Hay quienes dicen que San Juan atraviesa su peor crisis hídrica en la historia, y hay quienes dicen que la vivida entre la década de los sesenta y setenta fue aún peor. Para Fernando Aubone, ingeniero agrónomo y experto en gestión de agua para riego del INTA de esa provincia, su magnitud aún está por verse. “Estamos un poco paralizados ante la crisis. Ya hemos usado todas las herramientas y en un mes más nos quedamos sin agua”, señaló a Bichos de Campo.
La agricultura en San Juan depende en un 90% del riego. Por año llueven 100 milímetros en promedio y depende exclusivamente de los frentes húmedos que logren ingresar desde el Atlántico. Lo que realmente importa es el sistema hidrológico del Pacífico, aquel que aporta agua a Chile y deja las cumbres nevadas de la Cordillera.
“No miramos al cielo sino a la nieve para ver cuánta se acumulará en invierno. El primero de octubre tenemos un pronóstico del agua que traerá el río en la temporada. Nuestra crisis hídrica no es porque llueva más o menos, de hecho a veces nos molesta. La fotografía de este año es que el río va a traer un tercio del promedio histórico. Es el registro más bajo”, explicó Aubone.
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Además del derrame, que es el volumen que el río aporta en un año, San Juan cuenta con embalses cascada arriba sobre el río San Juan, donde se acumula casi lo necesario para un año. Se estima que en marzo, este reservorio estará prácticamente agotado.
El otro almacenamiento alternativo son los acuíferos debajo de la superficie, aunque no son de fácil acceso teniendo en cuenta el costo de extracción y la calidad que no siempre es óptima. “No es que pinchamos y la tenemos. Y si la tenemos, para que podamos usarla de forma rentable, debe ser para un cultivo que pague”, señaló el especialista.
Frente a este panorama hay quienes proponen subsidiar la tarifa eléctrica para hacer extraer agua de las perforaciones a un costo más bajo y aumentar su oferta. En la vereda de enfrente, el INTA considera que también es necesario trabajar sobre la demanda de agua entendiendo que hay una ineficacia en su aplicación.
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Aubone estima que del total regado, un 40% es adquirido por las plantas y un 60% “se pierde”. Los ponemos entre comillas ya que es agua que parcialmente volverá a alimentar las napas.
En primer lugar se propone cambiar el sistema de riego de uno superficial a uno presurizado por goteo. Actualmente menos del 30% riega bajo esta modalidad en la provincia. El objetivo es evitar regar por manto y así desperdiciar agua. También se sugiere acortar los surcos.
Por otro lado, y tal vez sea el punto más importante, se aconseja regar teniendo en cuenta las necesidades del cultivo. Esta información puede obtenerse a través de los sensores de suelo y por supuesto a las particularidades de cada estación climática.
“Ahí hay un montón para mejorar a nivel tecnológico. Hay que avanzar hacia una agricultura de precisión en todos los sentidos: tener el equipo de riego por goteo bien diseñado, con un uso y mantenimiento adecuado y además, controlar cómo lo usamos para aplicar agua”, afirmó el ingeniero.
Hace unos meses, Bichos de Campo realizó un programa especial sobre la crisis hídrica en Mendoza y San Juan: