Un grupo de ex secretarios de Energía argentinos recomendaron al presidente Alberto Fernández que prorrogue la actual Ley de Biocombustibles –que vence en mayo próximo– por el término de un año para diseñar una nueva norma en ese lapso.
Por medio de una carta, firmada por Emilio Apud, Julio César Aráoz, Alberto Devoto, Alieto Guadagni, Jorge Lapeña, Daniel Montamat y Raúl Olocco, este grupo de ex funcionarios aconsejó al gobierno realizar un debate amplio sobre el tema que contemple todas las dimensiones del mismo.
“Los biocombustibles debieran desarrollarse en un ambiente de mercado donde se contabilicen sus externalidades positivas, especialmente las medioambientales. Este primer punto es perfectamente cuantificable, ya que el dióxido de carbono está impositivamente gravado y se puede determinar que las emisiones relativas de los biocombustibles respecto a sus sustitutos son menores”, aseguraron los especialistas.
Los ex secretarios (en al foto, en una de sus primeras presentaciones) además aconsejaron “incentivar mecanismos de mercado” para la comercialización de biocombustibles, pero “con un Estado que segmente parcialmente la competencia dentro de los diferentes estamentos de la industria, de manera de asegurar un plazo razonable en la convergencia hacia una competencia más pura que resguarde la participación regional y de las pequeñas y medianas empresas”.
También recomendaron evaluar “el establecimiento de un Fondo Compensador de Carbono que permita atenuar los bruscos movimientos relativos de la materia prima de modo de permitir a los biocombustibles tener una mayor previsibilidad para competir en estado puro con sus sustitutos fósiles”. Es decir: un “fondo compensador” que permita abaratar el valor interno de los insumos bioenergéticos (como el maíz y el aceite de soja) cuando los mismos alcanzan elevados valores en el mercado internacional, tal como sucede en la actualidad.
Otro factor crítico considerado por los ex secretarios de Energía es la promoción de las exportaciones. “El país y la región pueden y deben potenciar la generación de valor agregado exportable de proteína animal y biocombustibles, lo cual agrega hasta cinco veces valor respecto a la producción primaria de proteína vegetal”, afirmaron.
“Las ventajas ambientales de la huella de carbono de estos productos respecto a los combustibles fósiles están probadas. A su vez, la mezcla del bioetanol con la nafta favorece el octanaje del derivado petrolero, y la del biodiesel con el gasoil reduce el porcentaje de azufre del producto final”, concluyeron.