Nació en Indonesia, estudió en Estados Unidos, se perfeccionó en Alemania y ahora hace unos años que vive en Merlo, San Luis. Alex Edleson tiene 41 años y es presidente y uno de los creadores de Constelación Semillas, una cooperativa que se dedica a la producción de semillas (en su mayoría de hortalizas) agroecológicas y con un sistema colaborativo.
¿Qué quiere decir esto último? Que integran una Red de Multiplicadores de Semillas compuesta por pequeños agricultores de diferentes provincias que producen las semillas en forma cuidada y coordinada, y la cooperativa se encarga de que estas semillas lleguen de agricultor a agricultor o al huertero familiar.
“Nuestra misión es mejorar la calidad de la alimentación, tener una semilla libre y disponible y estimular la producción agroecológica y biodinámica, no queremos seguir perdiendo variedades ante el avance de los híbridos y de las semillas manipuladas genéticamente”, explica Alex. “Otro objetivo importante es ofrecer una semilla que garantiza la calidad, que cuando la siembres, sabés que va a funcionar y que va a salir lo que dice en el paquete.
Constelación Semillas tiene un fin social y ambiental: junto a la Asociación Biodinámica de Argentina realizan una formación de un año para quieres quieren aprender a producir su propia semilla y así se van sumando personas a la red de multiplicadores, avanzando con criterios de calidad en común.
“Hacemos ensayos comparativos de cultivos en cada huerta y esto tiene que ver con la investigación campesina y ciudadana, con la finalidad de descubrir qué variedad va mejor en cada zona”, cuenta. “Buscamos diversidad de lugares y de productores, haciendo hincapié en la fortaleza de cada agricultor; ninguno se dedica solo a producir semillas sino que es una tarea más dentro de los quehaceres de una finca que aporta diversidad biológica y económica”. Y agrega que en la base operativa de Merlo, San Luis, centralizan una infraestructura especializada para acondicionar la semilla, controlar su calidad en el laboratorio y comercializarla desde allí.
-¿Cómo nació Constelación?
-Siendo agricultor en una granja. Ahí me di cuenta de que faltaban semillas orgánicas en el mercado. Yo iba a los intercambios de semilla agroecológica y por más que había muy buenas intenciones, no siempre eran de calidad y no podía depender de ellas si quería ampliar mi producción. Entonces pensé que para que la agroecología se expandiera había que tener semilla… y así arranqué produciendo en El Bolsón.
-¿Y antes? ¿De dónde viene su interés?
-Mi madre tiene mucho que ver con la gastronomía; de ahí me viene la apreciación de la diversidad y la certeza de que los mejores alimentos son los frescos, que a su vez (en mi caso) venían de la huerta de mi casa. En un momento me surgió la inquietud de la semilla. Me fui a Alemania y me formé en mejoramiento biodinámico de semillas donde aprendí cómo empezar a seleccionar, producir y cómo comercializarlas.
-¿Cómo es el mercado de las semillas?
-Es uno de los más hegemonizados dentro del agro porque son unas pocas empresas las que manejan las semillas del mundo y no nos ofrecen diversidad. Nuestro camino es contra corriente: nos dedicamos a semillas de polinización abierta, que son semillas reproducibles.
-¿Esto quiere decir que si yo uso sus semillas y luego “saco” las mías, van a servir?
-Exacto. Y esto es libertad y soberanía alimentaria, que tienen que ver con la ética. Creemos que lo que circula tiene que ser reproducible, de lo contrario atenta contra la biodiversidad. Ofrecemos una semilla seleccionada en condiciones biodinámicas y orgánicas para fortalecer a quienes están emprendiendo el viaje de la agroecología.
-¿Están inscriptos en el INASE?
-Aún no, pero queremos hacerlo porque en la producción de semillas orgánicas o agroecológicas somos muy muy pocos y sabemos la importancia de llegar a lugares institucionales. Desde Constelación Semillas nuestra tarea es articular lo formal con lo informal: existe un mundo “informal” de semillas y gracias a eso hay una circulación de diversidad impresionante. A la vez, es importante lo que hace INASE dado que certifica que la semilla respeta las normas de calidad. Estamos en proceso de registrarnos y empezar a comercializar semillas orgánicas certificadas.
-¿Qué pasos estima que hay que dar?
-Creo que hay que ampliar la mirada sobre la agroecología y crear nuevas formas de registro de las variedades criollas donde las exigencias de la homogeneidad no deben ser tan altas. Si nosotros exigimos una variedad muy homogénea eso significa también que esa semilla será genéticamente más estrecha y, desde una mirada agroecológica, no es deseable porque queremos que haya un leve vaivén en su expresión genética, que es lo que le permitirá adaptarse mejor si hay variedades en el clima.
-¿Qué aporta la biodinámica en este planteo?
-Entender “el todo” productivo, porque en agricultura, si solo nos enfocamos en la planta perdemos de vista de todo lo demás. Mi camino ha sido ampliar mi comprensión acerca de qué es la planta. La planta no puede “ser” si no fuera por el animal ni la vida del suelo; y tampoco podemos entender la planta si no fuera por el ser humano con el cual tiene un vínculo. Si no aprendemos que la tierra no solo es un organismo vivo sino que la tierra es un “ser”, no vamos a comprender la agricultura ni terminar con los problemas que tenemos, porque para paliar el cambio climático no alcanza con secuestrar carbono. En lo personal trabajé para ampliar mi mente, reconocer que somos solo una parte de esta totalidad y aceptar que si hasta acá hemos sido agresores de la tierra, también podemos ser sanadores. Y en la biodinámica encontré las herramientas.
-¿Quiénes son sus clientes?
-Pequeños productores y quienes tienen su huerta casera. También personas que buscan cosas “nuevas” como fue en su momento el kale o la chirivía, “pariente” de la zanahoria. Buscamos ofrecer cosas distintas y rescatamos variedades antiguas, como una lucha contra la erosión genética a la vez que ofrecemos variedades comunes y corrientes pero en calidad biodinámica, y pueden competir con los híbridos para un productor que quiere cambiar. En tomates tenemos 15 variedades.
“Por eso decimos que el monocultivo empieza en uno mismo, por ejemplo, al creer que el tomate es siempre rojo y redondo”, se despide Alex.
Excelente tarea para disponer de variantes y opciones.
Gracias a estas personas todavía podemos comer sano. Sigan así ☺️