La Prole es el nombre que el productor ganadero Carlos Crego y su esposa, la veterinaria Marilú Bonhomme, eligieron para ponerle a su campo ubicado en la localidad de Cuchilla Redonda, en el departamento entrerriano de Gualeguaychú. Ese mote está muy lejos de ser una casualidad. Sucede que esas tierras, cercanas a las costas del río Gualeguay, fueron el sitio que el matrimonio escogió para ver crecer a sus hijos y prepararlos para la vida. Algunos optaron por mantenerse cerca del campo y otros por perseguir objetivos incluso fuera del país.
La historia de la familia en esta zona comenzó hace casi 40 años, cuando se propusieron encontrar su lugar en el que dejar atrás la monotonía de Buenos Aires. De ahí en adelante, fueron muchas las actividades productivas que emprendieron, entre ellas una huerta bajo cubierta que terminó arrasada por un huracán. En medio de la frustración, el matrimonio concertó comenzar a dedicarle mayor tiempo a la ganadería y multiplicar “las vaquitas” que siempre tuvieron. En eso estuvieron hasta que, cinco años atrás, apostaron a la cría de Wagyu, una raza bovina que caló en la zona. Pero ellos buscan marcar la diferencia y han decido encarar un experimento: engordar a esos animales mayormente a pasto.
Mirá la entrevista completa a Carlos Crego acá.
“Vivíamos en Buenos Aires y estábamos buscando un lugar para distraernos y que los chicos crecieran con la naturaleza. Como todos los que venimos a esta zona o a cualquier otra, empezamos con la cabeza de Buenos Aires y dejándonos llevar por los comentarios. Recuerdo que hicimos un emprendimiento de huerta con invernáculos y ahí estuvimos varios años con mi hijo, el más grande, hasta que él decidió tomar otro rumbo. A eso un día lo agarró un huracán y lo tiró todo a la miércoles. Todas esas cosas terminaron en una frustración terrible y un día mi mujer me dice: lo que tenemos que hacer es dedicarnos a las vaquitas, que es lo único que no nos va a causar problemas”, contó Carlos a Bichos de Campo.
Si bien estaban convencidos de que sería la ganadería un puerto seguro, el productor y su esposa nunca perdieron su esencia aventurera y experimentaron con casi todo lo que concierne a esta actividad.
“La vacas siempre estuvieron presentes, primero había 10, luego 20, después 50, y así fuimos pasando de una cosa a otra. Probamos con Angus Colorado, con hacer cruza, intentamos hacer terneros, tuvimos un feedlot. Hicimos varias cosas, todo por el hecho de hacer algo y no tener el campo ocioso. Pero hace unos cinco años, un amigo y vecino, el doctor Barcos, nos incitó a dedicarnos al Wagyu. Él tiene ya 25 años de trabajo con la raza y siempre le ha ido bien. Y bueno, nos agarró ganas y empezamos con las vacas que teníamos“, relató el productor.
De la propia camada de Luis Barcos, unos de los pioneros del manejo de esta raza en Argentina, salió el primer toro que se cruzó con las vacas de La Prole. “Le compramos un toro Wagyu y empezamos a servir las vacas que teníamos. De ahí fueron saliendo los terneros medio Wagyu. Fuimos seleccionando los machos para engordar y las vaquitas y las hembras para futuras madres. Hoy estamos sirviendo esas vaquillonas con un toro de la segunda camada de Wagyu. Nos faltan dos años más para poder cerrar el ciclo”, detalló Crego.
Ahora con una camada compuesta por un 75% de genética Wagyu, la aspiración del ganadero es llegar a hacer una producción de ciclo completo y comercializar la carne de esta raza japonesa, que debido a su exclusividad y alta demanda, tiene un significativamente más alto que el de otras carnes de ganado. Por ejemplo, en el mercado europeo un kilo de esa proteína animal oscila entre los 100 y 500 euros.
“Nuestra producción es más lúdica, lo hacemos por ese lado porque no tenemos que vivir de esto. Pero nos da ganas porque siempre hemos estado haciendo algo acá. Nunca nos gustó tenerlo como un lugar de esparcimiento nada más. Nos gustó la idea de llegar a formar un ciclo completo y alcanzar un volumen que sea bueno como para vender carne Wagyu y que nos deje una renta razonable. Después eventualmente si esto sigue, vamos a tener más animales y los hijos nuestros que se quieran ocupar tendrán algo de mejor calidad y categoría”, explicó el productor.
-¿Difiere mucho el manejo del Wagyu en comparación con otras razas más comunes de la Argentina?– le preguntamos.
-No, en realidad nosotros seguimos más o menos la misma característica de la recría y el engorde de animales de raza Indica o cualquiera. Porque no está en nuestro esquema darle de comer abundantemente a los animales como hacen los que crían, que requieren una una alimentación demasiado fuerte para hacer un animal de 700 a 800 kilos.
En este sentido, el productor especificó que con su campo se lleva adelante “un experimento” que consiste en alimentar mayormente a pasto este ganado y alcanzar un peso cercano a los 400 kilos.
“Nosotros estamos haciendo un experimento a pasto. Queremos darle solo praderas y, eventualmente cuando llegue el momento, suplementación con grano, como se hace hoy en día para llegar a los 400 kilos. Bueno, haremos lo mismo”, señaló Crego.
-¿Cómo viene el experimento? ¿Aumenta de peso el ganado con esta alimentación a pasto?
-Sí, el animal responde. El problema es que venimos de volúmenes de pasto no muy abundantes por las secas que hubo. Las praderas no están en forma óptima. Hay una deficiencia por ahí. Entonces demorará un poco más de tiempo el proceso o le daremos anticipadamente alguna suplementación. Pero bueno, nosotros estamos probando. Nos gusta la idea de hacer algo diferente y queremos ver si podemos ofrecer un tipo de animal que si bien no tiene la terminación del Wagyu clásico, de 700 a 800 kilos, al menos tenga las características que se busca en esta raza, que es el sabor.
Pero Crego y su esposa,ya han probado de su propia medicina, y aseguran que la carne del animal, objeto de su experimento está bastante cerca de lo que se han propuesto lograr. Mientras tanto, siguen probando, produciendo y sobre todo divirtiéndose, que en definitiva fue lo que siempre tuvieron como premisa desde que decidieron echar raíces cerca de las costas del río Gualeguay.
“Ya hemos probado la carne y salió bastante bien. Pero nosotros tenemos una concepción de vivir y no es solamente pensando en un negocio. Si bien producir es económico, no pasa solamente por ahí. Para nosotros es muy importante y estamos más enfocados en la comunidad, en el participar, en la solidaridad con la gente. Tratamos de apuntar, en todos los actos que hacemos, a ese tipo de cosas”, concluyó el productor.
aflojen con el humo que generan estos “productores” de grasa con carne.