“Realmente es un día muy especial hoy aquí en Merlo, Pontevedra, porque estamos en la reapertura de una fuente de trabajo que agrega mucho valor a un producto típicos argentino como es la carne, la industria frigorífica. Pero con una particularidad, no es solamente una planta de faenamiento donde ingresa la res, la carnean y sale al mercado interno; no, es algo mucho más valioso todavía, porque aquí se termoprocesan reses argentinas, las denominadas vacas conserva o vacas viejas. Estoy hecha una experta en estos días que corren en la Argentina, puedo darles clases de vacas, de trigo, de soja…” Así arrancó el discurso de Cristina y por supuesto todos la aplaudían.
La ex presidenta, ahora en la vicepresidencia, compartía en ese momento su tarea de gobierno con Alberto Fernández, que hoy es presidente. En aquel momento histórico, como jefe de Gabinete, Alberto se la pasaba largas horas negociando con la Mesa de Enlace no solo sobre las retenciones a la soja sino también sobre los cupos de exportación que el gobierno había impuesto a las exportaciones de carne, en especial a las de vaca conserva. El grupo JBS, que en 2005 había comprado el Swift de Rosario y otras plantas frigoríficas en la Argentina como esa de Pontevedra, había sido uno de los más favorecidos por el sistema de ROE aplicado por Guillermo Moreno y Ricardo Echegaray, quien por entonces estaba en la ex ONCCA.
Desde el primer cierre de las exportaciones de carne de marzo de 2006, estos dos funcionarios se habían especializado en cerrar la canilla de exportación provocando que se desplomara el valor de la vaca conserva, como está sucediendo ahora con este nuevo cepo exportador, que ya desplomó los precios un 20%., En 2008, los frigoríficos la compraban en gran cantidad a precios de remate y luego conseguían los permisos para exportar a valor internacional. En ese marco los empresarios brasileños de la familia Batista anunciaban la reapertura de la ex planta de CEPA. Y Cristina, la presidenta lo celebraba.
No duró mucho la cosa. Las políticas aplicadas por la “experta” en vacas conserva provocó una masacre en la ganadería. Por este tipo de manejos de las exportaciones de carne -que se repiten casi con exactitud nuevamente en estos días-, la Argentina perdió 10 millones de cabezas bovinas y muchos mercados. Con el correr de los años el grupo de Swift solo conservó habilitada su planta ubicada en Gálvez, al sur de Rosario, y cerró todas las demás. Incluida la de CEPA Pontevedra, una de las mejor equipadas para hacer carnes cocidas.
Desde julio de 2011 que allí, en la planta reinaugurada por Cirstina, no hay faena. Solo se utiliza alguna vieja caldera para el procesamiento de grasas.
Carlos Menem ingresó a la historia de decadencia argentina con una frase tristemente famosa: “ramal que para, ramal que cierra”, afirmó hablando de los ferrocarriles. A esta altura a Cristina Kirchner bien le cabría una frase del tipo “frigorífico que inauguro, frigorífico que cierra”. Y es que prácticamente todas las plantas que habilitó durante sus dos mandatos están hoy cerradas. La única excepción es una planta de pollos perteneciente al empresario Alfredo Coto.
En julio de 2012, por ejemplo, Cristina puso en marcha el frigorífico entrerriano San José (o ex Vizental), que había cerrado en 2010, celebrando por teleconferencia la creación de 90 puestos de trabajo. Pero no había pasado ni un año que ya estaba echando gente. Con el nombre de Procesadora Ganadera Entrerriana esa planta recién pudo reabrir en enero de 2018.
El 8 de agosto de 2015, la ex presidenta inauguró por teleconferencia el frigorífico de la cooperativa de trabajo Frigorífico Uriburu Limitada, ubicada en la localidad de Uriburu, al noreste de La Pampa, y que había quebrado dos años antes. La experiencia duró solo tres años, pues le cooperativa debió cerrar sus puertas en marzo de 2018, dejando a 30 trabajadores en la calle. Recién en 2020 esa planta pasaría a manos de otro grupo privado que piensa rehabilitarla.
El 13 de febrero de 2013 la especialista en vacas también se dio tiempo para participar de la inauguración de un frigorífico modelo. Se llamaba Santa Elena y había sido construido en la localidad de Gobernador Costa, en plena estepa de Chubut, por un amigo de la familia Kirchner, el empresario Cristóbal López. Tenía capacidad para faenar 1.000 ovinos y 250 bovinos, pero duró muy poco tiempo. En abril de 2015 ya estaba cerrado y nunca más volvió a recuperarse.
Una comparación de las plantas frigoríficas que faenaron bovinos en 2006, antes del primer cierre de las exportaciones de carne y 2015, cuando terminó el segundo gobierno de Cristina, muestra que las fábricas de carne cayeron de 172 a 137 en esos diez años. Es decir, de punta a punta se perdieron 35 establecimientos industriales.
Algunos nombres de las empresas que cayeron por esos años son muy caros para quienes conocen a fondo el negocio de la carne. Cerraron frigoríficos como el ex Finexcor (hoy reabierto como Ciaber), el Lafayette (hoy Santa Giulia); Consignaciones Rurales SA; La ganadera Nueva Escocia, Col-Car SA; Látigo, Amancay, Lawacaloc; Villa Olga; Estancias del Sur; Tomás Arias; Frigorífico Tinnacher; varias plantas del grupo mattievich, Carnes Huinca; Mafrisan, Alimentos Magros SA; Frigorífico del Oeste; Baires Meat; Carnes de Victoria SA; Frigorífico Toba, Mar Yi SA, y varios más.
La misma comparación, pero ahora contra 2020, permite inferir que aunque algunas plantas frigoríficas pudieron ser recuperadas con la apertura de las exportaciones en el gobierno de Cambiemos, aunque el número finalmente no se modificó tanto. El año pasado quedaban 136 establecimientos de faena en funcionamiento.
Entre las nuevas víctimas de la falta de una política de ganados y carnes que estimule una mayor producción figuraban la cooperativa Yaguané, considerado alguna vez el frigorífico más grande de América Latina; otra cooperativa llamada La Victoria; el mencionado frigorífico de Uriburu y también otro en General Acha; el frigorífico industrial Pehuajó; Carnes Rionegrinas SRL; etcétera.
Volvamos a Pontevedra, a la presidenta “experta” en vacas conserva. Entre aplausos, mientras sostenía el duro conflicto por las retenciones móviles con el campo, Cristina se refirió a uno de los acuerdos a los que había arribado esos días Alberto Fernández con la Mesa de Enlace para habilitar la exportación de 10 mil toneladas de ese tipo de carne mediante cupos o ROE a los frigoríficos que como ése tenían capacidad de hacer termoprocesados. “Esto no es a favor de tal o cual frigorífico, esta es una política a favor de todos los argentinos para lograr mayor generación de trabajo”.
“Lo cierto es que acá nos encontramos en un espacio de trabajo, de transformación y además de articulación entre el mercado interno y la exportación”, celebraba aquella Cristina que ahora, trece años después y siempre junto a Alberto, está volviendo a establecer un cepo a las exportaciones de carne vacuna.
No hace falta ser brujo para adivinar las consecuencias…
Amancay S.A de Becco no me pago las vacas ( Consultora Ganadera S.R.L ), no fue victima de nadie, solo de su impericia. Hoy sigue trabajando reconvertido y nuevo, en cerdos.