A tan solo tres kilómetros de Yacanto, en el Valle de Calamuchita, José María Vanella, convirtió el pequeño campo que compró su abuelo en 1982 en el único viñedo que existe en esa zona. Allí, sobre dos hectáreas y media, el flamante productor y su familia cultivan cepas de malbec, sauvignon blanc y cabernet franc, con la que elaboran su propio vino y comercializan solamente en un restaurante ubicado en un entorno de ensueño. El emprendimiento se llama Juana Urbana y forma parte del fuerte desarrollo del enoturismo en la provincia de Córdoba.
“Somos el primer viñedo de Yacanto y tomamos la decisión d buscar una actividad que refleje las raíces y manifieste la identidad de todo lo que es la zona. Entonces buscando esa actividad fue que nació la vitivinicultura en mi familia”, dijo Vanella a Bichos de Campo.
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Como elaboradores artesanales, la familia hasta el momento produce el vino en una pequeña bodega ubicada debajo del restaurante. Por ahora, les sobra capacidad para procesar la uva de sus viñedo. Sin embargo Vanella no descarta que en poco tiempo tenga que crecer, cuando aumente el volumen productivo.
“En realidad nosotros hacemos 12.000 litros de manera artesanal y lo más prolija que se pueda. Tratando de cuidar nosotros mismos la producción. Tenemos una bodeguita chiquita donde producimos nuestros vinos y estamos en un 30% de nuestra capacidad de producción, porque justamente nuestras plantas están creciendo y necesitan maduración”, explicó el productor, que dio un giro de 180 grados a su vida al dejar de lado su trabajo en computación y la vida en la ciudad, para transformarse de golpe en vitivinicultor.
La idea de Vanella y su familia es aprovechar las potencialidades del viñedo y la bodega para consolidar un emprendimiento turístico y gastronómico. Yacanto, gracias a sus atractivos, ha calado muy bien y durante la pandemia del Covid experimentó una especie de “explosión demográfica” para convertirse en asentamiento permanente de muchos citadinos.
“Nuestro foco está encarado para ese tipo de de turismo, porque lo que nosotros ofrecemos es la experiencia es posibilidad de venir a conocer lo que es el Valle de Calamuchita, ver la producción que nosotros hemos generado acá y venir a comer a nuestro restorán y poder disfrutar de un día de viñedo, de campo y de buena gastronomía en un solo lugar”, contó José María. Su compañera de vida es quien se ocupa del restorán.
En esa propuesta, vale destacar el cuidado que ponen es conservar dos objetos de mucho valor histórico. Uno es un viejo rancho de adobe, que es dónde se alojaba el abuelo cuando empezó a colonizar este campo metido entre sierras. La segunda cosa es una vieja parra de más de 100 años que ya se encontraba en el lugar, y que el flamante viticultor está tratando de replicar para ver si a futuro logra obtener de ella un vino autóctono de ese terruño.
-¿Cuál es la historia del nombre Juana Urbana que rotula sus botellas de vino?
-Juana Urbana es el nombre de mi bisabuela y un poco de de por qué nace el proyecto es que nosotros hacemos hincapié en nuestras raíces y mucho en nuestra historia familiar también. Nuestro proyecto es familiar, hay varios miembros de nuestra familia involucrados. Entonces yo me refiero a Juana como un nosotros.
-Ya llevan diez años encarando este proyecto ¿Es fácil o muy difícil hacer vinicultura en Córdoba?
-Yo no lo pondría en términos de fácil o difícil. Yo diría que necesita mucho amor y mucha dedicación. Es una actividad que requiere de que quienes la vayan a desarrollar realmente la disfruten, porque tiene sus desafíos y tiene sus sus complicaciones más cuando estás iniciando algo nuevo en una región que no se dedicaba a esto.
-Más allá de la nostalgia por el campo familiar de tu abuelo, cambiaste de rubro rotundamente. ¿Algún placer te debe generar el viñedo?
-Es así. Es una actividad de la cual conjuntamente con Cande, mi señora, nos hemos enamorado. Hoy nuestro proyecto de vida también es tratar de de impulsar la vitivinicultura y el desarrollo de nuestro proyecto en esta región.