Desde el lunes pasado, luego de la devaluación del tipo de cambio oficial instrumentada por el ministro Sergio Massa, la comercialización de granos gruesos en el mercado disponible está operado a “cuenta gotas”.
Datos de la plataforma Sio Granos muestran que desde el lunes hasta este viernes al mediodía se habían comercializado poco más de 230.000 toneladas de soja con entrega hasta el próximo 30 de septiembre, de los cuales 60.000 toneladas se realizaron con “precio a fijar”. Además se operaron unas 4000 tonelada de soja para canjes.
En el caso del maíz, los datos para ese mismo período arrojan ventas por unas 366.000 toneladas (109.000 con precio abierto) y otras 39.000 toneladas para canjes.
Lo poco que se está vendiendo se hace por la imperiosa necesidad de generar liquidez para afrontar compromisos y, según muestran los números, se prioriza en general al maíz en desmedro a la soja, dado que la oleaginosa, al tener una mayor carga tributaria (derecho de exportación del 33% del valor FOB versus un 12% el cereal), es el producto más conveniente para atesorar ante un eventual cambio de contexto económico a partir del 10 de diciembre, fecha en la que asumirá el nuevo gobierno nacional elegido en octubre próximo o eventualmente en el balotaje de noviembre.
Además de la cuestión impositiva, en las decisiones de no-venta incide fundamentalmente la cuestión cambiaria, dado que el gobierno desde el lunes pasado fijó un tipo de cambio para liquidar operaciones agrícolas –considerando el dólar comprador Banco Nación– de 347,5 $/u$s, mientras que el valor real del dólar en el (inclusive intervenido) mercado cambiario es muy superior.
Por ejemplo: aquellos que tienen la posibilidad de acceder al mercado bursátil local (MEP), puede comprar dólares a un valor de 659,4 $/u$s. Pero sin esa posibilidad tienen que recurrir al mercado alternativo (MEP Senebi), que tiene una cotización de 718,7 $/u$s. Y si quieren operar divisas en el mercado externo, deben pagar 739,6 $/u$s (“contado con liquidación” o CCL).
Como funcionarios del propio gobierno declararon que tienen planes de que el tipo de cambio oficial permanezca fijo hasta fines del próximo mes de octubre, entonces la progresiva licuación del valor del peso en los mercados alternativos de divisas operan como un desincentivo creciente para fomentar la comercialización agrícola. Gran problema gran.
Luego del operativo “dólar maíz”, los exportadores lograron comprar 19,5 millones de toneladas del cereal 2022/23 al pasado 9 de agosto –último dato oficial– y cuentan con una posición relativamente cómoda para concretar embarques durante las próximas semanas.
Pero muy diferente es el caso de la soja, dado que las partidas provenientes de Paraguay se están agotando y las relaciones de precios para importar buques cargados con soja brasileña son actualmente inviables.
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Si el ritmo de venta de soja sigue siendo tan escaso en las próximas semanas, entonces la industria aceitera ingresará en una situación por demás compleja por falta de mercadería, dado que necesitan acceder a las más de 10 millones de toneladas de la cosecha 2022/23 que siguen en manos de productores argentinos para evitar una situación crítica de capacidad ociosa.
Pero no sólo la industria aceitera va camino a enfrentar una situación desafiante, sino todos los sectores dependientes de insumos importados, porque el complejo sojero es el principal proveedor de dólares y, sin comercialización de poroto, no puede haber obviamente exportación de harina y aceite de soja.
Ese problema incluso afecta a las industrias de fitosanitarios y fertilizantes, que siguen sin encontrar la manera de asegurar el abastecimiento de productos necesario para poder encarar con holgura la próxima siembra de granos gruesos que comenzará en septiembre próximo con el maíz temprano.