Si uno preguntara a los productores agrícolas argentinos cuál es el principal de sus problemas, seguramente la mayoría de ellos le echaría la culpa al gobierno actual, a la vicepresidenta Cristina Kirchner y a la persistencia de las retenciones, que castigan especialmente a la soja con el 33% de descuento respecto del valor internacional. Pero hay otro problema, tranqueras adentro, que produce entre los chacareros tanto o más disgusto que la política. Y que crece sin pausa.
Se trata las malezas que han adquirido resistencia a diversos agroquímicos, especialmente al glifosato pero también a otros herbicidas. En la mayoría de los campos agrícolas de la Argentina se han transformado en un verdadero dolor de cabeza, tanto productivo como económico. Es que ese tipo de malezas no solo impactan en las productividades compitiendo con los cultivos. Sobre todo afctan los márgenes agrícolas, pues los costos para controlarlas se han multiplicado varias veces.
Quizás no sucede con una soja, donde ya se dijo el Estado se apropia de una tercera parte del ingreso bruto por vía de los derechos de exportación. Pero en algunos otros granos que tienen alícuotas menores (los cereales, por caso, tributan 12%), el impacto del control de malezas quizás ya esté superando al de las retenciones. Por eso la pregunta quizás sea pertinente: ¿Qué prefiere? ¿Rama Negra o Cristina Kirchner?
Todo esto a cuento de que la Asociación de Productores en Siembra Directa (Aapresid) acaba de actualizar su mapa de malezas resistentes, y allí verificó que el problema lejos de menguar tiende a agravarse. La REM Aapresid 2021 abarcó el mapeo de malezas en más de 29 millones de hectáreas en 203 partidos y departamentos. Y allí se detectó la presencia de 27 especies resistentes en total, de las cuales 22 corresponden a resistencias y 5 a tolerancias.
El biotipo de Rama Negra RG (la Cristina de las malezas) además de estar presente en todas las zonas posee el mayor porcentaje de área afectada, pues llega a aparecer en casi 25 millones de hectáreas. Hay otra variante de Conyza, el biotipo RALS, que alcanza las 267 mil hectáreas pero con una dispersión en aumento. Bien podría ser el Máximo.
Pero en al gobierno hay de todo, y proliferan las internas para todos los gustos. El Yuyo Colorado RG sigue secundando el ranking de malezas resistentes con un poco más de 24 millones de hectáreas de superficie afectada, la cual aumentó un 15% con respecto al 2019.
Luego se encuentran las gramíneas Eleusine indica RG (pata de ganso o gallina) con 11 millones, Echinocloa colona RG con 10 millones, las Chlorideas con 9 millones y el Sorghum halepense RG con 8 millones. Un escalón más abajo aparece el Lolium sp. RG con 5 millones. Por último los Nabos RG continúan en aumento, llegando a las casi 1,5 millones de hectáreas.
El mapa REM distingue a qué modos de acción resisten estas malezas revoltosas: 11 de ellas corresponden a resistencias a glifosato, 4 a graminicidas, 4 a ALS, 1 a hormonales y 2 a resistencias múltiples.
“En 2021 se registró el avance de malezas resistentes o tolerantes en 449 partidos o departamentos nuevos. Este avance en superficie está liderado por la maleza estrella en nuestro país, Conyza sp (Rama Negra), pero resistente a ALS en esta oportunidad. Le sigue el complejo de nabos resistentes a 2,4D y a glifosato. Esto evidencia que la problemática, además de expandirse, se complejiza debido a que entre las 10 malezas de mayor crecimiento encontramos biotipos resistentes a otros herbicidas diferentes al glifosato”, alertó Aapresid al dar a conocer este informe.
En el top 10 de las malezas rebeldes, todas son resistentes o tolerantes a glifosato, el herbicida más popular en el país, cuyo uso se difundió muchísimo a partir de la introducción en 1996 de la soja RR, el primer cultivo transgénico del mundo, que justamente fue modificado para resistir las aplicaciones de dicho herbicida. En algún momento, de la mano de este paquete tecnológico, la Argentina llegó a implantar 21 millones de hectáreas con ese cultivo. Luego, por la aparición de malezas que copiaron esa resistencia, el negocio comenzó a hacerse más difícil. Para este año se esperan menos de 17 millones de hectáreas de soja.
De las de malezas resistentes relevadas, 8 pertenecen al grupo de las gramíneas y 5 a las latifoliadas.
“Nuevamente el mapeo de malezas difíciles demuestra que el problema, lejos de retraerse, sigue en aumento y que una vez más es necesario remarcar la necesidad de continuar en el proceso de integración de herramientas para el control de malezas que permitan retrasar la aparición de nuevas resistencias y aminorar el avance de las ya existentes. Un manejo eficiente de la problemática puede ayudarnos a evitar futuros dolores de cabeza”, alertó Aapresid en su informe. Algo así como decirles a los productores: “Voten bien o después no se quejen”.
Desde esa entidad, que tiene a su cargo la coordinación del REM desde su origen hace más de 15 años, se está enfatizando en la necesidad de incorporar otras técnicas de control, además de los agroquímicos convencionales. Por ejemplo, se hace mucho hincapié en la incorporación de cultivos de servicio o de cobertura, que eliminen el barbecho químico y permitan una competencia biológica contra las malezas. También se promueve la utilización de tecnologías como las aplicaciones dirigidas especialmente sobre las malezas, que provocan un ahorro de hasta 70% en el uso de herbicidas.
Hay otros medios para el control de ese tipo de malezas que Aapresid desaconseja de plano y contra los que se ha pronunciado días atrás: la labranza de los lotes antes de la siembra. En rigor, muchos productores están recurriendo al arado como herramienta, aunque esto implique retrocedes varios pasos en la adopción del sistema de siembra directa.