El contexto es más o menos así: Juan Pazo, el funcionario a cargo de las políticas productivas en el gobierno de Javier Milei, para hacer el ajuste colocó una suerte de “interventor” en cada organismo bajo su tutela, pero en el INTA se le complicó porque existe un sistema de gobernanza propio, donde las decisiones políticas las toma un Consejo Directivo donde las entidades del campo tienen mayoría y luego esas políticas las ejecuta una Dirección Nacional con cargos elegidos por concurso.
Nada más difícil para meter la motosierra que una ley propia del INTA, que viene de 1973 y ha sobrevivido todo tipo de gobiernos, incluso la dictadura.
Pazo, que tiene la decisión tomada de despedir a unos 1.500 trabajadores de ese organismo (es el proyecto blanqueado por el actual presidente del INTA, Nicolás Bronzovich y la vice Pilu Giraudo) y poner a la venta miles de hectáreas de campos que pertenecen al organismo, viene tropezando con esta piedra en los últimos meses.
En diciembre intentó una avanzada con cuatro delegados interventores que fracasaron y fueron despedidos. Siempre la “línea” se resistió con el eslogan de que “en INTA no sobra nadie” y el dique de contención fueron los propios representantes de la Mesa de Enlace y los grupos CREA (que ocupan 5 sillas de un consejo directivo de diez miembros).
Hasta la semana pasada, que esta estrategia de rechazo al ajuste comenzó a ceder, cuando el propio Consejo Directivo (con 9 votos contra 1) aprobó la reducción violenta de la estructura de la Dirección Nacional, reduciendo los directores de 11 a 3, y acumulando todas las funciones administrativas (personal, presupuesto, jurídico, informática y hasta comunicación) en una sola “Secretaría de Coordinación de Gestión”. En este escenario, el poder de acción de la Dirección Nacional se resumiría a manejar las áreas de Investigación y Extensión. Nada más.
Finalmente, con apoyo de las entidades rurales, Pazo podría hacer con mayor libertad de las suyas, porque la “línea inteana” había sido derrotada.
Los sindicatos se apuraron a hablar de una “intervención” sobre el INTA, y el representante de CRA en el Consejo Directivo, Sergio Melgarejo, salió a aclarar lastimosamente que “no es una intervención. Nadie de Economía ni nadie de la Secretaría (de Agricultura) va a poner su gente en el área de administración. Lo vamos a poner nosotros, al igual que en comunicación”, reivindicando que el control político de la situación lo seguía manteniendo el Consejo Directivo.
Por cierto, esta estrategia para neutralizar la resistencia de los propios directores del INTA y así poder avanzar con el ajuste (y la tentadora venta de campos) ya había sido consensuada por el equipo de Economía con los popes de las entidades agropecuarias en la Expoagro 2025. Bichos de Campo informó sobre esas “presiones”.
La conformidad de las entidades rurales (que ahora deberán ser corresponsables de cualquier desaguisado institucional que se produzca en el organismo) con la estrategia desplegada por Pazo quedó clara en algunos detalles. Por ejemplo, en su reunión de diciembre habían pedido a la Dirección Nacional, a cargo de Ariel Pereda, habían pedido un estudio interno para motorizar un ajuste en la estructura del Instituto. La DN lo presentó en febrero y el Consejo Directivo lo avaló ese mismo mes. Pero un mes más tarde desechó por completo esas propuestas internas, para abrazar la órdenes que llegaban desde Economía.
La simulación de Melgarejo y otros representantes de la Mesa de Enlace en la conducción del INTA es que ellos -como organismo político- seguirán manejando los hilos de este proceso. Por eso -luego de desechar la semana pasada el ajuste “moderado” que se proponía desde la línea- se apuraron a aprobar la nueva estructura organizativa (con la super secretaría administrativa) y designar provisoriamente allí a Ignacio “Nacho” Erquiaga, quien ya venía interactuando como nexo entre la presidencia de Bronzovich y la Dirección Nacional. En esta transición, Erquiaga ocupará ese puesto clave con carácter “interino” durante 180 días. Y luego se especula llegarán los ocupantes reales del cargo, enviados directamente desde Economía.
Obviamente esta debatida “intervención” provocó zozobra en toda la estructura de comandos del INTA. El lunes por la tarde hubo una reunión entre el director nacional Pereda con los directores de las diferentes regionales que integran el organismo, y de los cuales dependen tanto las Estaciones Experimentales, como los centros de investigación como las agencias de extensión.
La queja principal de estos cuerpos orgánicos es que finalmente el Consejo Directivo finalmente “no trató” la propuesta de modernización en la que todo el organismo había trabajado desde diciembre de 2024, y que contemplaba un ajuste mucho más moderado (básicamente sin despidos) del que reclamaba Economía.
De esa reunión además trascendió que Pereda, un veterinario que ganó el concurso para sumir como director nacional del INTA en julio de 2023, considera que la última resolución del Consejo Directivo que fue favorable a la reducción de la estructura del INTA es violatoria de la ley 20.340. Lo mismo argumentan los gremialistas, que están analizando el texto para decidir si hacen una presentación a la justicia.
Esa ley determina con claridad que “la Dirección Nacional será el organismo ejecutivo del INTA. Estará integrado en su parte técnica por un Director Nacional y Directores Nacionales Asistentes, que entenderán en cada una de las ramas fundamentales de las actividades del INTA, y en su parte administrativa por un Director General de Administración que dependerá del Director Nacional y tendrá en el escalafón la misma jerarquía que los Directores Nacionales Asistentes”.
Por eso, para la línea del INTA está más que clara que esta movida apañada por Pazo y consensuada con las Mesa de Enlace constituye una intervención, ya que se establecen por resolución una modificación del sistema de designación y de las competencias de los directores.
Pereda, el actual director nacional, dejó trascender que una vez que esté firmada la nueva resolución del Consejo Directivo (donde además de los cinco ruralistas hay dos representantes de las universidades y tres delegados directos del Poder Ejecutivo), él presentaría su renuncia al puesto al que accedió por concurso. “Es decisión del Director Nacional no seguir si se avanza con estas decisiones, dejaría su cargo una vez firmada la resolución con la nueva estructura”, dice una esquela informativa de la reunión con directores regionales.
“Todos los directores estamos preocupados por cómo se gestó esta propuesta de modernización de INTA”, agrega esa comunicación interna a la que accedió este medio. Golpeada por los sucesos, y sintiéndose medio traicionada por los representantes de las entidades rurales.
En el INTA sobra mucha gente, la reorganización pasa por ahí.
Ejemplos: sociólogos, economistas, biólogos y otras profesiones similares
Las renuncias solo dejan el terreno para que designen interinos qué avancen en el desarmadero propuesto por el PE. Hay que judicializarlo
“Medio traicionada no”, muy traicionada. Desde el comienzo de todo este proceso de destrucción.
Cada vez que se desfinancio o redujo la posibilidades de accion del INTA, pro ejemplo el Menemismo, al campo le fue peor. En el INTA no sobra nadie. Es clave para una de las patas productivas del país.
La.mesa de enlace por unas monedas siempre traiciona.