En el INTA Bordenave, en el sudoeste bonaerense, investigan y hacen mejoramiento de variedades de cebada desde la década de los ’60. Por aquel entonces era un grano relegado a aquellas áreas donde no daba para hacer trigo, por falta de humedad. La cebada cervecera es más eficiente en el consumo de agua y con el 80% de precipitaciones frente a un trigo al 100%, arroja el mismo rinde. Es más rústica, así como el sorgo se destaca por sobre el maíz en el verano.
Pero en la última década, y un poco promovida por las dificultades de comercialización que tenía el trigo en épocas de Guillermo Moreno, la cebada ganó mucho terreno y fue corriéndose al sudeste bonaerense. Esa zona es mucho más fértil y así lo expreso en rinde y calidad de grano. La calidad es un aspecto fundamental para que la cebada pueda ser materia prima de la elaboración de cerveza. Las malterías reclaman entre 10 a 12% de proteína en grano y eso en el cultivo es proporcional a la nutrición y el nitrógeno que disponga a lo largo del ciclo.
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El trigo volvió a tener su reverceder luego del cambio de gobierno y la posterior quita de retenciones y de permisos de exportación. Pero la cebada no perdió el terreno ganado. Y estos años de protagonismo para la cervecera pueden notarse en la cantidad de nuevas variedades que se han inscripto, “fueron alrededor de cuarenta en los últimos diez años”, destacó Federico Moreyra, técnico de INTA Bordenave a Bichos de Campo.
Aquí la entrevista completa con el técnico del INTA:
Así fue un grano sumamente relegado ganó tanto terreno en la última década. “Ganar el sudeste bonaerense fue uno de los hitos más grandes de la historia del cereal”, destacó Moreyra.
Una historia en el país que data de principios de siglo, cuando los inmigrantes europeos traían semillas para no perder la costumbre de hacer su propia cerveza. Hasta la primera guerra mundial, pues allí se cortó la provisión. Luego apareció Quilmes junto a Enrique Klein para mejorar los granos que había disponibles.
“Aquellas variedades eran susceptibles a enfermedades de aquí que en Europa no se expresaban. Eso era un factor a corregir. Otro era el alto porte de las plantas que no se expresaba en rinde, y nunca superaba los 2.000 kilos por hectárea”, señaló el técnico de INTA Bordenave.
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Ahora pareciera que el grano no va a perder consideración en el futuro. Existe un creciente interés por parte de aquellos que fabrican cerveza. Y hasta en el Bolsón hay gente que está viendo si puede andar la cebada. “Estamos probando y se podrá realizar con determinadas variedades. Una vez que tengan para maltear, los cerveceros tendrán toda la materia prima en un mismo lugar. Considerando que el lúpulo y las levaduras son oriundas del sur”, indicó Moreyra.