Lentamente, el agro argentino retorna hacia los esquemas mixtos. El modelo que hace décadas era una forma de diversificar el riesgo y poner los huevos en diferentes campañas, cayó en desuso ante el fuerte avance de la agricultura extensiva que desencadenó la soja, pero va regresando de a poco. En los establecimientos se mezclan entonces animales, granos, rodeos y cosechadoras: se complejizan las decisiones de manejo y la incorporación de tecnología se torna clave para la ganadería, un sector que fue históricamente “artesanal”.
De todos modos, según señala el consultor ganadero Felipe Pereyra Yraola, es un proceso incipiente, pero cada vez se ve más cómo los emprendimientos ganaderos innovan y se dirigen hacia el control del ciclo completo.
“En la medida en que una empresa diversifica el riesgo dentro del campo va a persistir en el tiempo”, explicó Felipe en diálogo con Bichos de campo. En el centro de la escena está la rentabilidad y, por ende, la tranquilidad para el productor, porque además con la agricultura abarata en costos y produce el propio alimento para sus animales.
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De hecho, la nutrición es uno de los aspectos en los que Yraola, que trabaja en tándem junto al experto de la UBA y el Conicet Dario Colombato, más hace hincapié al trabajar en el campo. “La cosecha de pasto es fundamental para armar negocios ganaderos rentables”, señaló, y destacó que los sistemas de ciclo completo con recría integrada deben enfocarse en la “nutrición temprana”, desde la panza hasta el primer otoño.
Pero, para eso, se necesita incorporación de tecnología e identificación de los puntos a mejorar. “Es muy importante que la ganadería deje de trabajar con sensación térmica y empiece a hacerlo con temperaturas, con datos duros, para saber dónde estamos parados”, ratificó Felipe, para quien la innovación debe hacerse “tranqueras adentro” e independientemente de aquello que los excede: las decisiones políticas o los vaivenes del mercado.
Encargarse de eso que “uno puede manejar” y ajustar clavijas, “sin esperar una luz desde lo gubernamental”. Así entiende el consultor que los ganaderos deben mejorar. La referencia es obvia al proceso oficial para tratar de imponer una identificación electrónica individual por parte de las autoridades de la Secretaría de Agricultura.
En ese proceso, todos tienen algo para cambiar, y no hay para él esquemas precarios sino “con puntos posibles de mejora”, que pueden ir desde el mejoramiento de las aguadas o los alambres hasta la incorporación de tecnologías complejas, como la trazabilidad individual electrónica.
Por el momento, los feedlots de novillo de exportación se ubican en la punta de la lanza del cambio, y ya hay sistemas de identificación muy avanzados en varios rodeos. El proyecto de volverlo electrónico que surge de la iniciativa del Gobierno y ha sido objeto de críticas por parte de entidades del sector, apunta a que se utilicen dispositivos en los animales para conocer en detalle qué come y de dónde viene, y ofrecer luego esa información a los compradores.
Los detractores alertan por el elevado costo y complejidad, que podría dejar afuera a los productores con menos espalda. Pero, del otro lado de la vereda, quienes impulsan estas tecnologías señalan que es bienvenido porque brinda una puerta de acceso a mercados de alto valor y posiciona a las exportaciones argentinas en el mundo, que demanda mayor seguridad respecto al origen de los animales, los entornos en los que se crían y su salud.
Al respecto, Pereyra Yraola señaló que, más allá del debate en curso, hay que reconocer que el chip individual no es una tecnología más, porque permite identificar con exactitud el problema para corregir y “no depender de comentarios a la pasada, los ´creo´ o ´me parece´, donde puede haber sesgos”.
Escépticos, sensatos y entusiastas se plantean cuán beneficiosos son los cambios. Quienes están a favor aclaran que no hay fórmulas mágicas o recetas, por lo que se torna clave el papel del manejo. “El equipo ganadero tiene que estar todo del mismo lado”, afirmó el consultor, para quien la eficiencia productiva sólo se logra “poniendo mojones” y sin cambiar de modelos continuamente.
Hasta ahora, lo que históricamente fue un sector más distante de los cambios tecnológicos está empezando a cambiar, sobre todo gracias a la integración con la agricultura.
Para Pereyra Iraola este proceso va en línea con las tendencias en el mercado: “Los analistas destacan que la ganadería va a dejar de tapar las ineficiencias con inflaciones y créditos subsidiados. Hoy es momento de darle una pata clave a la mejora productiva y la eficiencia”, aseguró.
-¿Qué resultados han visto hasta el momento?
-Lo que nosotros venimos viendo con el uso de la caravana electrónica en establecimientos de distintas escalas es justamente el impacto. Un ejemplo muy claro es la calidad del origen, y cuando hablamos de origen hablamos de todos los aspectos que conllevan a la sanidad, a la genética y a la nutrición que pudo haber tenido un ternero en un rodeo. Empezamos a encontrar e identificar algunos novillos que justamente están aumentando a un ritmo de 600 gramos, cuando la ganancia de peso promedio por establecimiento es de entre 150 y 300 gramos.
-En términos de rentabilidad, ¿en qué influye identificarlos?
-Cuando le ponemos precio a eso, vemos cuánto se pagó por terneros que pesaban lo mismo y evaluamos cuánto devolvió cada uno, empezamos a encontrar diferencias en la rentabilidad más que interesantes. Y hoy pueden llegar a tener mucho más impacto de lo que nos imaginamos.
Algo que nadie pidió. El que quiera, que lo haga, sin obligar al resto con estas pavadas. Arto de que me metan la mano en el bolsillo. Indudablemente, el negocio de alguno.
….harto…
Si es tan bueno que salga de las general paz y le ponga a sus vacas las caravanas, como se nota que repite como loro este pibe
Habiendo tantos temas en los que trabajar en la ganadería Argentina, a alguien se le ocurre generar un hermoso negocio para pocos…. ¿otra vez sopa?
Es la miopía milenaria del sector ganadero. Cuando fueron elite global, en lugar de construir fábricas , puertos, frigoríficos, barcos, se dedicaron a contratar arquitectos francés para construir palacios. Vocación de rentistas. En los países que funcionaron esa mismas elites tenían vocación por el riesgo.