El sábado 14 de junio por la mañana, a sus 91 años, el corazón del gran cantautor y compositor riojano Ramón Navarro dejó de latir. Pero aquel fue tan enorme que, cual caja chayera, seguirá latiendo para siempre en el universo- Sus sabias palabras seguirán resonando en nuestras almas por toda la eternidad.
“Me gusta hablar cuando lo que voy a decir sea mejor que el silencio. Para algunas cosas, para otras puedo hablar mucho y divertirme. Pero cuando hablo en serio, prefiero elegir las palabras”, solía decir.
Entre tantas maravillas, nos dejó innumerables ritmos, melodías, vidalas y chayas, en coplas como las de la “Chaya del Corcelito”, con versos de su autoría y en donde recopiló algunas coplas populares que plasmó en recitados, sentenciando así:
Recitado: “Yo soy cantor de vidalas / también me gusta opinar / chayar es lindo en mi tierra / pero no es sólo chayar. / No confundo la alegría / con el vino amontonao / de la primera soy dueño / del segundo esclavizao”.
Cantado: “Tome un corcelito y que suene el tambor / tome este ramito de albahaquita en flor / que amor con amor se paga / si se amaña con las mañas del carnaval”.
Recitado: “Allá andan los de siempre / alrededor del que manda. / Y nosotros vamos quedando / como cascote en zaranda. / Como bandada de loros / he visto gente en el mando. / Se andan comiendo el maizal / y todavía andan gritando”.
Cantado: “Chuqueño el vinito, / chuqueño el cantor / chuqueña la dueña de su corazón / que amor con amor se paga / si se amaña con las mañas del carnaval”.
Recitado: “Siempre aconsejando que me aguante la pobreza / Al que no lleva la carga le parece que no pesa. / Cuando el padre le da al hijo, ríe el padre, ríe el hijo… / cuando el hijo le da al padre, llora el padre, llora el hijo…”
Cantado: “La aloja en los noques, la cabra al corral / debajo de la higuera, te quiero chayar / cuidate mi chayerita / que el diablito de la siesta / te puede flechar”.
Recitado: “Cuidate de andar cantando / cantitos sin ton ni son, / que por mirar espejitos / andamos de mal en peor. / Esta es la copla final, / la copla para el regreso, / esa que ya no se escucha / entre el abrazo y el beso”.
Cantado: “Chuqueño el vinito, / chuqueño el cantor / chuqueña la dueña de su corazón / que amor con amor se chaaayaaaaa”.
“Corcelito” alude a la marca “El Corcel” de un popular vino riojano, que abundaba en su versión de la cepa torrontés, para los carnavales. Chuqueños son los habitantes de Chuquis, el pueblito de La Rioja donde el autor se crió. Amañar es la unión en concubinato. Chayar consiste en rociar con agua en tiempos de carnaval, también en bendecir o practicar el ritmo folklórico de la chaya.
Ramón Navarro había nacido en 1934 en la capital riojana, pero pasó su infancia y adolescencia en el poblado de Chuquis, en el centro norte de la provincia de La Rioja. Muchos años después se estableció en Buenos Aires, pero jamás perdió su tonada, su ritmo pausado, y a su paisaje rural lo llevó bien adentro, ese que le brotó por sus poros en su folklore cotidiano para siempre.
Fue tan fuerte aquella vivencia, que llegó a decir de su pequeño pueblo: “fue mi querencia eterna, donde aprendí a cantar vidalas, a segar la alfalfa, a garrotear los nogales para el tiempo de cosecha, a cosechar uva, a regar cuando nos tocaba el turno, como decía ‘don Rosa Toledo’”. Don Ramón esto escribió sobre don Rosa Toledo:
“Desde el vino, un grito sube por la tarde / don Rosa Toledo va rumbo a las casas / y su grito verde, trepa los viscales / tiene un quejido de algarrobo y tala.
La vida le debe todas las promesas. / El vino ha cumplido, por eso su amigo / Sus venas son ramas de viejos nogales / y en la sangre danzan duendes de lagares.
Estribillo: Fue mago de fraguas. Fue también minero. / Mil estrellas guarda su yunque de herrero / como cascabeles de risas y sueño, porque su esperanza, nunca tuvo miedo. / Ahí va el rey del hacha, quitate el sombrero / que ahí va por la tarde, don Rosa Toledo.
En Rosa Toledo vuelven distancias y ausencias. / y para las penas inventa alegrías / y su voz de árbol, áspera y caliente, / se le vuelve tierna, si dice María.
Las venas del cuello se le hacen chirleras / cuando suelta coplas su alma vidalera. / Y un perfume de albahaca se mezcla en su ropa / con el remolino de la borrachera.
