Fernando Collado prácticamente creció entre las plantaciones de tabaco. Dentro del valle de Perico, en la provincia de Jujuy, el productor es tercera generación de tabacaleros y hoy maneja alrededor de 50 hectáreas, entre propias y arrendadas. Su relación con la hoja es una herencia familiar, al igual que ser socio de la Cooperativa de Tabacaleros de Jujuy, como también lo fue su padre. Sin embargo, no se trata de una rareza. Desde hace 60 años que casi todos los productores de la región están vinculados con ese cultivo.
Una prueba es que la cooperativa cuenta con unos 2.300 productores asociados y desde su fundación en 1969 compra, procesa y comercializa gran parte de la cosecha local. El tabaco, sobre todo de la variedad Virginia, es por lejos la principal fuente de ingresos de los productores de la región ubicada unos 40 kilómetros al sur de la capital provincial. Aunque viene decreciendo, todavía se dedican unas 12.500 hectáreas irrigadas a la actividad.
Desde fines de la década del sesenta la producción se convirtió en la principal fuente de ingreso de la región, pero sobre todo en el principal sector generador de trabajo, detrás del empleo público.
Es que no es una tarea simple producir tabaco. Principalmente durante la cosecha -entre noviembre y enero- el productor se juega todo, porque se trata de un proceso bastante exigente que define la calidad del producto final y por lo tanto sus ingresos. Sobre todo este proceso Bichos de Campo habló con Collado. Desde los 15 años el productor aprendió cada uno de los secreto del cultivo.
“La planta tiene 24 hojas según el patrón tipo. Entonces se dice que tenemos planta bajera, mediana y superior. Depende como esté la hoja en la planta y el color, se va cosechando. Si está verde no se cosecha. Cuando la planta empieza a madurar con un color medio amarillito, ya está. Entonces hay que sacar la hoja madura y dejar lo otro. Por eso van en tanda de cuatro hojas, después tres y algunas veces si ve que está verde se va sacando solo una hojita. Todo esto para que pueda salir bien a la estufa. Hay que pasar varias veces por el campo, por lo menos seis veces y luego ya viene la pelada donde hay que sacarla sí o sí”, explicó.
Porque ese es uno de los grandes secretos de tabaco: Casi siempre las fincas de los productores tienen estufas preparadas para recibir de inmediato la cosecha y comenzar con el proceso del secado, lo que termina de asegurar la calidad de la hoja. En cada finca, así, casi que funciona una agroindustria.
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Así las cosas, el trabajo del productor no termina con la cosecha como sucede con otras producciones, sino que sigue en el estufado. “Se necesitan entre ocho y nueve días para poder secar el tabaco. Se va manejando despacito para que pueda madurar, bien lindo. Entonces se va levantándola gradualmente la temperatura de la estufa hasta 50 grados. Luego para hacer las cadenas que es lo que más demora, hay que llevarla a 65/70 grados de temperatura”, continuó detallando.
Y todavía falta hacer más cosas.
-¿Recién después de estar seca la hoja ya se entrega a la cooperativa?
–No. Cuando se termina de secar en la estufa, lo que hay que hacer al otro día es humedecer la hoja. Hay que tenerla 12 horas humedeciéndola, se baja la estufa y se pasa al galpón donde se clasifica el tabaco. Se va sacando lo que es primera calidad, lo que es segunda, lo que es tercera. Todo se hace en el lugar.
A lo que Collado llama el galpón, que no es más que el lugar a donde va a parar la hoja luego de la cosecha y el estufado para seguir con esa clasificación. Por eso el cultivo tiene un funcionamiento similar al de una industria, pero en lugar de máquinas se emplea mano de obra. “Todo se hace así, manual y con cuidado. Meter una máquina no es lo mismo, esto es más prolijo”, señaló.
-¿Cuánta gente se puede llegar a ocupar durante los meses de cosecha?
– Entre 40 y 50 personas. Por eso es carísimo hacer tabaco. Hoy en día es lo más caro que hay. Todo es mano de obra, lo mismo para levantar una hoja que para corta una flor.
A la contratación de mano de obra se le suman los costos de producción. Como el resto de las economías regionales, el tabaco también libra una batalla campal entre el diferencial cambiario, el valor de los insumos, y ahora, la amenaza de que le reimplanten las retenciones. “Suben mucho los costos, los remedios (por los agroquímicos) son carísimo. Un litro de insecticida vale más de 100 mil pesos, que eso se puede echar un litro en cinco hectárea, unos 200 centímetros por hectárea. Pero es carísimo y ocupamos varios litros acá con el tabaco”, contó Collazo.
-Entonces finaliza todo el proceso en el galpón ¿Cuándo entregás finalmente para vender y recuperar toda lo que invertís para producir?
-Recién en enero, en los primeros días del ao, abren las compañías y abre la industria cooperativa Entonces se entrega una parte en la cooperativa, otra a la industria y así vamos llevándola. En la industria entregás el tabaco y te lo pagan ahí nomás. En la cooperativa es un poco más lento, te dan una parte y la otra te la va financiando.
-Pero a pesar de todo eso seguís entregando a la cooperativa… ¿Supongo que es porque está “en las buenas y en las malas “?
–Si no tuviéramos cooperativas yo creo que no estaríamos haciendo tabaco, porque es la única que levanta todo el tabaco. Porque ponéle un caso, la industria dice no quiero tabaco, me voy… ¿A dónde entregamos? Así que bueno, esto a mí me gusta, otra cosa creo que no lo voy a poder hacer. Me crié en el tabaco y sigo en el tabaco.
Por otra parte Collado sabe que en sus 50 hectáreas es bastante difícil que prospere otra producción que como el tabaco también necesita tanta mano de obra. “La cantidad de hectáreas que hay para el tabaco es mucho, pero para el grano es poquita. Entonces me meto más en el tabaco y bueno, trabajo con mi señora. Ella hace los papeles y yo me dedico a lo que es el campo en movimiento”, dijo el productor . Reconoce que no tendrá la suerte que su hijo siga la tradición porque “el tabaco es cansador”, según admite.
-Cualquier desliz puede afectar la calidad del tabaco y bajar su valor en el mercado. ¿Tienen algún seguro para los daños por granizo?
–Bueno, tenemos el seguro que da Latitud Sur, es no es un seguro de la cooperativa, sino de una empresa vinculada. Ellos te aseguran apenas ya estás plantando y en caso de que cae granizo, por lo menos te pagan ese seguro para poder seguir trabajando. Si no estuviera ese seguro se pierde toda la producción. Esto es algo oxígeno que no da si llega a caer.
-En definitiva es muy complejo producir tabaco, por los que describís. ¿Finalmente te gusta y es algo que hacés con placer?
–Me gusta, me gusta. Es algo que han hecho mi papá y mi abuelo. Entonces se te mete en la sangre, por eso sigo. Antes había variedades de tabaco que no había que desflorar. Estamos hablando en el 70, era un tabaco que se criaba solo, no se lo curaba, era solamente cosechar. Todo era barato, hoy en día es para pensar.
la planta de tabaco requiere de suelo y clima específicos, riego abundante y cuidado permanente. Por eso el mapa tabacalero argentino se distribuye en siete provincias: Jujuy, Salta, Misiones, Chaco, Corrientes, Tucumán y Catamarca. En Jujuy se concentra más del 30% de la producción nacional y se distribuye entre los departamentos Manuel Belgrano, Santa Bárbara, San Pedro, San Antonio y El Carmen.