La historia está marcada por los silencios en el sector lechero, por ese miedo que todos manifiestan al intentar tocar el tema, pero ya hay quienes no tienen miedo a hablar.
Bichos de Campo mantuvo contacto con dos trabajadores, que por las formas de conducirse del sindicato no se atreven a dar sus nombres.
Aunque en diferentes años, F y M entraron a trabajar en Sancor en la década de 2010, casi en la última tanda de ingresos, por el contrato de una agencia que siempre tenía de intermediarios a los delegados de Atilra en la Capital Federal.
“La mayoría entraba para suplantar a personas con licencia por vacaciones y después quedaban en puestos como puede ser el de preventistas o como operarios en el Centro de Distribución del Acceso Norte, pero siempre porque un delegado daba el ok”.
F cuenta que a poco de entrar en la empresa, en 2013, ya se había dado cuenta de cómo funcionaba todo. En una oportunidad lo convocaron del gremio para ir a bloquear una empresa en Trenque Lauquen, por sorpresa y de madrugada, permaneciendo en el lugar tres días sin siquiera poder bañarse. El gremio aseguraba en el lugar que si “se complicaba” la situación con fuerzas de seguridad “siempre tenían gente para eso”.
El método que se replicó cientos de veces en diferentes empresas hoy es un delito que funciona como causal del despido y es por eso que Atilra lo modificó en su plan de reclamos ante supuestas deudas económicas a los trabajadores e incluso al propio sindicato, que siempre se hacía para conseguir diferentes condiciones.
Ambos coinciden en que siempre hubo mucho trabajo en Sancor, porque es grande la demanda por los productos de la marca. Esto se puede constatar con cualquier distribuidor o cliente de los grandes canales comerciales.
“Era tal la demanda que cuando se inicia el bloqueo, en octubre de 2023, la paralización que se vivía en las plantas del interior del país no existía en Buenos Aires. Los delegados nos decían ‘sigan trabajando y sigan vendiendo’. Fue así que llegamos a dejar vacío el CEDAN (centro de distribución) de productos propios y los de marca Inca. Nosotros sabíamos que mientras estábamos trabajando había otros compañeros en producción que no lo podían hacer. Solo había algunas asambleas en horario laboral, pero para justificar las medidas que bajaban desde Sunchales”.
Lo que estos dos trabajadores describen como un “daño económico, moral y social” es lo que cuentan muchas otras personas vinculadas a la cooperativa e incluso quienes están en conflictos similares en otras empresas.
“Cuando comienza la gran crisis de Sancor en 2017, desde el gremio se empezó a hablar de una limpieza de gente no sindicalizada. Etín (Hector Ponce, secretario general del gremio) y su gente eran los que arreglaban las licencias por enfermedad, los días libres de trabajo, qué día se descontaba o no de los salarios. E incluso se acordó aquella baja histórica del 15% del sueldo que firma el sindicato con el gobierno y la empresa. Eso es algo que se mantuvo hasta la actualidad y siempre cobramos los sueldos en cuotas semanales. Pero todo se complicó en octubre de 2023 con el bloqueo y más presión gremial. Ahí las deudas de la empresa empezaron y no pararon”.
Ambos explican que “llegamos a este punto en el que estamos despedidos sin siquiera asistencia judicial o legal por parte del sindicato, sin cobrar salarios desde el mes de octubre, sin cobrar nada por nuestros despidos y esperando que termine el proceso del concurso para ver en qué queda todo”.
Uno de los puntos más salientes de la charla llegó cuando F y M contaron el detalle de un viaje convocado por Atilra hacia la ciudad de Sunchales en junio de 2024. En colectivos pagados por el gremio, se desplazaron desde la Capital Federal hasta el núcleo central del gremio, donde los esperaba Héctor Ponce.
Junto a trabajadores de Sancor del resto de las plantas y de diferentes lugares del país, al entrar los identificaron, les hicieron dejar en sobres cerrados sus teléfonos celulares para que nada de lo que se hablara en ese recinto pudiera salir públicamente y se sentaron a escuchar al secretario general.
Ahí Ponce les prometió a los trabajadores presentes que “ninguno iba a ser despedidos por la empresa, que venía pidiendo reducir la cantidad de personal”. También se les mencionó una cifra millonaria que iban a cobrar como compensación de las deudas que ya tenía la cooperativa con todos ellos, pero sobre todo las deudas que la Cooperativa tenía con el sindicato.
“Al final nos hicieron cantar la marcha peronista como broche de oro y después nos dieron de comer y tomar en el boliche de Atilra en Sunchales”. Fueron y volvieron creyendo en la promesa y aguantando las condiciones.
