El arándano tuvo un gran despegue en la zona entrerriana de Concordia luego de la crisis del 2001, cuando muchos escaparon del caos financiero de Buenos Aires para encontrar otras oportunidades de negocios. Devaluación mediante, la del arándano fue durante algunos años una de esas vías de escape.
“En el 2002 nació Gramm Agropecuaria. Yo me sumé más tarde y venía de otro palo. No sabíamos lo que era el arándano, pero buscábamos un negocio de exportación y de valor agregado. Aprendimos, pasamos crisis como la de 2008/09 y hacia 2010 entendimos que había que integrarse y plantar variedades nuevas”, relató a Bichos de Campo Gabriel Wasserman, hoy integrante de esa firma radicada en la zona de Concordia hace 17 años.
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Wasserman recordó que los momentos más bravos los vivieron en 2010. “Ese año era cerrar o invertir. Y la verdad que tuvimos el soporte de dos empresarios argentinos que quisieron invertir”. A partir de allí la lógica del negocio comenzó a modificarse, pues Gramm dejó de ser una empresa de producción primaria. Desarrollaron un empaque propio, después incorporaron el frío para el tratamiento de la fruta y luego salieron en búsqueda de los mercados de exportación.
La empresa, que tiene poco menos de 100 hectáreas con arándanos y emplea a cientos de personas en temporada de cosecha, fue una de las pocas firmas que logró ingresar los primeros envíos de este berrie a China en 2018, una vez lograda la apertura de ese mercado.
“Abrimos el mercado chino, pero para eso hubo que invertir en tecnología. Por ahí la gente no lo sabe, pero el arándano no es como hacer soja. El arándano es valor agregado. Es una fábrica. Tenés integración de ingenieros agrónomos, ingenieros en alimentos y licenciados en comercio exterior”, relató Wasserman.
El productor y empresario remarcó que además de la mano de obra que mueve la industria del arándano, la actividad tracciona sobre otras actividades industriales. Por ejemplo, cuando Bichos de Campo recorrió el lugar, se estaba trabajando con una máquina que seleccionaba por imágenes cada arándano que pasaba por la línea y la separaba según su color, su calibre y otras características.
“Hace tres años incorporamos tecnología argentina de Warnes y Juan B. Justo, máquinas de selección óptica de la fruta que no tienen nada que envidiarle al mundo. Y eso es lo que te permite entrar a China, ya que piden fruta grande, calibrada, color y sabor uniforme. Hoy por hoy estos mercados exigen calidad. Y Eso lo hizo un proveedor nuestro en Warnes y Juan B. Justo. Por eso decimos que cuando exportamos arándanos, no exportamos sólo arándanos sino que exportamos trabajo de una cadena de valor “, destacó Gabriel.