Federico Sánchez trabaja en el INTA Manfredi. Es muy joven, por lo que poco debe recordar aquellos días en que la ganadería se hacía llevando las vacas hacia el alimento y no a la inversa, llevando el alimento hacia las vacas. Sánchez, de todos modos, se ha convertido en uno de los principales especialistas del país en forrajes conservados. Por eso conoce muy bien la historia que nos cuenta.
“Hace 25 años el común denominador eran las vacas en el campo, comiendo en los lotes, haciendo autoconsumo. Con el auge de la agricultura y la necesidad de ir liberando más superficie, la ganadería se fue intensificando”, explica. Los procesos fueron dos en simultáneo: los bovinos se fueron agrupando en menores espacios y se intentó producir más alimento por hectárea para alimentarlos.
Un dato nos tira Federico que muestra la intensificación en toda su dimensión: con las vacas comiendo a campo solo se cosechaba entre 50 y 60% del pasto que se le ofrecía, pero con la mecanización se llega a levantar hasta el 90% de la pastura.
Escuchá la explicación de Federico Sánchez.
Sánchez hace sencillo lo que parece difícil. Compara los mixer ganaderos con una multiprocesadora gigante, en la que se meten los distintos ingredientes para hacer alimentos que le ofrezcan a las vacas una dieta balanceada entre fibras, proteína y energía. Las dietas son diferentes para cada actividad. “Hay categorías que necesitan más fibra y entonces le damos más pasto. O en el engorde no es lo mismo la etapa inicial que la final, donde el animal necesita más energía, y entonces le damos más granos”, explica.
“Forrajes conservados es conservar el forraje. Lo que hacemos es deshidratar la planta. Sacamos el agua, porque es la única forma en que no vamos a tener pudriciones ni ningún otro problema. Cortamos la pastura y la dejamos secar hasta que tenga menos de 20% de humedad. Luego lo hacemos rollo, fardo o megafardo”, relata el técnico del INTA. El formato elegido tiene que ver con el uso y la comodidad para mover el alimento y almacenarlo. “Es el mismo alimento en distintas presentaciones, de acuerdo a lo que necesite el usuario”, resume.
Hay otro gran método de conservación, pero esta vez para los granos, en especial el maíz y el sorgo. El “silaje”, que ya consume 2 millones de hectáreas implantadas.
“No es un método de conservación seco como el del heno sino un método químico. El concepto es picar la planta húmeda, con más de 60% de humedad, pero lo que vamos a hacer en este caso es acidificarlo. Es como si estuviéramos haciendo un pickle, aunque el vinagre se hace solo”, relata Federico. El 70% de ese grano picado se conserva luego en silobolsas. Se utiliza luego como reserva y puede durar varios años.
Simplifica todo el experto del INTA: “Nosotros hablamos de un patio de comidas, que es lo que tiene que tener un productor en su campo. Tiene los silos de maíz, los de alfalfa que le dan proteína, tiene el heno, etcétera. Dos o tres veces por día debe mezclar los ingredientes para hacer la ración y llevarla a los comederos”.