calidad y sea más útil para las operaciones que se realizan alrededor del feedlot”, detalló el investigador.
Estas islas, construidas con PVC, metal y una espuma en su núcleo que les permite flotar, poseen una red que sostiene al sustrato en el que se siembran las semillas de las especies con las que se desea trabajar. Las raíces de estas plantas pasan a estar en contacto con el agua, de forma similar a lo que ocurre en los sistemas hidropónicos. Según el investigador, de esta forma se consigue captar el oxígeno presente en la atmósfera y depositarlo en el agua, para fomentar el aumento de procesos aeróbicos en el estanque.
¿Y qué plantas se utilizan? Principalmente aquellas especies nativas de los humedales canadienses. Una de ellas es el Timothy grass o Phleum pratense, una especie de planta herbácea perenne y muy abundante. Los científicos también se encuentran realizando pruebas con especies de cebollines y juncos, ya que han demostrado tener capacidad para captar los sulfitos del agua.
“La ventaja de las islas es que se ajustan al nivel de agua que tenga el estanque. Hoy ocupamos el 5% del área total del estanque con estas islas. En uno de ellos tenemos 55 islas. Las mismas son de 8.5 pies por 4 (2.5 metros por 1.2). Y ellas se perpetúan solas. Una vez que crecen, lo hacen cada año. Luego la biomasa muere, se descompone en forma aeróbica como cualquier otra planta y luego puede volver a crecer”, señaló Karran.
¿Hay posibilidad de que el estanque rebalse e igual se produzca una contaminación en el ambiente? El investigador sostuvo que el nivel es controlado de forma constante a través de un sensor, y que además la evaporación es muy significativa durante el verano. De todos modos, si el nivel del estanque se tornara peligroso, parte del agua puede ser redirigida hacia otros procesos dentro del sistema, como lo es su utilización para aplacar la tierra en los caminos rurales.
-¿Consideran que la ciudadanía puede mostrarse preocupada por estos estanques, por ejemplo ante factores como los fuertes olores?- le preguntamos desde Bichos de Campo al hidrólogo.
-El olor proviene usualmente de procesos más anaeróbicos sin oxigeno. Creemos que si el sistema es más aeróbico, el olor no será tan fuerte.
Ante la pregunta por el nivel de adopción de esta tecnología entre los productores, el investigador respondió: “Lo adoptarán cuando les podamos demostrar que es una solución de bajo costo para mejorar la calidad del agua. Por ahora es costoso filtrar agua. También estamos experimentando condiciones de sequía. No obtuvimos la suficiente nieve el año pasado ni las lluvias normales de junio, que suele ser nuestro mes más húmedo. Si tienen agua que esta sin uso en su campo, y no pueden usarla y tienen una forma de hacerlo a un bajo costo, creemos que los productores comenzarán a implementar esta tecnología”.
Actualmente el proyecto se encuentra en su tercera fase de trabajo. Mientras que las primeras dos etapas transcurrieron entre los años 2016 y 2020, en donde se realizaron pruebas controladas en invernaderos, ahora el estudio escaló al nivel del feedlot y se están efectuando testeos con algunos voluntarios. Estiman que esta fase del proyecto culminará en el año 2025.