En los primeros ocho meses de este año Argentina destinó más de 2000 millones de dólares en importar combustibles de origen fósil que pueden ser reemplazados por biocombustibles renovables sin mayores dificultades operativas.
Las compras de gasoil, según datos oficiales (Indec), requirieron en los primeros ocho meses de 2023 una suma adicional de 1662 millones de dólares, mientras que la importación de nafta representó una salida de divisas de 367 millones.
El gasoil es un combustible perfectamente reemplazable por biodiésel elaborado por aceite de soja, que en la Argentina abunda, al tiempo que las importaciones de nafta podrían ser reemplazadas con bioetanol de fabricación nacional elaboradas tanto a partir de caña de azúcar como de maíz.
La política energética argentina está diseñada en función de los intereses de la compañía petrolera estatal YPF, lo que evidencia la situación absurda de emplear divisas –que podría emplearse para otros fines– en un marco de severa crisis cambiaria.
La mayor parte del gasoil fósil importado proviene de EE.UU., una nación con la cual Argentina tiene una balanza comercial deficitaria y que aplica restricciones al ingreso del biodiésel de origen argentino. La nafta, en tanto, proviene en su mayor parte de la Unión Europea.
La erogación de importaciones de combustibles es una de las causas que explican el déficit comercial argentino registrado en lo que va del presente año, que suma 6205 millones de dólares a pesar de los obstáculos implementados por el gobierno nacional para regular la importaciones.
Romero: “En los principales países del mundo existe una sinergia y una simbiosis entre las industrias aceiteras y energéticas y eso no ocurre en la Argentina, donde seguimos hablando de la molienda de soja sin advertir el cambio de paradigma" https://t.co/NPfgu4kh4b pic.twitter.com/KDW4y7DQLU
— valorsoja (@valorsoja) September 22, 2023