“Si algún muchacho quiere vivir de lo ajeno, que lo haga, pero con códigos”, disparó en un acto partidario realizado en abril de 2019 el ex secretario de Comercio Interior del kirchnerismo, Guillermo Moreno. A su lado sonreía -aún a pesar de semejante afirmación- Fabián Zeta, un viejo referente de los operadores del Mercado Central y colaborador del ex funcionario. Se nota que entre ambos, Moreno y Zeta, tenían códigos compartidos.
Una auditoría realizada por las nuevas autoridades del Mercado Central de Buenos Aires permite explicar ahora por qué la relación entre Moreno y Zeta fue tan fructífera a lo largo de los años: se alimentaba de dinero ajeno, en este caso de dinero de todos los argentinos.
Cuando Moreno fue bendecido por la varita mágica del poder, la Corporación del Mercado Central derivó entre 2013 y 2016 varios millones de pesos a favor de la Comafru (Cámara de Operadores Mayoristas Frutihortícolas del Mercado Central de Buenos Aires), la entidad presidida por Zeta. Eso permitía que en los últimos años del gobierno K Moreno montara una especie de cuartel general dentro del Mercado Central, donde sus órdenes eran palabra santa. Hacía allí lo que quería a pesar de no tener cargo formal en ese ente tripartito administrado por la Nación, la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires.
Fabián Zeta ha sido un ladero fiel de Moreno desde al menos 2007, cuando el ex secretario de Comercio comenzaba su escalada ascendente en el gobierno. Esta nota de Página/12 de aquel año muestra que el ex gobernador bonaerense Felipe Solá, en aquellos tiempos ya cuestionaba el “autoritarismo” de Moreno para desembarcar en el Mercado Central. Zeta ya salía a defender a ese funcionario, que hizo del centro de Tapiales su cuartel general, una especie de baticueva o “morenocueva”.
Las internas dentro del oficialismo siguen y en los últimos meses el ladero de Moreno y presidente de la Comafru ha cargado las tintas contra el nuevo presidente de la Corporación Mercado Central designado por el gobierno, el líder de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), Nahuel Levaggi. La UTT es uno de los movimientos de pequeños productores que hicieron campaña a favor de Alberto y Cristina, pero su prédica es muy diferente a la de los viejos “batatas” y punteros peronistas que pululan por el mercado de La Matanza. El fomento de la agroecología o darles posibilidades comerciales a los pequeños productores son algunas líneas que los distinguen.
A partir de mayo, y con apoyo de los gremialistas de ATE, Fabián Zeta está reclamando a los gritos que el gobierno despida a Levaggi. El clima en que se desenvuelve esta interna es espeso: ha habido incendios intencionales en algunos pabellones, denuncias públicas por los casos de coronavirus, movidas mediáticas para mostrar la falta de limpieza en el Mercado y la gran cantidad de mercadería que va a descarte, etcétera.
En junio pasado, luego de un bloqueo del acceso al centro de abastecimiento, el propio Zeta declaró: “Representamos a la comunidad del Mercado Central. Estamos ante el peor directorio de la historia. Queremos de forma indeclinable la renuncia de las tres autoridades del Mercado Central, que están por Nación, Provincia y la Ciudad de Buenos Aires”.
En este contexto, una auditoría sobre viejas cuentas del Mercado Central reveló que la Comafru recibía grandes cantidades de fondos de ese organismo tripartito en tiempos de Moreno, en un drenaje que se interrumpió recién en 2016, con el ascenso de Cambiemos al gobierno. La sospecha es clara: dentro de la interna del peronismo se especula que Zeta carga sus dardos contra Levaggi y compañía porque quiere recuperar este tipo de privilegios perdidos.
¿Y de qué privilegios hablamos? La auditoría detectó que Zeta y su organziación de operadores se llevaba el 14% de la recaudación por las guías que la Corporación decidió implementar en mayo de 2010 (cuando Moreno detentaba su máxima expresión de poder) y que cobraba a todos los vehículos de carga que ingresaban por la autopista Ricchieri al enorme predio estatal. En criollo, se implementó un peaje sobre el peaje.
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Además de establecer múltiples objeciones al procedimiento establecido por la CMC para firmar aquel convenio con la entidad que presidía Zeta, que tenía personería jurídica desde 1997 pero carecía de muchos otros requerimientos para recibir partidas de dinero público, la auditoría detectó que finalmente la Comafru cobró en el periodo de duración de este acuerdo una suma total de 6.124.892,07 pesos, sin haber rendido cuentas de las tareas que debería haber realizado con ese dinero.
Pero además Moreno estableció a favor de Zeta una comisión adicional de 10% de las sumas recaudadas como “adicional por tareas de promoción y difusión”. Bajo esta fórmula se desviaron hacia la Comafru otros 4.374.922 pesos en esos cinco años. En total, por las guías se recuadaron 43 millones de pesos entre 2011 y 2016. Una cuarta parte, 10,5 millones de pesos, fueron derivados a los bolsillos de la Comafru, sin que se rindieran cuentas. Se trata de una cifra que, ajustada por el IPC San Luis, representan a la fecha 89 millones de pesos.
No fue lo único que se descubrió en la revisión de las cuentas del Mercado Central. En mayo de 2013, la gestión -que entre otros tenía como vicepresidente en representación de la Provincia al matarife Alberto Samid, luego condenado por evasión impositiva- también autorizó a la Comafru de Zeta a contratar un servicio de seguridad adicional al qiue tenía el centro de abastecimiento. Esta delegación de facultades suponía otros 220 mil pesos mensuales. Nunca se brindó demasiada explicación sobre dicha contratación.
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“Hay un tercer capítulo de transferencias desde la Corporación a la Comafru, pero todavía no lo tenemos completamente documentado: El Mercado también cobraba a los operadores una tasa retributiva, algo así como un servicio de expensas, de la cual le daban 5% a la Comafru, para que ellos la usen con sus asociados”, dijo a Bichos de Campo uno de los contadores que participaron de la auditoría, que como queda claro todavía continúa.
En todo caso, estas revelaciones confirman que Moreno hacía y deshacía a su antojo en el Mercado Central, despreciando muchas de las normas administratiuvas más elementales y sin requerir rendición de gastos a unos de sus proincipales colaboradores en la política. Fabián Zeta sigue hoy defendiendo enfáticamente la actuación de su jefe político, que en 2016 fue procesado por este tipo de “descuidos”. Fue cuando ordenó comprar con dinero de la Corporación gran cantidad de remeras, pecheras, gorros, globos y otros tipos de cotillón para denostar al diario Clarín.
Zeta era uno de los que aplaudían esas travesuras…
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