La firma rematadora de hacienda Saenz Valiente, Bullrich y Cía. es antiquísima y proviene de la época en que las exposiciones rurales todavía no se realizaban en Palermo. Creada en 1868 por Adolfo Bullrich, esa empresa primero hacía sus remates en el Patio Bullrich. La Exposición Rural en aquel momento se hacía en un predio sobre la calle Florida. Los que se remataban eran toros, vacas y caballos que traían en barco desde Europa y podían ser de cualquier raza, tipo y color.
“Algunas especies venían como donativos y otras para hacer propaganda, pero han pasado muchísimas razas que la gente ni conoce”, contó Gervasio Sáenz Valiente, actual rematador de la firma. Gervasio es marca registrada en la Exposición Rural de Palermo y en todo el sector ganadero, pues desde hace años que tiene a su cargo la mayor parte de los remates.
Por supuesto que él no lo vivió. Pero cuando comenzó la historia de esta empresa de remates, a fines del siglo XIX, la Argentina iba ganando fama como “granero del mundo” y proveedora de carne de excelente calidad. No solo por su genética y pasturas sino porque la carne viajaba 20 días en barco a Europa y llegaba con la maduración justa, explica Gervasio.
Aquí la entrevista completa con el conocido rematador de hacienda:
-¿Cuál es la función de un rematador?- le preguntó Bichos de Campo.
-Somos quienes vendemos los animales de cada raza luego de la jura. Pero lo importante es acompañar a la Expo desde el comienzo, para ver de qué animales se habla. Porque puede haber animales muy conversados que por ahí no llegan a ser grandes campeones y hay que saberlos vender- contó Sáenz Valiente.
“Por ponerte un ejemplo, el año pasado había un toro que era diferente y no salió gran campeón, pero al momento de la venta yo dije ‘este toro es diferente’ y fue el precio más alto, 600 mil pesos versus 400 mil del gran campeón”, recordó Gervasio.
Es decir que la convicción que muestra el rematador es muy importante a la hora de provocar una puja sobre determinado animal. Los toros, según Gervasio, “no solo me tienen que llenar la cabeza, sino el ojo y el corazón. Nadie canta de amor sin estar enamorado”, aseguró.
Sánez Valiente aclaró que es un mito que en la Exposición Rural de Palermo se comercialicen solo los reproductores más caros. Dice que eso quedó en el pasado y viene de cuando no existían los centros de inseminación y no había información genética del animal. En aquel entonces, todo se hacía ‘a ojo’. Pero ahora “la verdad es la realidad, y en los centros de inseminación hay uno o dos grandes campeones, no más. El resto se va al campo”, contó Gervasio.
Recuerda Gervasio que la época de mayores valores en Palermo sucedió entre la década del 70 y mediados de los 80. “Recuerdo que se vendió un toro en 40 Ford Falcon. Era de la Cabaña La Pluma de Firpo. O un toro de Bustillo que se vendió en lo que valían 500 hectáreas de campo”, rememoró el rematador. Esos sí que eran valores altos.
“En aquella época había gente que compraba un toro para tenerlo como exclusivo, más que para hacer negocio. Y por ahí tenías pujando de un lado a Fortabat y del otro a Bunge y Born. Ahí tenía que aparecer el oficio del martillero, para demostrar que un toro valía lo que valía”, comentó.