Facundo Soria es el coordinador del Área de Producción Orgánica del Ministerio de Agroindustria. ¿Quién mejor que él entonces para explicar cuándo un productor puede ser considerado realmente como “orgánico”? Muchas veces los términos se utilizan mal o se adultera el rotulado. Otras tantas veces, hay términos que se consideran sinónimos -como “natural” o “agroecológico”- que no necesariamente implican que ese tipo de alimentos cumplan con los protocolos exigidos para ese tipo de producción.
Para ser considerado como producto orgánico, según explicó Soria, se “debe cumplir con ciertos requisitos de producción: cuidar el suelo, tener biodiversidad, sin uso de agroquímicos, nada de transgénicos en semilla, sin contaminación, con trazabilidad, registros y documentos. Ser no es lo mismo que parecer”, enfatizó el funcionario.
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Las certificaciones especiales para los frutos de la agricultura orgánica surgieron en la década de los 90, como resultado de la exigencia de la demanda europea de estos alimentos ‘limpios’. En 1991 la Unión Europea (UE) reglamentó su primera normativa como bloque, ya que algunos países ya lo habían hecho antes por separado. Rápida de reflejos, la Argentina “rápidamente sacó la certificación para poder vender de forma segura”, contó Soria.
Aquí la entrevista completa con Facundo Soria:
Para el coordinador nacional no es siempre necesario certificar. Sirve para exportar, claro. “La certificación es necesaria a medida que el productor se aleja (de su mercado). Cuando se necesita garantía de lo que se adquiere, para saldar dudas. Pero en la medida que se nos acercamos, en circuitos cortos donde con productor y comprador se conocen, por ahí no es necesario”, explicó a Bichos de Campo.
En cuanto al espacio de lo orgánico en la Argentina, para Soria “ha ganado terreno e intenta sobrevivir en un contexto difícil, donde existe mucha agricultura con elevado y mal uso de agroquímicos. Pero en la medida que el consumidor demande, será quien tire de la soga para aumentar la producción orgánica”.
Argentina es el segundo país en cuanto a superficie destinada a lo orgánico. El primer puesto se lo lleva Australia, con 27 millones de hectáreas. Claro que la Patagonia es la responsable de este puesto. “Si sacamos los ovinos y toda la producción ganadera, quedan 200 mil hectáreas, que no es tanto”, reveló Soria. “Pero Argentina tiene potencialidad para hacer todos los cultivos de forma orgánica, excepto algunos tropicales…”, finalizó.