Por Nicolás Razzetti.-
El año pasado, la Subsecretaría de Control Comercial Agropecuario (SUCCA) implementó nuevos controles en la venta de hacienda y carne vacuna, que este año buscará replicar en el sector porcino y en el avícola, aunque en este caso con bastante mayor atraso.
Los productores que se dedican al engorde de pollos, que hace años atraviesan una complicada situación económica, creen que esos nuevos controles ayudarán a transparentar la comercialización y a reducir la competencia desleal.
Felipe Carlevaro, de la Cámara de Productores Integrados de Pollos (CAPIP), dijo: “Conozco al menos dos empresas chicas que trabajan todo en negro y se calcula que en las firmas grandes del sector el comercio informal ronda el 30% de la producción”.
El productor integrado señaló además que “los que compran pollos de manera informal tientan al productor pagando un poco más pero los riesgos para esos granjeros son muy grandes”.
Carlevaro, por otro lado, se refirió al resultado económico del engorde de pollos. En los últimos meses hubo una recomposición del precio de venta al público del pollo que favoreció a toda la cadena y que generó una mejora para los granjeros. La suba fue del 10/15%, según dicen en Capip, aunque muy inferior a la inflación y a los incrementos de costos que tuvo el sector.
Los cálculos de esa cámara señalan que el costo por pollo es de 7 a 7,20 pesos por kilo, mientras que el valor de venta es de solamente entre 4,80 y 5,20 pesos.
La brecha entre gastos e ingresos aumentó en el cierre del 2017 por las subas en las tarifas de la energía, especialmente de la electricidad que significa cerca del 35% del costo total. “El salto fue enorme. Un granjero entrerriano de nuestra entidad pagó en noviembre 45 mil pesos y en diciembre 90 mil pesos” por la electricidad, explicó Carlevaro.