Chirlera: tira de cuero, tensada sobre el parche de la caja chayera, que genera una especie de vibrato, porque le da “chirlos” (“golpes livianos”, en quichua) al cuero. Viscales: lugares donde abunda el visco, que es una acacia muy bella.
El padre de Ramón fue cantor y guitarrero, y tanto él como sus siete hermanos menores, también lo fueron. “Mi primer instrumento fue la caja, el tambor para cantar vidalas, y después vino la guitarra –relató una vez-. Cuando era joven aparecieron Los Beatles y sus bellísimas canciones, pero jamás se me ocurrió hacer sus canciones, porque yo siempre quería imitar a mis paisanos… Por ahí escuchábamos un rato a Los Beatles, pero apagábamos la radio y nos poníamos a tocar una chaya. En la guitarra, yo quería hacer música como Jesús Oyola, uno de los más grandes, o de Antonio Benítez, nuestro ejemplo a la hora de cantarles serenatas a las chinitas riojanas, que estaban muy lindas”, aseveró Ramón, con picardía.
Con los años, Ramón llegó a ser autor y compositor de temas que ya son clásicos de nuestra música popular, tales como “Chayita del Vidalero”, “Coplas del Valle”, “Patios de la Casa Vieja”, “Mi Pueblo Azul”, “Leopoldo Silencio”, “Vidala del chango”, entre otras.
Navarro integró el legendario grupo Los Quilla Huasi (huasi = casa, quilla = luna) durante once años, con el que recorrió el mundo. Fue la voz solista de la obra “Los Caudillos”, de Félix Luna y Ariel Ramírez. Musicalizó la “Cantata Riojana” sobre versos del poeta Héctor David Gatica y también poemas de Manuel José Castilla, José Pedroni, Ariel Ferraro, Ariel Petrocelli, León Benarós, José Oyola, Eloy López, Julio Fontana, Héctor Negro y otros.
En 2006 y en 2011 Ramón nos dejó un registro grabado en dos discos con el título “Los Encuentros”, una antología de su obra con 34 canciones de su autoría o que él musicalizó, junto a muchos grandes del folclore.
En 2014, cuando Ramón cumplía 80 años, se decidió poner los nombres de sus canciones a las calles de su amado pueblito de Chuquis, al que él le cantó “Mi pueblo azul”. La productora y periodista de folklore, Silvia Majul, decidió hacer un registro fílmico de aquel acontecimiento y allí nació la idea de realizar un documental sobre don Ramón, al que tituló “Un pueblo hecho canción”. Dirigido por ella, se estrenó el 7 de septiembre de 2017.
Contó Majul que Mercedes Sosa, había grabado “Chaya de los pobres”, de Ramón Navarro, para editar en uno de sus discos “Cantora”, pero finalmente no se incluyó. Pues su hijo, Fabián Matus, productor del disco, le dijo a Silvia que se la entregaba: “Tomá, esto es para la película… y esa forma en que todo se fue dando, me incentivó más”, relató.
Don Ramón, con 17 años había viajado de La Rioja a estudiar a La Plata. Contó que una tarde de domingo, en la pensión de Doña María, en las calles 4 y 59, estaba zambullido entre apuntes y guitarras… (70 años después diría que “había más guitarras que libros”). En eso, tomó su guitarra y enseguida le salió la “Chayita” (de los pobres). “Tal como salió, así de golpe, de un momento para otro, quedó. Me apresuré para escribir la letra y a cantarla varias veces para acordarme la música. Y desde entonces hasta el día de hoy, han pasado casi 70 años, y todos los años tiene una grabación distinta, nueva, instrumental o cantada. Eso es un milagro”, dijo el cantautor riojano.
Y un periodista le acotó: “Parece buena consejera para la composición la nostalgia”. A lo que Ramón le respondió: “Sí, porque es lo que uno ha ido elaborando. A veces uno mira mucho pa’ afuera, lo exterior, para ver de dónde puede tomar cosas de aquel, del otro; y yo creo que lo más importante es mirarse pa’ dentro. La semilla tiene que crecer pa’ dentro”. Entonces lo que va a nacer de eso que seguramente va a ser un buen árbol, que te va a dar lo que dan los árboles, frutos, sombras, madera y la flor como excepcionalmente la higuera que florece con higos y pájaros.
Elegimos compartirles la sublime “Zamba del cercador”, con letra del poeta riojano Ariel Ferraro y música de Ramón Navarro, para que puedan vislumbrar cómo musicalizaba el gran maestro riojano y la poesía sublime que elegía musicalizar. En este caso, en la exquisita versión de Suna Rocha, dentro de su disco “Perfume de carnaval”.