En Río Negro, dos cooperativas comenzaron a trabajar en conjunto para dar respuesta a una problemática que afecta a los pequeños ganaderos patagónicos, que tiene que ver con el aprovechamiento de la carne y la lana de ovejas de refugo –aquellas adultas de entre 5 y 8 años de edad- y de categorías inferiores, que en muchos casos generan más gastos que ganancias.
Con el acompañamiento técnico y la coordinación general de la Agencia de Extensión Rural (AER) Ingeniero Jacobacci del INTA, la Cooperativa Agrícola Ganadera Calibui y la Cooperativa Ganadera Indígena se unieron para trabajar en torno al sistema de engorde a corral, que no suele ser aplicado en este tipo de animales.
“El engorde a corral permite el aprovechamiento de animales que ya no dan rédito al productor, ayuda a descargar los campos y mejorar la calidad de la carne para lograr un producto apto para consumir y comercializar, asimismo se obtiene algunos kilos de lana para la venta. Esta práctica genera un ingreso extra para las familias rurales de la zona en una época del año sin actividad productiva”, explicaron desde INTA.
Además de la sostenibilidad económica que esta iniciativa proyecta, existe una vuelta de rosca desde el punto de vista ambiental. “Descargar los animales de categorías inferiores que siguen pastando y deteriorando el pastizal del campo, sin propósito rentable, es una ventaja para la interfaz suelo”, explicó Andrés Gaetano, jefe de la Agencia del INTA en Jacobacci.
De acuerdo al especialista, dado que el animal ingiere mas alimento para combatir el duro frío patagónico, se produce una ineficiencia en la cuestión alimenticia y de ganancia de peso. En este sentido, el engorde a corral permite mejorar los márgenes económicos de estos animales y generar ingresos desestacionalizados para las familias rurales, además de proteger recursos naturales.
La primera experiencia de este proyecto se realizó en 2022. En 2023, como segundo año de prueba, se trabajó en el engorde de 680 ovejas viejas, 70 capones y 200 corderos durante los ciclos de otoño e invierno, y se logró una ganancia diario de peso promedio de 120 gramos.
“El año pasado los productores recibieron 3.300 pesos promedio en carne y este año recibieron 4.850 pesos por animal. El año pasado una oveja vieja se comercializaba en no más de 2.500 pesos, mientras que en el engorde entre carne y lana en promedio percibieron 5.000 pesos, un 100% arriba. Este año la oveja bien vendida rondó los 4.500 pesos, mientras que entre carne y lana se percibió un mínimo de 7.850 pesos”, detalló el extensionista.
Mientras que el engorde se realiza en forma conjunta entre las dos cooperativas, la Cooperativa Indígena aporta el 30% de los animales y el financiamiento del 30% de los gastos operativos totales del engorde.
“Las cooperativas son las que hacen todo el trabajo, los asociados legalmente transfieren la propiedad de los animales a la Calibui para que los pueda comercializar y luego poder liquidarles las ventas de sus productos sin retención de beneficios”, aclaró Gaetano.
En este esquema, el INTA colabora en el diseño de la trazabilidad de todo el proceso, desde el engorde hasta la esquila y la faena. Con la intervención de los técnicos se lleva el registro de cuántos días estuvo el animal, cuánto engordó, cuántos kilos comió, y cuánta plata equivale en forraje.
“Si tenés estos animales y hay que comprar forraje es muy caro y engordar los animales en un corral en tu campo te esclaviza a esta actividad. En cambio, si lo hace una cooperativa achica los costos y te ahorra todo el trabajo”, puntualizó el extensionista.
En paralelo, desde la AER Jacobacci se formuló un proyecto financiado por el Plan GanAr, con el aval de la Secretaría de Ganadería de Río Negro y de la Federación de Sociedades Rurales, que ya se encuentra en ejecución y que busca “montar toda la infraestructura necesaria para realizar el engorde a corral en el predio de la Cooperativa Calibui”.
“Esto representará un sin número de ventajas respecto a realizarlo en un campo de un asociado, los cuales en promedio se encuentran a 85 kilómetros de distancia por caminos vecinales y/o rutas de ripio, a más de 1.100 metros sobre el nivel del mar con fríos extremos”, sostuvo Gaetano.
Según el especialista, dentro de las ventajas está que “se pasaría de una capacidad de 750 a 3.000 cabezas por ciclo; dado que el predio se encuentra sobre la ruta nacional 23, se anularían los riesgos que representan una fuerte lluvia o nevada para llevar forraje y/o retirar hacienda a faena; mejorar la eficiencia de conversión forraje por ser un lugar no tan elevado y no presentar un frío tan hostil, y también mejoraría la eficiencia económica al reducirse los costos de logística para llevar el forraje y realizar los monitoreos semanales de control, como así también para trasladar la hacienda terminada a faena”.