Un nutrido grupo de productores –acompañado en exclusiva por Bichos de Campo– tuvo la posibilidad de visitar el Farm Progress Show, una de las exposiciones agropecuarias más importantes del mundo. Además conocieron el mercado de Chicago y, sobre todo, tomaron contacto con sus pares de Estados Unidos.
Sergio Juve, analista del mercado de granos, participó del viaje organizado por la consultora Agroeducación, y al regreso nos contó sus conclusiones respecto de cómo vive el farmer norteamericano, y de las diferencias más que notables hay con los chacareros argentinos.
Juve explicó que las primeras distinciones tienen que ver con el tamaño de los campos, su productividad y rentabilidad.
“En Argentina tenemos un productor promedio con más extensión de área que el promedio de un productor norteamericano. Lo que nosotros llamamos, por ejemplo, megafarmers o productores con mucha extensión, en Estados Unidos son muy pocos. Son mucho más chicos pero tienen niveles de productividad y rentabilidad muy superiores a los nuestros”, señaló.
A esa mayor rentabilidad, que mucho tiene que ver con la ausencia de intervenciones distorsivas que durante tanto tiempo tuvo el comercio de granos en Argentina, se le suma que no hay retenciones que recorten el precio ni una inflación alta, que encarece los insumos. También cuentan con acceso a maquinaria, tecnología de insumos e infraestructura necesaria.
“El trabajo en el campo es totalmente diferente. El productor americano cuenta con un equipamiento muy superior al que tiene el productor argentino. Eso tiene que ver también con la necesidad de aprovechar la ventana de siembra y cosecha, y por eso requiere de maquinaria mucho más potente”, sostuvo Juve.
Al respecto agregó: “El farmer tiene su propio equipamiento, desde la máquina más chica a la máquina más grande, con su transporte quizás incluido”.
A la hora de comprar insumos o maquinas, el escenario financiero es totalmente diferente al que se vive en Argentina: “En el Farm Progress vimos tasas del 4% anual, que el año pasado estaban al 5%. Y te encontrás con maquinaria usada, que para nosotros serían prácticamente cero kilómetros. Tienen también planes de leasing, de financiación, con lo cual el recambio no es un problema”.
Como se sabe, además de no interferir de forma negativa en los mercados, el gobierno ayuda a los productores.
“Hay seguros de producción por catástrofes climáticas, y tienen también seguros de precios que reducen el riesgo comercial. Al menos parte del costo de producción está contemplado por parte del gobierno”, celebró el analista.
Más allá de las condiciones en las que se desarrolla la actividad productiva, hay diferencias también en cuanto al perfil humano y social de los productores
Según Juve, el agricultor de Estados Unidos vive mayormente en el campo que heredó su familia, generación tras generación, y todos sus integrantes trabajan la tierra.
“El farmer es por lo general una persona mayor. Toda la familia trabaja en el campo y generalmente comercializan junto a vecinos o empresas cercanas, por ejemplo, a algún criador de cerdos o un feedlot. Entre ellos hablan mucho y compran la tecnología por paquete, es decir, todo a la misma empresa. Ellos no entienden de inflación, de intervenciones, de tasas o retenciones”, relató.
Pero no todas son rosas. Al igual que sucede con actividades como la lechería en Argentina, muchos productores se encuentran con que su descendencia ya no quiere seguir con la actividad.
“Se están encontrando con que las nuevas generaciones no se quieren dedicar al campo. Entonces hay productores de 200 o 300 hectáreas que no tiene continuidad y esa granja pasa a ser alquilada por otro productor que la absorbe”, concluyó el analista.