Lo que sucedió luego, en julio de 2024, fue que se firmó el famoso acuerdo entre Sancor Cooperativas Unidas Limitada, el propio Héctor Ponce y el secretario de Trabajo de la Nación, Julio Cordero, como testigo. Ahí se indicaba la prioridad de pagar la deuda al gremio y no a los trabajadores. Rápidamente Sancor se quedó sin fondos, no pudo pagar más los salarios y ahí comenzó a gestarse la deuda más grande de su historia, cayendo definitivamente en un concurso de acreedores acordado con el gremio, que tuvo un paso previo, el despido de casi 372 personas.
“A muchos a mitad de enero de este año les llegó telegrama de despido, pero a nosotros no y cuando preguntamos en Recursos Humanos nos enteramos que quedábamos afuera”. Con un sindicato que públicamente jamás se manifestó en contra de esto, con el terror de los trabajadores de las diferentes plantas en Santa Fe y Córdoba que nunca se manifestaron, sólo algunos del CDAN visibilizaron el caso al costado de Panamericana.
“Pensar que en ese momento nos dijo Etín que no iba a presentar ninguna propuesta, ni a firmar nada que nos perjudique a los trabajadores. Ya veníamos sin creer en nada y entendíamos que nuestro consentimiento estaba viciado por la amenaza del gremio, porque todos tenemos familia, todos necesitamos de nuestro salario para vivir, y seguimos confiando. Así nos fue”.
“Lo que pasó es que los delegados, sus familiares, sus amigos, son los que se quedaron con el trabajo o en pocos casos, gente que hace muchísimos años que trabaja en Sancor y no podía ser despedida, y nosotros nos quedamos afuera”, sólo con un subsidio por desempleo de la ANSES que hoy es de 300 mil pesos mensuales y se recortará a lo largo de 12 meses.
F y M conocen la existencia de un video hecho con inteligencia artificial que habla de los beneficios de quienes hoy están en sus casas y cuando se pagan salarios cobran ese parcial.
“Sabemos que hay gente que está en jornada libre, que cobra el 75% del salario a la que le pagan sin producir nada, y por la que presionan para que estén con trabajo constante. La mayoría están relacionados con el gremio. Mientras tanto, los que fuimos despedidos no cobramos nada y los que trabajan cobran casi de la misma forma que esta gente”.
“Ahora nos enteramos que Atilra está reclamando de febrero a julio un pago excepcional de 10 millones de pesos por las diferencias salariales y el aguinaldo, y obviamente, la famosa seguridad social. Pero nada dicen de los despedidos, de las deudas que tenemos, de nuestras necesidades”.
Abandonados a su suerte, sin siquiera asistencia legal, “lo único que ofrece el gremio es un viaje mensual desde cualquiera de las plantas o seccionales con gente de Sancor, al supermercado de Atilra en Sunchales. Solo se puede ir en un colectivo del gremio. Ahí te dan 300 mil pesos para que compres mercadería en un supermercado que venden las cosas más caras que en nuestras ciudades. Hay que dejar los tickets firmados para que en algún momento el gremio nos lo cobre”.
“También hay algunos que aceptan un pago de 250 mil en efectivo, como pasaba durante el bloqueo con dinero que después a la gente se le cobró, porque el gremio nunca te regala nada. Los que perdemos somos siempre los trabajadores, aunque la dignidad nunca se negocia”.
“El gremio nos hizo un daño económico y nunca mostró una parte humana. Sancor descartó a la gente. Nos abandonaron. Psicológicamente estamos mal y seguimos así a pesar del amor que tuvimos por la cooperativa”.
“Ojalá que la gente honesta pueda seguir trabajando, que la empresa salga adelante. Pero si el gremio sigue al frente de todas las decisiones y no deja trabajar como corresponde, no va a quedar más empresa. El que quiere a Sancor no quiere que se funda, quiere que renazca, pero en estas condiciones es imposible pensarlo”.
Este miércoles habrá elecciones nacionales en Atilra: Héctor Ponce va a ser reelecto porque eso ya está acordado, al igual que todos los cargos de la conducción.
La pelea interna más importante está en General Rodríguez, la seccional más numerosa del país y donde Heber Ríos seguramente confirmará su solidez frente al candidato que puso Ponce para pelearle el lugar, hecho con el que se generaron situaciones violentas en los últimos meses.
No sólo lo dicen F y M, sino muchos trabajadores de diferentes empresas. “El gremio no representa más a la gente, pero de todas maneras muchos van a ir a votar con miedo este miércoles, aunque la elección ya se sepa cómo sale. Con miedo a que les corten la obra social, a las amenazas y a todo lo que Atilra usa para seguir sin perder poder”.