Este fin de semana se realizará en la localidad cordobesa de San Marcos Sierra el 4° Encuentro Nacional de Mulas y Asnales. Habrá de todo (clínicas con profesionales, destrezas y doma india, cabalgata y carrera de resistencia, venta de productos relacionados con mulas y asnos y gran peña gran), pero sobre todo será la excusa para conocer a un personaje muy particular del agro argentino: Gustavo Cabrera es quien organiza, desde su amor por las mulas y los burros, esta movida.
-¿Por qué haces esto?- le preguntamos.
-Es una pasión, un hobby, como cualquiera lo tiene con cualquier otra cosa, moto, bicicleta, caballo. Bueno, yo empecé a viajar desde chico con las mulas y me me di cuenta de que es un animal increíble, que cada día me enseña cosas nuevas. Llevo muchos años montando mulas y cada día me aprendo más cosas de ella. Tengo muchas noches durmiendo con las mulas a la orilla de la ruta, en camino, en cordillera.
-¿Y qué valor le darías a las mulas?
-Yo creo que la mula es una aguantadora. La mula es una protectora de uno. Con mi mula somos un binomio. No es ella y no soy yo. Somos ella y yo. Es tan inteligente y tan agradecida, que se pegan a uno y están con uno. Es increíble. Hay que vivirlo para saber lo que es realmente la mula.

Ya hemos contado en Bichos de Campo la historia de Cabrera. Con cinco décadas encima, nació en La Cumbre, Córdoba, pero lleva 25 años residiendo en Capilla del Monte. Muy cerca del poblado, en Villa Cielo, posee una finca de 5 hectáreas, donde tiene sólo los reproductores, padrillos, burros, para el servicio. Luego cría burros y mulas cerro arriba, en otro campo de la familia de su esposa, al lado del cerro Uritorco. Trabaja de guía de cabalgatas o transporta animales, además de criarlos. También distribuye alimento dietético para caballos a partir de la amistad que hizo con el propietario de una reconocida fábrica, Edgardo Marotti en una cabalgata a Salta.
Hace algunos años se convirtió además en organizador del particular encuentro de San Marcos Sierra, que ya se está convirtiendo en un clásico para los amantes de estas especies. “Más allá de que yo sea apasionado, todos mis amigos y toda la la gente que está conmigo en los encuentros de mula, cada día se están convirtiendo en fanáticos como yo”, nos dice Gustavo en un encuentro casual en Catamarca.
-¿Y desde cuándo te nació ese fanatismo? ¿Hubo un momento clave?
-Toda mi vida tuve mula, pero en la pandemia creo que hice el clic que yo necesitaba para empezar con los encuentros de mula y para darle un lugar a la mula que nunca se la había dado.
-¿Por qué? ¿Sentiste que está menospreciada?
-Sí, totalmente. La mula para lo único que sirvió era para atarla a un carro, arar, no darle agua, maltratarla… Y no es así. Se banca todo, es tan agradecida que se banca todo. En nuestro caso, cuando yo arranqué con los encuentros, la idea era esa, darle un valor. Lo pude concretar. Hoy en día la mula es un animal considerado, antes a la mula no la quería nadie. Pero ahora en Argentina una mula tiene su precio, como era antes. Antes cuatro caballos valían lo que valía una mula. Después se perdió, y a las mulas no les querían nadie por falta de doma. Se perdió la gente mayor de los campos, que era la que domaba, y la gente joven no la quería domar porque le tenían miedo.
Cabrera insiste con su cerrada defensa del animal. “Al ser más inteligente, ella se da cuenta de todo. Si vos le pegás, ella te va a pegar. Pero si vos le das cariño, olvidate, no te la sacás más de encima”.
-¿Y vos decís que ha sido mucho más importante para la historia incluso que el caballo? Los criadores de caballos criollos, que dicen que “la patria se hizo a lomo de caballo, se van a enojar…
-Y sí, seguramente. Pero bueno, hay que ponerse nomás a ver la historia de nuestra patria, con José de San Martín cruzando con cantidad de cañones y arreos la cordillera de los Andes. Era imposible pasar por el Valle de los Patos en aquellas épocas a caballo. Han sido mulas. Después la Universidad de Córdoba se hizo gracia a la venta de mulas por parte de los jesuitas. Por eso estamos haciendo los encuentros en el departamento Cruz del Eje, en San Marcos Sierra, para darle lugar a los jesuitas que ahí hacían las crianzas de mula, las llevaban al Alto Perú y terminaban hasta en el Canal de Panamá.
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“La mula tiene mucha historia en nuestra patria. Ha hecho todo, la mayoría de cosas grandes. En Estados Unidos hizo el ferrocarril, en todos lados hizo la minería. Todo a lomo de mula”, ratifica, convencido.
-Y vos sentís que se la está menospreciando. ¿No será porque se la está reemplazando por maquinaria moderna?
-No, no, no. La mula es irremplazable. Yo a la Cordillera de los Andes la recorrí casi toda montando, porque no hay forma. No podés entrar ni en una moto enduro ni en nada. Siempre va a estar, siempre va a volver porque es un animal irremplazable.
Mirá la entrevista completa:
-¿Y por qué haces esto de transitar el país a lomo de mula?
-Principalmente porque yo estoy muy pegado a la Agrupación Gaucho Güemes. Y en la pandemia homenajeamos al general Martín Miguel de Güemes por los 200 años. Tuvimos la suerte de que de en Luján nos regalaran la Virgen de Luján, y peregrinamos y ayudamos a mucha gente peregrinando en la pandemia. Así que eso nos hizo muy bien.
-¿Y siempre sobre una mula?
-Sí, siempre. Yo casi ni monto caballo, ya me he acostumbrado a la mula, que es es un animal que siento tan confiable. La mula tiene una resistencia y una rusticidad increíble. Hay mil camionetas, pero la confiabilidad que tiene una Toyota en el campo no es lo mismo. La mula es eso, confiabilidad. Me ha pasado a veces que por cualquier causa hemos estado dos o tres días sin agua, en la montaña, y ellas se la bancan.






Que excelente nota, es todo muy cierto, fue el animal de nuestra historia, tiene la inteligencia del burro y la fuerza del caballo.