“Estamos tan concentrados en producir, que a veces dejamos de mirar que el establecimiento que manejamos pueda producir esos otros servicios que regulan y dan soporte a la producción. Si perdemos fertilidad en el suelo le echamos fertilizante, del mismo modo que si perdemos compactación, le pasamos una compactadora. Eso deteriora al sistema, y ahí es donde se hace conveniente plantar cultivos de servicio, para evitar la erosión del suelo”, explicó en Bichos de Campo Gervasio Piñeiro, investigador del Conicet y del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (Ifeva).
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Al respecto del beneficio de los cultivos de servicio en el ecosistema agrícola, Piñeiro comentó que “ofrecen servicios de regulación y control del sistema suelo y de la propia producción. Sólo se trata de buscar las especies ideales para ese determinado ecosistema. Es mejor prevenir que curar”.
El especialista del Conicet aclaró que estos cultivos de servicio “no tienen que ser usados como un parche. La idea es diseñar la rotación y el manejo, no sólo para cosechar granos sino para mantener la napa a una cierta altura, para mantener la fertilidad del suelo en cierto nivel, o bien para emitir más o menos gases de efecto invernadero”.
“Si yo tengo mucha agua en el lote, debo recurrir a un cultivo como una cebada o un arroz salvaje que evapotranspira. En cambio en un lote seco, recurriré un cultivo que sea eficiente en el uso de agua y que fije nitrógeno, como nabo forrajero o una leguminosa”, añadió a modo de ejemplos.