En la última campaña Uruguay produjo el doble del trigo necesario para abastecer el mercado interno, pero es muy probable que antes del ingreso de la próxima cosecha (que comienza a fines de noviembre) tenga que importar cereal argentino.
¿Qué pasó? Pues, tal como sucedió en Brasil, aprovecharon los precios récord históricos que el trigo alcanzó durante las primeras semanas de la invasión de Ucrania para “embolsar” una gran cantidad de divisas.
Y ahora, con reservas mínimas de trigo, tendría que importar algunas partidas de la Argentina, pero con valores inferiores a los presentes en el momento más álgido del conflicto ruso-ucraniano, con lo cual, al final del día, saldrán ganando.
Según un artículo publicado en el diario uruguayo El Observador, al pasado 1 de junio el stock interno de trigo en el país era de 207.641 toneladas, una cifra 27% inferior a la registrada en la misma fecha de 2021.
Argentina, el vecino “tonto” de Brasil y Uruguay, restringió en cambio el comercio externo de cereales, en el marco de cuotas de exportación, con el propósito, según indicó el gobierno, de contener la inflación interna, que de todas maneras registra un nivel dramático.
Ante ese panorama y un contexto climático complejo, la producción de trigo 2022/23 argentina va camino a ser sustancialmente menor a la del ciclo anterior en un momento en el cual la demanda global está pidiendo a “gritos” a los países productores que aumenten la oferta del cereal.