Alberto Quiroga, investigador del INTA Anguil y docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam), fue uno de los pioneros en el desarrollo de la tecnología conocida como “cultivos de cobertura” o “de servicio”.
En 2013 publicó, junto a Cristian Álvarez, Diego Santos y Marcelo Bodrero, el libro “Contribuciones de los cultivos de cobertura a la sostenibilidad de los sistemas de producción”·, que anticipó en gran medida el extendido uso que tiene esa herramienta agronómica en la actualidad.
En los últimos meses está ocupado en redactar el primer tomo de un libro que resumirá la información obtenida en todos los ensayos de larga duración en los que participó, muchos de los cuales, décadas después, siguen vigentes en varios campos del sur de Córdoba, La Pampa y Oeste de Buenos Aires.
Una particularidad de tales ensayos es que una parte de los mismos están integrados por evaluaciones de cultivos destinados exclusivamente a silo para uso forrajero.
“Tenemos once años de ensayos, donde venimos haciendo silo de sorgo y de maíz, y entre silo y silo, sembramos centeno, vicia, vicia con centeno, fertilizado y sin fertilizar, para estudiar qué pasa con los nutrientes, con el carbono, con el Calcio, Magnesio y Potasio, con el pH”, explicó esta noche Quiroga durante una charla en línea ofrecida en un canal institucional del INTA.
“O sea que cuando la demanda de técnicos o productores comiencen a tocar el timbre para preguntar qué puede pasar con estos sistemas de producción continuos, ya vamos a tener (hasta el momento) once años de efecto acumulado de ensayos para dar respuesta”, apuntó.
El investigador del INTA manifestó que, si bien el impacto de planteos continuos de cultivos de silo no representa un problema evidente en la actualidad, quizás en un futuro pueda llegar a serlo, especialmente en las regiones productivas mixtas. “El INTA se va adelantando para ofrecer soluciones”, afirmó.
Quiroga aprovechó el momento para exponer que, si bien una institución como el INTA es una de las pocas preparadas en el país para realizar ensayos de largo plazo, la organización está experimentando inconvenientes para retener a trabajadores calificados.
“En el INTA tenemos una gran capacidad, laboratorios muy buenos, que están en red, formalizados, de manera tal que la información que se genera está calibrada a nivel nacional, pero nos estamos quedando sin laboratoristas”, expuso.
El éxodo de técnicos e investigadores del INTA, que se viene profundizando en los últimos dos años, Quiroga lo experimentó en persona: de los siete integrantes de su equipo de trabajo, hoy solamente quedan tres, incluyéndolo a él. Los demás partieron para trabajar en la actividad privada, como Eric Scherger, quien actualmente es gerente técnico de Desarrollo en la Chacra Sur de Córdoba de Aapresid.
“Hemos formado personas para poder seguir prestando este servicio, en el rol estratégico que tiene el INTA, pero está costando retener los recursos humanos muy capacitados que, precisamente, por ser muy capacitados, se están yendo a otras instituciones, porque indudablemente son atractivos”, dijo con cierto dejo de tristeza.