En el mes de mayo, de golpe Lácteos Verónica paralizó sus tres plantas, sin pagar más de 700 salarios, con un acumulado de cheques rechazados, con una ausencia de reacción de los propietarios… La situación llevó las negociaciones de la provincia de Santa Fe a la Nación y viceversa, para llegar hoy a un limbo que tiene fecha de vencimiento.
Estamos en primavera y el crecimiento de la producción primaria permitió que, con contratos de fazón, la empresa logre sobrevivir unos meses, aunque hoy solo trabaja la planta de la localidad de Lehmann con el secado de leche para terceros, siguiendo las sedes de Classon y Suardi en un letargo complejo.
El acuerdo, que está avalado por la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra), no le da mucha seguridad a la planta laboral, e incluso en las últimas semanas se viene generando cierto malestar interno para quienes cuestionan los arreglos dados con una perspectiva que vence el 8 de enero próximo, cuando se caiga el convenio. Aunque puede ser renovado, la percepción desde adentro no es buena.
Hubo acuerdo en Lácteos Verónica y, aunque con desconfianza, se retomaría la actividad
Los salarios se siguen pagando en cuotas semanales, con varios meses de demora. La deuda de aportes existe, aunque se hayan acelerado algunas entregas para conformar a la cúpula del gremio.
Lo cierto es que desde afuera tampoco se ven bien las cosas en Verónica.
Algunos comentan que en los últimos días se dio por caída una negociación por una posible venta de la empresa. El motivo es el mismo desde el inicio del conflicto: no existe acuerdo dentro de la familia Espiñeira, la dueña, para encontrarle un horizonte a la láctea y eso es lo que complica el hallazgo de soluciones coherentes.
En este contexto, la materia prima de los tambos de Las Becerras, que corresponden a los mismos dueños de la láctea, se está derivando a otras usinas lácteas. Esto es lo que más preocupa a trabajadores y a productores que tienen saldos a pagar y con demoras de meses. ¡Si ni los dueños están de acuerdo! Algunos rumores indican que la empresa de tambos se dividiría entre los tres hermanos a cargo.
Lo concreto es que en todo el caudal de deuda que se viene acumulando están involucrados los productores, los que antes aportaban la materia prima principal. Son quienes acompañaron la historia centenaria de la empresa, pero también los que fueron perjudicados por los incumplimientos y los que jamás recibieron un indicio para entender si en algún momento cobrarán los pesos pendientes.
No es casual: Hay una mujer dispuesta a iniciar una suerte de reunión de pequeños productores para empezar a reclamar la deuda.
Cecilia Sedrán es de San Genaro, tiene un pequeño tambo que produce 1.500 litros por día y que desde 2011 le remitía a Verónica. Fue en abril cuando se empezaron a correr los pagos de la leche y a partir de ese momento su familia comenzó a gestionar el cambio de empresa. Lo lograron para julio.

Si bien sólo le adeudan un mes, porque “cuando empezamos a ver que el barco se hundía decidimos irnos”, ella cree que “no hay voluntad de pago” y es por eso que “si bien no hay un sentido de unidad entre los productores, creo que tenemos que juntarnos para reclamar lo que nos corresponde”.
Su intención, según afirma, es “convocar a las mujeres que están al frente de muchos tambos, porque somos nosotras las que podemos unirnos para pedir lo que es nuestro”.
Cecilia sabe que “siendo tambos chicos tenemos que juntarnos más, porque quizá no somos los principales acreedores y tenemos que cobrar la deuda que tienen con nosotros”.
Para comprender el impacto de la situación de Verónica en el eslabón primario, la estimación es que en la zona de Suardi son 80 los tambos afectados, 36 en el área de Lehmann y 35 en la zona de Totoras, Clason y San Genaro. A esto se agregan entre 15 y 20 transportistas de leche, que reciben los pagos pendientes en cuotas aisladas.
A Bichos de Campo llegan versiones de una deuda total cercana a los 60 millones de dólares, de los cuales el 30% sería sobre leche cruda.
Quizá la idea de Cecilia Sedrán sea la correcta, y más allá de las instancias legales, se deba poner voz e identidad a los reclamos de deuda, para que logren una reacción en la empresa que está dejando ir la historia, la tradición y una marca con productos de calidad. En medio de tanta confusión todos esos valores se desvanecen en un tiempo de oportunidades para la lechería.
Lácteos Verónica está a tiempo de reaccionar, antes que el vencimiento de un acuerdo de fazón vuelva a hacerla colapsar de forma completa y por segunda vez en menos de un año. Aunque parte del gremio simule una normalidad que no es tal, la situación está llevando a los productores a liderar un alerta visible, ante la modorra de los titulares de la empresa.




