Hay que empezar a acopiar botellas de vino (y evitar tomarlas todas juntas), porque está toda la mesa tendida como para que los aumentos de precios comiencen a expresarse fuerte también en ese rubro. El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) lanzó su estimación sobre la cosecha de uvas para vinificar en esta temporada y la redujo un 6,4% respecto de 2020, que ya había ofrecido una oferta decididamente mala.
“La cosecha total prevista de uvas para la Argentina se prevé en 19.323.000 quintales, lo que implica una disminución del 6,39% respecto de la cosecha 2020, que fuera de 20.557.455”, informó el organismo que regula la actividad vitivinícola en todo el país. Aclaró luego que esta previsión “tiene un desvío estándar del 5%”.
Pero esta comparación anual no es tan significativa como la evolución histórica. Y es que en los últimos diez años, solo la temporada 2016 ofreció un resultado productivo menor al esperado ahora.
El dato clave contenido en esta mirada de largo plazo es que la producción de uvas para vinificar en 2021 caerá un 24% respecto del promedio de la última década, que se ubica en unos 24 millones de quintales. Es decir, faltarán de la oferta habitual unos 5 millones de quintales, por segundo año consecutivo.
Esta magra producción por segundo año consecutivo ya se nota en los stocks: Hace unos días el INV informó que las existencias técnicas de vino al 1 de junio de 2021 (antes del ingreso al mercado de los vinos 2021) se reducirán a solo 2,9 meses, lo que equivaldría a una existencia de 3.245.911 hectolitros. Tener 3 meses de vino de reserva es otro dato claramente alcista. El propio INV recordó que “durante los años 2017 y 2018 las ventas al exterior y mercado interno (los stocks) habían caído en volumen a los niveles más bajos de la historia, generando excedentes que superaban las proyecciones de stock en más de 7 meses”.
Si esta situación ya de por si es relevante, hay que añadirle una mejoría de la demanda para empezar a construir un cóctel peligroso para los consumidores de vinos. Las exportaciones de 2020 crecieron el 26,7%, en comparación con 2019. En cantidades, han sido las mejores ventas de los últimos 12 años aún a pesar del año de pandemia. También se recuperó cerca del 15% el consumo interno.
La presión alcista viene también desde el lado de los productores, que reclaman una mejorái notable de los valores que cobran. Con la excusa de que sobraba vino, los viñateros han venido cobrando precios de ruina en los últimos tres años, por debajo muchas veces del equilibrio con los costos de producción. Esta esa una razones, además de los problemas climáticos y la falta de agua para riego en algunas zonas, de por qué la oferta de uvas ha caído cerca del 20% respecto del promedio de la década. Muchos viñedos están siendo erradicados por falta de rentabilidad.
La suba de los precios de los vinos al consumidor parece inevitable. Y no hay cepo para que evitar que se produzca, como sí sucede en otros sectores alimenticios. Es que días atrás, como mérito del gran poder de lobby que suelen mostrar las bodegas, la Secretaría de Comercio Interior excluyo a los vinos y espumantes del régimen de Precios Cuidados, lo que implica que, al menos en los próximos dos meses, las bodegas podrán ahora vender todos los productos al precio que consideren conveniente sin interferencia del gobierno nacional.
En los fundamentos de la resolución 118/2021, donde se tomó esa medida, se indica que corresponde quitar del programa “un conjunto de bienes que por sus características y finalidad no forman parte de los productos que tienen relevancia en la satisfacción de las necesidades básicas de los consumidores y usuarios”.
En este escenario, la agrupación empresaria Bodegas Argentinas recomendó a sus asociados que, si bien ahora tienen libertad de aplicar incrementos de precios al consumidor, estos aumentos “no superen el 7% en supermercados y mayoristas nacionales”.
También el gerente general de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA), Sergio Villanueva, declaró a la agencia Télam que “el precio del vino va a subir por una cosecha moderada y seguramente por stocks muy bajos”.
“Veníamos de años de stocks altos con lo cual los precios estaban muy bajos, por lo tanto Precios Máximos era una complicación, sobre todo teniendo en cuenta los valores de reposición a partir de la nueva cosecha. Es una medida positiva”, afirmó Villanueva.
El gerente general de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), Nicolás Vicchi, también consideró “positiva la definición del Gobierno nacional”, ya que atiende un pedido que “se venía solicitando” en un contexto en que “el precio del vino al productor se viene recuperando”.
Hay que acopiar botellas de vino. Y evitar tomarlas. Las opciones a una suba de los precios del vino al consumidor local (que por cierto están caros en pesos, pero muy baratos en dólares) parecen ser muy pocas. En 2016, ante un escenario semejante, las grandes bodegas importaron grandes cantidades de vino desde Chile, deprimiendo artificialmente los valores pagados al productor. Pero no parece haber margen político ahora para hacerlo nuevamente.