El valor de la “soja billete”, es decir, cuántos dólares reales quedan en la mano del productor al vender el poroto, perdió más de un 20% desde el último “pico” registrado en diciembre pasado.
El precio real de la soja Rosario disponible presente en la Argentina –245 u$s/tonelada– luce hasta ridículo cuando se lo compara con los valores de la soja disponible Nueva Palmira en Uruguay, que se encuentran en torno a los 545 u$s/tonelada.
El mejor momento para vender “soja billete” fue en la segunda quincena de diciembre pasado, cuando los valores superaron los 300 u$s/tonelada con un máximo de 312 u$s/tonelada el 16 de diciembre, considerando la cotización del dólar negociado en el mercado bursátil (MEP).
Pero desde entonces comenzaron a presentarse factores que conspiraron contra la “soja billete”, uno de los cuales es la alteración del sistema de formación de precios internos de la soja debido a la introducción del régimen denominado “dólar soja”, que no es otra cosa que una devaluación sectorial por tiempo limitado.
El segundo es la creciente intervención del mercado de dólar MEP en un marco de política cambiaria diseñada para “aplastar” el tipo de cambio oficial con liberación discrecional y controlada de divisas a importadores.
Ambas variables vienen comprimiendo los precios de la “soja billete”, mientras que, como contrapartida, los valores de los futuros de la oleaginosa en el mercado estadounidense CME Group se tonificaron en línea con el desastre climático ocurrido en la Argentina.
La pérdida del poder adquisitivo de la soja no solamente ocurre respecto de bienes durables e inmuebles, sino también de varios insumos y servicios propios de la actividad, dado que los mismos, debido a las restricciones cambiarias, hace tiempo que dejaron de valorizarse al tipo de cambio oficial.
El denominado “dólar bolsa” o “dólar MEP” se obtiene al comprar un bono argentino en pesos que posteriormente es transformado en otro bono similar en dólares. Se trata de una operación realizada dentro del mercado argentino.
La “sequía comercial” pega tan fuerte como la sequía climática en el mercado argentino de soja